Columna de Juan Eduardo Vargas: El Presidente Piñera y la educación superior



El trágico fallecimiento del expresidente Sebastián Piñera provee la oportunidad de resaltar los avances que, en distintos ámbitos, se produjeron en sus dos gobiernos. La educación superior, ciertamente, es uno de ellos. En este breve recuento, quiero centrarme en aquellos que más directamente beneficiaron a sus estudiantes.

Si nos remontamos a su primer gobierno, hemos de recordar que el CAE (Crédito con Aval del Estado) fue una de las grandes banderas que esgrimió el, en ese entonces naciente, movimiento estudiantil. El CAE había surgido en el gobierno de Ricardo Lagos como una política pública bien intencionada, pero que mostraba diversos problemas, uno de los cuales era su alta tasa de interés. Pues bien, quien finalmente rebajó la tasa de interés desde un 6% real anual, aproximadamente, a un 2% y estableció un límite del 10% de los ingresos de los deudores para el pago de la cuota correspondiente fue el expresidente Piñera, quien fue más allá de lo que los propios expertos recomendaban en términos de bajar la tasa de forma más gradual. Él tomó la decisión de ser más drástico en esa rebaja, convencido de que no debían hacerse diferencias entre jóvenes que estudian en instituciones de educación superior distintas, pues finalmente los únicos perjudicados terminan siendo los propios estudiantes.

Por otra parte, en su segundo gobierno se preocupó por dar una solución a los alumnos de universidades que estaban en proceso de cierre forzado, lo que permitió que miles de jóvenes de las universidades Arcis, Iberoamericana y del Pacífico pudiesen culminar sus estudios reubicados en otras universidades de prestigio. Cabe señalar que había sido durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet que se había decretado el cierre de la Universidad Arcis, sin haberse podido ejecutar un plan de reubicación para sus estudiantes.

Adicionalmente, veló por la correcta implementación de la nueva institucionalidad en la educación superior. Su preocupación constante era la de que los cambios que debían realizarse no afectaran los avances conseguidos y que permitieran dar más oportunidades para el desarrollo de los proyectos de vida de cada joven. En ese sentido, ha de resaltarse que, en virtud de las modificaciones realizadas durante su mandato a las pruebas de admisión y al sistema de acceso, un número significativamente mayor de jóvenes ha podido acceder a la educación superior desde el proceso de admisión del año pasado.

Por otra parte, deben destacarse los enormes esfuerzos desplegados en el combate a la pandemia y a sus devastadores efectos en la educación. En efecto, haber considerado a los profesores como parte de la población prioritaria a ser vacunada o haber establecido protocolos para el desarrollo de la actividad presencial o para la aplicación de las pruebas de admisión a la educación superior dan cuenta, una vez más, de su incansable preocupación por los jóvenes y sus oportunidades de desarrollo.

Mención aparte merece la política de gratuidad. Si bien él no la inició, la mantuvo e hizo finalmente parte de su programa de gobierno. Sus iniciales y comprensibles aprensiones con dicha política dicen relación con el altísimo costo fiscal que representaría, lo que visionariamente anticipó que le quitaría recursos a la educación parvularia y escolar, que socialmente tienen un mayor impacto.

En suma, los logros mencionados no solo muestran el compromiso real que tuvo con los jóvenes y sus oportunidades, sino que también evidencian la seriedad y profesionalismo con los que siempre abordaba los temas educativos. Podemos decir, en ese sentido, que el expresidente Piñera quizá habló y prometió menos que otros en educación superior, pero sin duda hizo más.

Por Juan Eduardo Vargas, ex subsecretario de Educación Superior, Vicerrector Académico U. Finis Terrae

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