Columna de Patricio Morales: ¿Llegar a acuerdos o defender ideas?



Un interesante debate se generó los últimos días con las declaraciones del diputado de Convergencia Social Gonzalo Winter. Winter llamó al gobierno a intensificar un rol en la disputa ideológica, lo que se leyó por varios oficialistas como una incomodidad frente a la política de construcción de acuerdos que lleva adelante el gobierno. La ola de críticas no esperó nada. Testimonial, deslealtad al gobierno, ingenuidad y muchas otras posturas de rechazó fueron el resultado inmediato contra el diputado del Frente Amplio. De paso, otra tensión entre el Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad. En el Socialismo Democrático ya existe un principio de experiencia: “No hay avances sociales sin acuerdos democráticos”. Winter tuvo que realizar más entrevistas y más declaraciones públicas para lograr enmendar la confusión. “Soy pro-acuerdos” o “la batalla de ideas es algo práctico y no simbólico”.

El fin de semana, Carlos Peña generó un valioso aporte sobre esta polémica. Los gobiernos no son solo coacción o gestión de políticas públicas. Existe una batalla cultural donde las ideas deben transformarse en sentido común. Los partidos políticos y los intelectuales cobran un valor estratégico en esta tarea. Conociendo a Winter, pienso que buscaba generar un aporte al gobierno desde esta óptica que menciona Peña.

Uno de los avances y maduraciones históricas para las izquierdas es asumir el reformismo de ser gobierno. La cruda realidad es que en democracia los acuerdos son lo principal. Y el gobierno debe tener la coherencia y consistencia para promoverlos. Pero Winter tiene un punto valioso: los acuerdos no pueden ser vacíos y en silencio. La energía política para superar las discrepancias y forjar un consenso requiere que las coaliciones asuman lo que se están dispuestas a perder por un avance social. Pretender que se perderá algo no tan importante no es parte de la política y de la democracia, es un mero voluntarismo. Pero, insisto, lo que se pierde debe quedar claro, debe asumirse con coherencia o, en el mediano plazo, la pérdida de consistencia de la coalición será irreparable. Si no hay una batalla de ideas y una pedagogía de acuerdos, los avances sociales serán percibidos como parciales y el reformismo será ponderado como una traición.

Desantender este funcionamiento político puede ser una incubadora de un resentimiento que decante en una fragmentación o fractura. Me aventuro a señalar que esto mismo fue lo que desencadenó la conformación de los “autoflagelantes” y “autocomplacientes” en los gobiernos de la Concertación. Los autocomplacientes veían con resignación que la política de acuerdos implica una pérdida de respaldo ciudadano, que incluso con el paso del tiempo trae consigo una pérdida de épica. Los autoflagelantes con frustración no logran comprender la pérdida en el empuje transformador que trae consigo la construcción de acuerdos. Asumir los costos políticos de los acuerdos es parte de la batalla de ideas de Winter y la batalla cultural de Peña.

Por Patricio Morales, cientista político y ex presidente del Partido Liberal

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