Columna de Manuel Agosin: La economía en punto muerto

FOTO: SÓCRATES ORELLANA/ AGENCIA UNO


Este año cerrará con un crecimiento del PIB bordeando cero, lo que implica una disminución del PIB per cápita de algo más de un punto porcentual. No solo se ha esfumado el crecimiento, sino que la inversión bruta fija (aquella que va a la adquisición de bienes de capital o a la construcción) ha venido cayendo desde 2012 (hacia el fin del ciclo de altos precios del cobre) y no se aparecen nuevos ciclos de inversión. Las malas noticias se acumulan: una baja en la producción y exportación de cobre por parte de Codelco, una fuerte disminución de las exportaciones de vino, el sector construcción con probable crecimiento negativo. Hasta ahora, el crecimiento no ha sido una preocupación importante de nuestras autoridades. Sí lo han sido consideraciones redistributivas. Sin crecimiento, ellas se hacen difíciles de alcanzar.

Las nuevas fuentes de crecimiento podrían venir de actividades que ya se vislumbran. El año pasado el litio contribuyó más a las arcas fiscales que Codelco. Aunque este año los precios han caído un 70% con respecto al año pasado, no cabe duda de que la caída se debe más a la alicaída recuperación de China que a factores de largo plazo. La transformación del parque automotriz desde vehículos a combustión interna a vehículos eléctricos requerirá enormes cantidades de este mineral. En lugar de facilitar la inversión en los importantes yacimientos chilenos, el gobierno les pone cortapisas a estas inversiones requiriendo que ellas las realicen empresas mixtas en las cuales el Estado tenga más del 50% de la propiedad accionaria. Como otros países no tienen este tipo de requisitos, es probable que las potenciales inversiones que podríamos atraer no se efectúen en el país. Un vistazo más general nos indica que los volúmenes de las exportaciones, tanto de cobre como las no-cobre en su conjunto, están estancados.

En el largo plazo, habrá que diseñar una política para impulsar nuevas exportaciones o modernizar nuestras exportaciones tradicionales. Por ejemplo, transitar hacia los minerales verdes (producidos con energías renovables). Ya hemos discutido la importancia del litio; si hacemos las cosas bien, el hidrógeno verde se vislumbra como una gran oportunidad. Las exportaciones de servicios de software a través de internet son todavía incipientes, pero ofrecen gran potencial. Se necesitará gran creatividad y un espíritu emprendedor. La buena noticia es que un número creciente de jóvenes que salen de escuelas de negocios (incluyendo la mía) desean ser emprendedores. Si Argentina pudo tener su Mercado Libre, ¿por qué nosotros no? Los servicios son uno de nuestros próximos grandes desafíos.

Por Manuel Agosin, académico de la FEN U. de Chile

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