Columna de Carlos Franco: ¿Trump otra vez?

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En 2016 cedí a una tentación peligrosa: pronosticar un resultado electoral pecando de exceso de confianza. Fue cuando disputaron la presidencia Hillary Clinton y Donald Trump. Ese martes publiqué una columna titulada: “Gana Hillary”. Fallé. En la noche mastiqué con rabia mi vergüenza y me repuse al día siguiente para trabajar durante dos años en la investigación, escritura y publicación de un libro que revela la estrategia del magnate y su círculo de hierro, para cerrar su negocio más ambicioso: la Casa Blanca (Donald, de aprendiz a presidente. RIL Editores, 2018). A ocho años de esa elección y a seis de aquel libro, me pregunto, ¿Trump otra vez?

Los niveles de aprobación al gobierno de Joe Biden dicen que éste ha alejado a un gran número de eventuales votantes y reducido las opciones de un segundo periodo demócrata. Revisé 17 encuestas aplicadas entre el 17 y el 31 de enero de 2024, realizadas por empresas con distintas militancias, con más y menos niveles de confianza, con metodologías más robustas y un poco menos. Todas concluyen que la desaprobación al gobierno actual es alta. Ronda el 54% de rechazo y el 39% de aprobación.

Si una encuesta capta solo un cuadro, un pixel, entonces un paquete de encuestas de un mismo periodo son varios pixeles. “De una sola foto”, dirán los optimistas, para referirse a Biden. Pero el Presidente de Estados Unidos hace agua hace rato. En septiembre de 2021 perdió la línea de crédito a su favor. El rechazo a su gestión superó a sus adherentes y nunca más se recuperó. Datos de Five Thirty Eight muestran que los números más críticos los tuvo en julio de 2022 (56% vs 38%) y en diciembre de 2023 (56% vs 37%). Lo más sorprendente es que se trata de los mismos momentos en que Trump ganó tribuna en la prensa por las causas penales que se le imputan. En un inexplicable contrasentido, parece que, en las fotos feas de Trump, Biden luce peor.

Hagamos memoria. En 2016, Trump no necesitó la mayoría de los votos para ganar. Obtuvo casi tres millones menos que Hillary Clinton. En 2020, Trump no perdió votos comparado con la elección anterior. Lo prefirió la misma cantidad de votantes que en 2016 y sumó 11 millones 300 mil más (de 62.985.153 a 74.225.845, para ser exactos). Perdió porque el miedo a un segundo periodo suyo fue tan grande que movilizó a un gran número de demócratas del ala progresista (viudos de Bernie Sanders). Votantes circunstanciales que vieron en Biden a un “mal menor”, alcanzando éste los 81 millones 200 mil votos. ¿Podrá repetir esa performance el demócrata? Su energía y lucidez no son las de hace cuatro años.

¿Ha perdido fuerza Trump? Lo poco que hemos visto al inicio de 2024 dice que no. En el caucus de Iowa, a comienzos de 2016, logró 45.429 votos; este año, en la misma instancia, llegó a 56.260.

La carrera para convertirse en candidato o candidata republicana partió con cinco postulantes. Desde el 23 de enero solo corren dos: Donald Trump y Nikki Haley. En cada una de las tres candidaturas caídas, Trump se quedó con los votos. En realidad, con las intenciones de voto. Salvo Rasmussen e Ipsos, todas las mediciones le dan a él entre un 70% y 80% de las preferencias, y a ella un 30% o menos.

Los expertos en datos, Elliott Morris, Katie Marriner y Aaron Bycoffe aplicaron un modelo de agregación de encuestas que, dicho en sencillo, evalúa el número de delegados que se espera que cada candidato obtenga en primarias, Estado por Estado. Al 23 de enero, Trump logra un desempeño 168% mejor que lo esperado.

Amparados en la decimocuarta enmienda, Maine y Colorado sacaron a Trump de sus papeletas, por incentivar el asalto al Capitolio en 2020, pero no hay que perderse: es para primarias, no en la votación general. Y es probable que quede en nada. Ambos Estados realizan sus votaciones el 5 de marzo, en el llamado “supermartes”, jornada en la que los postulantes republicanos se disputan un tercio de los delegados que necesitan para asegurar su nominación. El 8 de febrero, la Corte Suprema de Estados Unidos revisará el caso de Colorado y un dictamen favorable al candidato, lo cual es altamente probable, tendría impacto no solo en ese lugar, sino a nivel nacional, echando por tierra la decisión de Maine.

Los datos electorales parecen “cantados” para una columna que se llame “Gana Trump”. No haré tal cosa porque aprendí de la votación de 2016. Solo me queda una duda: ¿Habrá aprendido la democracia estadounidense, ocho años después?

Carlos Franco, profesor asociado, Escuela de Comunicaciones y Periodismo, Universidad Adolfo Ibáñez. Autor de “Donald. De aprendiz a presidente”.

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