Columna de Emilia Ríos: La oportunidad para el Frente Amplio



En calle Esmeralda, durante el aniversario de Convergencia Social, el Presidente Gabriel Boric hizo un llamado para muchos sorpresivo: transformar al Frente Amplio en un solo partido. Sus palabras, trajeron al primer plano una pregunta que ha estado dando vueltas soterradamente en el sector hace ya meses y que hoy tenemos el deber político de abordar sin más rodeos, ¿qué justifica hoy que el Frente Amplio se conforme por tres partidos y no avance a una unidad orgánica y sustantiva?

La historia del Frente Amplio es la de un proyecto político tremendamente exitoso. Como nueva fuerza, desde su creación ha enfrentado diversos desafíos. Este proceso natural de ajuste del proyecto político frenteamplista ha llevado a que hoy lo conformen tres partidos que, si bien tienen orígenes e identidades políticas particulares, no tienen diferencias ideológicas de fondo. Como Frente Amplio día a día enfrentamos en conjunto los costos y oportunidades que significa ser gobierno y en esta práctica cotidiana, los puntos de encuentro son los que priman. El Frente Amplio en la actualidad es más maduro y coherente de lo que fue en el momento de su creación, y este crecimiento es importante reconocerlo y proyectarlo.

El Presidente hace un llamado que para muchos podría parecer contraintuitivo. Formar partidos en pleno siglo XXI es una tarea titánica, que se ha sustentado en el trabajo y compromiso de miles de personas anónimas que han puesto toda su fuerza y convicción en uno y no en otro partido, ¿por qué deberíamos perder todo aquello que hemos construido y entregarlo a la incertidumbre de fusionarnos con otros, menos parecidos a nosotros? Sería absurdo negar que se nos encomienda una tarea desafiante hasta la médula.

No podemos olvidar el propósito final para el que hacemos todo esto. Las identidades son orientadoras del quehacer político, pero no son un fin en sí mismo, como tampoco lo son los partidos, que son valiosos en la medida en que son herramientas para la transformación social. Es clave que podamos diferenciar la “identidad política” de la “política identitaria”, para poner siempre por delante los objetivos e intereses colectivos del país.

En esta segunda etapa la tarea es convertir al Frente Amplio en un solo partido fuerte y consolidado, que tenga mayor solidez estratégica y oficio político, además de ser un partido de gobierno que desarrolle y profundice su arraigo social. Todo esto se dificulta mientras más cristalizamos en el tiempo diferencias accesorias a través de estructuras partidarias que arriesgan convertirse en el fin y no en el medio. No podemos perder la oportunidad histórica de crear un partido de izquierda que, acogiendo la diversidad y las trayectorias de cada partido original, apueste por crecer y consolidar un proyecto de mayorías que sea claramente distinguible para la ciudadanía.

La praxis de la política implica tomar decisiones para llevar adelante las transformaciones que Chile necesita. El escenario es hoy, hoy somos gobierno. Nada justifica que sea mañana.

Por Emilia Ríos, alcaldesa de Ñuñoa

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