Columna de María de los Ángeles Fernández: ¿Quién teme a Michelle Bachelet?



Frente a la sequía de liderazgos que hoy exhibe la izquierda, la posibilidad de una tercera candidatura de Michelle Bachelet a La Moneda ha hecho saltar las alarmas. El nerviosismo particular que se delata desde la UDI contrasta con el rol que algunos analistas le adjudican en la actual política chilena.

Aunque advirtió que no pensaba “ponerse a tejer” cuando volviera a Chile, es señalada, bien como madre, bien como madrina de Gabriel Boric. Sus andanzas se interpretan bajo códigos de protección y de cuidado asociados a las mujeres los que, pese a las lecciones de la pandemia, continúan infravalorados. A nadie se le ocurriría decir del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero que se comporta como “padrino” de Pedro Sánchez, aunque, en las reciente elecciones generales del 23J, llegó a ser poco menos que su guaripola.

En el alimento de estereotipos de género hay algo de su propia cosecha por haber aludido a los jóvenes del Frente Amplio como “nuestros hijos”. Recordemos que, terminado su primer mandato, se señaló que su presencia no facilitaba un recambio generacional necesario para recuperar la confianza en la política. Lectura simplista donde las haya y cuyos costos el país lamenta.

Influyente sin pisar suelo, no hacen mella en ella ni su error de cálculo al apoyar el “Apruebo” del anterior texto constitucional ni un aval extemporáneo a la candidatura de Paula Narváez, aunque ronda siempre una duda: ¿por qué no mentorizó a alguna mujer para reemplazarla, como al menos lo intentó Merkel con Annegret Kramp-Karrenbauer?

Con un capital político sustentado parcialmente en un buen recuerdo de su primer gobierno, expresa también sus recursos de poder a través de una nutrida red de excolaboradores aglutinados en torno al llamado “bacheletismo”. Ocupan lugares estratégicos en un aparato del Estado que a la clase universitaria que nos gobierna (Ortúzar dixit) le ha quedado grande.

Gestos y apariciones bien administradas, con intermitencias por su paso por cenáculos internacionales, poco se corresponden con la idea de expresidentes asimilables a “grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños” atribuida a Felipe González.

Los movimientos de Bachelet invitan a pensar que algo nos estamos perdiendo al no mirar con mayor seriedad a aquellas mujeres que ocuparon la primera magistratura.

¿Por qué tal desatención? A nivel mundial, y en tiempos recientes, nunca ha habido más de 17 por año en tal posición, aunque la muestra acumulada desde 1960 a la fecha es de 77 políticas. Además, la preocupación por las barreras que enfrentan las mujeres para ingresar a la política contribuye a opacar, cuando no a subestimar, la actividad de aquellas que siguen siendo incidentes en sus países sin necesidad de detentar formalmente un cargo.

Por María de los Ángeles Fernández, doctora en Ciencia Política y presidenta de Hay Mujeres

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