Columna de Colombina Schaeffer y Francisca Valenzuela O.: El resguardo de la democracia también es un asunto tecnológico



Ya han transcurrido 18 años desde la instauración del 17 de mayo como fecha oficial del Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información. Desde entonces la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, trabaja con el objetivo de visibilizar las posibilidades que ofrece la red de Internet y otras tecnologías de la información y la comunicación al desarrollo de las sociedades y sus economías.

Los esfuerzos por la democratización de la tecnología durante estos años han contribuido a proyectos de inclusión, equidad y alfabetización. Sin embargo, la innovación tecnológica también ha significado nuevos desafíos en el entorno digital, como la protección de datos y la desinformación, entre muchos otros, que se suman y de paso agudizan la brecha digital aún existente y que se vuelve cada vez más compleja.

Hoy estamos ante un nuevo escenario. Existen nuevas herramientas como la Inteligencia Artificial (IA), con la capacidad de revolucionar el mundo tal y como lo conocemos, con nuevos avances tecnológicos a diario. Es más, tan solo hace unos días, ChatGPT presentó una nueva versión que es capaz, incluso, de percibir la emoción y la expresividad en la voz humana.

A pesar de todas las oportunidades que estas herramientas conllevan y sus potenciales beneficios, la IA también presenta importantes riesgos, entre ellos, riesgos para la democracia. Por ejemplo, la manipulación de la información, la manipulación electoral, la profundización de exclusiones sociales ya existentes, además de posibilitar una mayor vigilancia y censura en gobiernos autoritarios.

Chile recientemente dio un paso importante con la creación de un primer proyecto de ley sobre IA presentado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, que, de acuerdo al texto presentado, busca promover la creación, el desarrollo, la innovación de sistemas de IA, poniendo el foco en el ser humano, garantizando la protección de la salud, la seguridad y los derechos fundamentales de las personas, así como la protección de los consumidores frente a los efectos nocivos de determinados usos de la IA.

En el momento en el que nos encontramos, de cara a las elecciones de alcaldes y gobiernos regionales y, en menos de dos años, a una nueva elección presidencial en un contexto de alta desinformación, es imprescindible seguir avanzando en la creación de un marco regulatorio y, de esta forma, contar con un abordaje para resguardar la integridad de futuras elecciones y procesos políticos y sociales.

Hoy es importante recordar que debemos seguir erradicando la brecha digital y que las diversas innovaciones tecnológicas deben estar al servicio de las personas con marcos regulatorios adecuados y estandarizados, para que de esta forma los avances tecnológicos permitan fortalecer las sociedades, la conectividad, la transparencia y la colaboración, en lugar de transformarse en riesgos y amenazas que pueden terminar debilitando las democracias.

Por Colombina Schaeffer, directora ejecutiva, y Francisca Valenzuela Ortega, coordinadora de Comunicaciones de Ciudadanía Inteligente

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