Columna de Clemente Larraín: Del déficit habitacional a la demanda social por vivienda

Foto: Andres Perez


Este lunes, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), Techo Chile, la Cámara Chilena de la Construcción y Déficit Cero presentaron un informe que concluye una mesa de trabajo sobre las diferentes metodologías utilizadas para estimar el déficit habitacional del país. Esta convocatoria del Minvu fue valiosa y necesaria, ya que las diferentes instituciones conversaron sobre sus diferencias y desafíos conjuntos. Así, el documento presentado propone ampliar las necesidades y soluciones habitacionales consideradas en las metodologías existentes. Para dar este siguiente paso, en Déficit Cero creemos que es necesario repensar la perspectiva del déficit habitacional que se utiliza en nuestro país.

En su metodología oficial, el déficit habitacional cuenta a los hogares sin vivienda y aquellos que residen una inhabitable por materialidad o hacinamiento. Tiene un foco en lo espacial y físico, por lo que no consideran a los hogares en viviendas “habitables” pero inasequibles o inseguras en su tenencia. Por ejemplo, los hogares vulnerables que apenas pueden pagar el arriendo también postulan y se adjudican subsidios habitacionales, pese a que no están “en déficit”. Tampoco distingue el nivel socioeconómico (más de 40 mil hogares en déficit pertenecen al 20% más rico) ni los motivos de los hogares allegados (más de 100 mil declaran hacerlo por tradición, costumbre o cuidado). En síntesis, el déficit habitacional subestima a los postulantes de subsidios y, al mismo tiempo, considera hogares que no buscan una vivienda ni necesitan apoyo del Estado.

De esta forma, tal como se propone en el documento publicado, es necesario ampliar la mirada de las necesidades habitacionales. Los hogares con dificultades en el acceso a la vivienda utilizan estrategias diversas: arrendar una pieza o algo más grande y apretar su presupuesto, allegarse, moverse a un campamento, entre muchas otras. Por otra parte, no todos requieren la construcción de una nueva vivienda: la solución adecuada puede ser la densificación predial, el apoyo para un crédito hipotecario, la ampliación de sus viviendas, un arriendo protegido que permita el ahorro, entre muchas otras. Esto parece evidente al notar que más de la mitad del déficit habitacional está compuesto por hogares unipersonales o inmigrantes sin residencia definitiva, que no cumplen los requisitos de postulación de los subsidios para la compra o construcción de nuevas viviendas. En definitiva, lo más relevante no es cuantificar las viviendas que faltan por construir, sino que a todos los hogares que no cuentan con una vivienda adecuada y requieren apoyo del Estado, es decir, la demanda social por vivienda.

Junto al Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica presentaremos en marzo una propuesta de estimación y caracterización de esta demanda. Nos interesa comprender a todos los hogares con dificultades en el acceso a la vivienda y así formular propuestas que puedan mejorar el desempeño y eficacia de las políticas habitacionales y urbanas. Para enfrentar nuestra crisis de vivienda y no una parte de sus síntomas, es imprescindible un buen diagnóstico, y la transición desde el déficit habitacional hacia una perspectiva más amplia en torno a la demanda social por vivienda nos parece que puede ser el próximo paso.

Por Clemente Larraín, coordinador de estudios de Déficit Cero

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