Columna de Elisa Cabezón: Hacia mejores sueldos para Chile



“Las cosas no pasan espontáneamente”. Con esta frase la ministra Jeannette Jara llamó a los empresarios a pagar sueldos más altos a sus trabajadores en el último encuentro de Red Activa organizado por La Tercera. Acompañó esta declaración sosteniendo que una de las causas de la informalidad es que en este sector las personas reciben ingresos mayores a los sueldos formales, y que estos últimos se concentran alrededor del salario mínimo.

Estos enunciados contrastan con los datos del mercado laboral chileno. Según el INE, el sueldo formal promedio es el doble al sueldo informal en todos los niveles de educación. Además, mientras los ingresos formales de los hogares han crecido junto con la economía, los informales han tenido una evolución plana a través de los años. Al parecer, estar en la informalidad raras veces es por una elección de la persona para tener mayores ingresos, y además es través de los empleos formales que los hogares pueden participar de los frutos del crecimiento del país.

Respecto a la concentración de los salarios formales alrededor del mínimo, los datos reportados por el Seguro de Cesantía muestran que mientras más crecen las empresas, mejores son los sueldos que pagan: en las grandes empresas sólo un 9% de sus sueldos son alrededor del mínimo, contrastando con las microempresas en que este porcentaje sube a 43%.

¿Qué nos sugiere todo esto? Si queremos mejorar los ingresos de los chilenos el debate debe centrarse en medidas para expandir el sector formal. Y la principal receta para ello es estimular y facilitar el crecimiento de los emprendimientos y empresas productivas. Esto aumentará la demanda de empleos por parte de éstas y mejorará la competencia en nuestro mercado laboral, además de ayudar a reducir la asimetría de negociación entre empleador y empleado que podría haber en ciertos sectores.

La ministra Jara tiene razón al decir que “las cosas no pasan espontáneamente”. Pero para que los sueldos suban, el diseño de las políticas públicas no debe basarse en el “buenismo” o buenas intenciones de los actores económicos como ella sugiere. Se deben proponer reformas que reduzcan las distorsiones del mercado y coloquen mecanismos que faciliten el mayor crecimiento del sector formal. Ampliar los espacios de flexibilidad en nuestro marco regulatorio laboral y reformar el sistema de indemnización por años de servicio son dos propuestas que, con un amplio respaldo en la literatura académica, tienen el potencial de mejorar la productividad y fomentar la creación de trabajos en este sector.

Lamentablemente, en la agenda del Ministerio del Trabajo no se ven iniciativas en esta línea. Por el contrario, se han aprobado leyes (aumento de salario mínimo, 40 horas, fin del IFE laboral) que perjudican en mayor medida a los nacientes emprendimientos, debilitando su competitividad ante las empresas incumbentes. Esas políticas consiguen lo que la ministra le reclama equivocadamente a los empresarios: salarios bajos e informalidad.

Por Elisa Cabezón, economista de Pivotes

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