Columna de Daniel Rodríguez: Más allá de la selección: avancemos en el debate



Las recientes declaraciones de la alcaldesa de Quinta Normal, Karina Delfino, sobre la eliminación de la selección en los liceos públicos, son de gran interés. No porque muestren a rostros de la coalición de gobierno arrepintiéndose de sus acciones pasadas (algo que además de tedioso, es poco creíble), ni por las reacciones que genera en la oposición, sino porque grafica que el debate educacional sigue encerrado en lo mismo. Es una buena idea buscar alternativas para reponer la selección en liceos públicos y particulares subvencionados de alto rendimiento, pero también es un síntoma de que no hemos avanzado. De no tratarse, hay un riesgo de que volvamos a enfrascarnos en la idea de que más leyes -grandes o chicas-, más regulación administrativa y más control, nos van a sacar de donde estamos. Y no es así.

El principal problema del sistema educativo chileno es que cumple muy mal su propósito: los estudiantes aprenden en general poco, algunos mucho menos de lo necesario, y la mayoría muy por debajo de lo mínimo que otros países de la OCDE consideran óptimo para funcionar en el mundo actual. Si nos medimos contra nuestras propias expectativas, no nos va mejor: datos del Simce muestran que en 4to básico, el 60% de los estudiantes no alcanza el nivel adecuado de aprendizaje, mientras que en matemática es el 82%.

Este debe es el principal problema de la educación chilena: un déficit abrumador de resultados de aprendizaje. Cuando el debate educacional vuelve a tratarse de selección, condonación del CAE y deuda histórica de los profesores, mostramos que seguimos lejos de movilizarnos por lo que sucede en la sala de clases.

Para enfrentarlo, se requieren esfuerzos en al menos tres elementos: autonomía de los colegios, flexibilidad en el capital humano y monitoreo de resultados.

En materia de autonomía, es necesario liberar a los colegios de la burocracia que los ahoga. Deben ser los establecimientos los que tomen las decisiones administrativas, financieras y pedagógicas que requieren, sin el grado de control estatal que hoy les impide moverse un milímetro del criterio arbitrario de una Superintendencia cada vez más a gusto en su rol de vigilar y castigar. También es necesario simplificar y alinear los múltiples programas y normas que coexisten (y se originan en los constantes parches que resultan de negociaciones e iniciativas parlamentarias) y hacen al sistema opaco y enrevesado.

¿Para qué todo esto? Para que los líderes educativos, en particular los directores, puedan dedicarse a conducir y acompañar a sus equipos en el desarrollo del proyecto educativo en cada instancia de la experiencia escolar. Disminuir la sobrecarga administrativa que recae sobre los líderes educativos permitirá además hacer la carrera directiva más atractiva, y mejorar el ambiente de trabajo. Cabe destacar que, para esto, los directores deben ser capaces de seleccionar, evaluar, capacitar y desvincular a miembros de sus equipos. Hoy el estatuto docente impide que malos profesores sean desvinculados, como ocurre con cualquier empleador, pero también la carrera docente dificulta que la formación ocurra en el lugar de trabajo y que, además, sea pertinente al proyecto educativo y esté centrada en el aprendizaje.

En el monitoreo de resultados, es necesario aumentar la velocidad de acción y reacción del sistema en relación con los aprendizajes. No puede ser que un colegio tenga cinco años de malos resultados y simplemente no pase nada. Hoy la Ley de Aseguramiento de la Calidad tiene consecuencias, pero deben diseñarse mejor para que sean aplicables. Debemos mejorar la disponibilidad y calidad de la información, para que los padres sepan si sus hijos aprenden y puedan tomar decisiones respecto a ellos. Asimismo, se debe reforzar el apoyo estatal en esos colegios, poniendo a disposición a los mejores profesionales. No para intervenirlos, sino para ayudarlos en crear las capacidades para mejorar. Todo esto, además, debe ocurrir mucho más rápido.

Estos son dos elementos (de muchos más) que requieren mejoras urgentes. Pero ante el riesgo de perder el foco nuevamente con los mismos cantos de sirena sobre lucro, copago, gratuidad universitaria, selección y tantos otros, urge que el Ministerio sepa liderar hacia los debates que debemos tener.

Por Daniel Rodríguez Morales, director ejecutivo de Acción Educar

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