Columna de Martín Andrade: El otro legado de los Panamericanos, buscando el oro para la ciudad

AGENCIAUNO


Era imposible no emocionarnos con el esfuerzo de nuestros deportistas que persiguieron el sueño de una medalla para Chile en los Juegos Panamericanos. O cómo no llenarnos de entusiasmo al ver a miles de personas presenciando la entrega de los mejores atletas del continente, con sus logros ocupando nuestras conversaciones de estos días.

Santiago 2023 fue una verdadera inyección de energía para la ciudad, o, siendo más precisos, las ciudades en Chile. No sólo por la inversión de 600 millones de dólares, el arribo de siete mil atletas y sus comitivas o por los legados en infraestructura que quedarán, como la espléndida Villa Panamericana de Cerrillos, la remodelación de centros deportivos y la consolidación del Estadio Nacional como parque urbano deportivo, sino también por el impacto que es de esperar este evento genere en los habitantes de los distintos barrios de nuestro país.

Al igual que los Juegos Olímpicos, es la ciudad sede la que da nombre a los Panamericanos, impregnándole su identidad a cada torneo y asociando un espacio urbano específico a la alegría contagiante de la práctica deportiva. Y aquí es donde se abre el otro potencial legado de este evento, para que todas nuestras ciudades profundicen en sus habitantes el deseo de transformar esta inspiración particular en hábitos permanentes, con infraestructura y espacios públicos que estén a la altura para responder a los requerimientos de personas más activas.

Si cerca de un 75% de nuestra población presenta obesidad y sobrepeso, y con un 86% de personas que se declaran sedentarias, el promover y cuidar espacios de calidad para la actividad física casi debiera ser una urgencia nacional. Sin embargo, según detectamos en Corporación Ciudades con el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, a través de la Encuesta de Confianza en la Ciudad, tan solo el 5% de los encuestados en el Gran Santiago consideró la infraestructura deportiva como una prioridad de inversión pública. Claro, las urgencias urbanas siempre serán muchas y variadas, pero la disociación entre la necesidad de más actividad física y la exigencia de los habitantes de la ciudad es demasiado amplia.

Si bien lo anterior quizás explique en parte las brechas existentes en implementación deportiva, en los últimos años el Estado ha hecho un gran esfuerzo por construir o mejorar infraestructura. Aun así, es evidente que la mantención y cuidado de equipamiento es muy desigual. Y es aquí donde se abre el desafío más relevante para un legado duradero que impacte en la calidad de vida de las personas.

Así como cada atleta que compitió en los Panamericanos visualizó desde hace años ese momento, es de esperar que el espíritu logrado por estos Juegos sirva para que la generación y mantención de espacios de calidad esté en el radar presente y futuro de las autoridades a lo largo y ancho de todo el territorio. Que los deportistas panamericanos sean entonces la inspiración de miles y miles de familias, que la nueva infraestructura generada por estos Juegos se use y por sobre todo se cuide, que los triunfos deportivos multipliquen la pasión por la actividad física en los distintos espacios públicos, y que la planificación urbana genere las condiciones para que todo ello ocurra. Así, nuestras ciudades también podrían lograr una merecida medalla de oro.

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