Columna de Juan Ignacio Brito: Seguimos



Parece claro que la izquierda oficialista aprovechó el cincuentenario del Golpe para hacer política de la misma manera que les permitió ganar relevancia pública a muchos de sus líderes: tensionando el ambiente, agudizando las contradicciones y tratando de pescar en río revuelto. La receta rindió frutos cuando los actuales gobernantes eran oposición. Aunque ahora las cosas son distintas, en La Moneda no han tomado nota.

La consecuencia es que el país vive ahora con mal gusto la resaca post 11. La sensación predominante es la de haber perdido una oportunidad. Superada la efeméride, la pregunta es qué sigue.

Todo indica que más de lo mismo. El próximo capítulo de esta teleserie de desencuentros será la votación de diciembre acerca del proyecto constitucional. Si la actitud de la minoría en el Consejo Constitucional sirve como una pista, lo que viene será otro espectáculo de enfrentamiento. Aunque sin poder en el Consejo, la izquierda sabe que el Rechazo al nuevo borrador es hoy más popular que el Apruebo, y parece decidida a jugársela por demostrar que la “constitución de los republicanos” será un documento extremo que no da garantías y merece ser desechado.

Un triunfo en las urnas sería una brisa de aire fresco para un sector que solo ha conocido derrotas desde que ganó el gobierno. Al mismo tiempo, dejaría herida a la oposición. Por último, permitiría contar con un documento plenamente reformable con mayorías circunstanciales, pues la “constitución de los candados” ya no existe y solo se necesitan 4/7 para alterarla radicalmente. Un triunfo en una elección parlamentaria futura abriría las puertas a una transformación constitucional de peso. Así, ya no por la puerta ancha, sino por la ventana, la posibilidad de contar con un texto que satisfaga a la izquierda seguiría intacta de ganar el Rechazo en diciembre.

El pobre manejo comunicacional de los republicanos y la derecha respecto de los contenidos de una propuesta aún inconclusa ha facilitado las cosas para los tempranos opositores del texto. El desinterés respecto de un proceso que ha perdido la atención de la sociedad provoca que el debate sobre la nueva Constitución se centre en titulares y en percepciones aun antes de conocer la redacción definitiva. Para cuando esta sea pública, a inicios de noviembre, quedarán solo 40 días para el plebiscito de salida y es probable que no haya tiempo para cambiar actitudes y posiciones que habrán cuajado antes.

Es muy posible que la estrategia de la izquierda para el referéndum consista en lo que ya conocemos: el realce de los contrastes y la polarización, porque el gobierno y su sector político parecen regodearse en la controversia y el conflicto. Probablemente se equivocan los que creen que tras la tempestad del 11 de septiembre viene la calma.

Por Juan Ignacio Brito, periodista

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