Cayó el muro entre trabajo y hogar

19 de Marzo 2020/ SANTIAGO Una familia trabaja en su comedor, durante el pandemia de coronavirus se a dado el Home Office o Teletrabajo para que personas puedan cumplir por cuarentena y así evitar lo mas posible su mayor propagación. FOTO: Jose Francisco Zuñiga /AGENCIAUNO


Por Mercedes Ducci, presidenta de ComunidadMujer

El Covid-19 está actuando como un medio de contraste para poner en evidencia nuestras verdades ocultas, grandezas y miserias. Si antes la división entre trabajo y vida personal era tajante, hoy el teletrabajo difumina el límite de lo privado y convierte al hogar en territorio laboral. Y, por cierto, crece el interés en saber qué pasa adentro.

Porque la realidad del virus se impuso y, después de tan largas discusiones, con imperfecciones o insuficiencias, hubo que adoptar de lleno el trabajo a distancia, incluso antes de que se promulgara la ley que lo enmarcaba. 

De acuerdo con una reciente encuesta de ComunidadMujer entre las empresas que forman parte de la Iniciativa Paridad de Género Chile, todas han implementado alguna forma de teletrabajo para reducir los riesgos de contagio y en el 70% de los casos se establecieron turnos para quienes tienen cargos operativos indispensables.

El resto ha podido experimentar los beneficios y dificultades de llevar la oficina a la casa. De un día para otro se eliminó el traslado, la congestión, la falta de tiempo para estar con los hijos... Pero también quedó en evidencia que, aunque mujeres y hombres trabajen codo a codo, en la casa hay más posibilidad de descanso para ellos que para ellas. Cadem lo comprobó la semana pasada: el 56% de las mujeres y solo el 36% de los hombres siente estar trabajando más hoy que en tiempos normales y “tener que compatibilizar el tiempo con las tareas del hogar” fue la principal dificultad para el 47% de las mujeres y solo para el 28% de ellos.

Responder a una multiplicidad de roles en un mismo espacio, y ahora con la presencia permanente de todos los integrantes de la familia, se traduce en una pobreza de tiempo que, por cierto, sabemos que puede repercutir en la movilidad laboral de las mujeres. En ciertos casos, este agotamiento por sobrecarga podría llevarlas a perder su trabajo, especialmente si consideramos que su vínculo con el mercado laboral suele ser más débil y la valoración social de su trabajo, menor. De hecho, un 28% de las y los chilenos estima que, en tiempos difíciles, los hombres tienen más derecho al trabajo (Encuesta Mundial de Valores, 2018). Así, cuando la corresponsabilidad deja de ser un problema privado, porque puede afectar al trabajo, el tema comienza a cobrar importancia en la cultura organizacional.

Hoy las empresas se están interesando en cosas que antes no necesariamente formaban parte de su territorio y están ofreciendo asesoría y apoyo en equipamiento, higiene y prevención del contagio frente a la pandemia, salud mental e incluso acciones que abordan la violencia hacia las mujeres. Una cosa es cierta: esta contingencia nos entrega la oportunidad única de acelerar los cambios y gestionar más integralmente el desarrollo de mujeres y hombres dentro de las organizaciones. Porque el nuevo continuo hogar-trabajo no es igual para hombres y mujeres.

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