Alza de pasajes en el Transantiago



SEÑOR DIRECTOR

El alza en los pasajes del Transantiago generó airados reclamos en los usuarios, confirmando que el sistema aún presenta fallas luego de 11 años y de US$ 8.000 millones gastados por el Estado.

Con esta alza, Transantiago se transforma en uno de los sistemas de transporte más caros de Latinoamérica, pero la historia esta lejos de terminar. Como ha ocurrido otras veces, expertos y autoridades vinculadas a Transantiago han dicho que los costos seguirán subiendo y que para evitar nuevas alzas de tarifa, el Estado debe aumentar el subsidio.

Si les hacemos caso, sería la quinta alza de subsidio desde 2009, incluyendo la realizada en 2015 que, se supone, daría estabilidad financiera al sistema entregando nada menos que US$ 1.000 millones por año, más su espejo en regiones. ¿Cómo es posible que a solo tres años se esté pensando en inyectar más recursos?

La razón es simple. Pedirle plata al fisco es más fácil y menos costoso políticamente que implementar los cambios de fondo que requiere el Transantiago para atraer pasajeros, controlar la evasión o exigir que las empresas cumplan con estándares mínimos de frecuencia y regularidad.

Es un camino corto, pero muy inequitativo ya que estos billones tienen usos alternativos de enorme beneficio social. Con una fracción del subsidio, se podrían recuperar guetos de vivienda social, levantar parques, escuelas o trenes y tranvías en regiones donde poco o nada se invierte en transporte.

El nuevo gobierno debe cortar este saco roto. No es aceptable que ante cada problema de financiamiento de Transantiago, se apele a Moya, lo que además de generar un gasto fiscal enorme y sin control, posterga los cambios requeridos para mejorar el servicio a los usuarios que hoy reclaman por el alza de tarifa. Ellos deben ser la prioridad.

Iván Poduje

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