Columna de Paula Escobar: Los 50 años (que vienen)

People visit "The Geometry of Consciousness" exhibit by artist Alfredo Jaar, honoring those disappeared during the regime of Gen. Augusto Pinochet, at the Memory and Human Rights museum in Santiago, Chile, Friday, July 7, 2023. (AP Photo/Esteban Felix)


El espacio es cerrado, bajo nivel. Primero está la oscuridad y luego emerge una intensa luz, que hace aparecer 500 siluetas, dentro de las que hay desaparecidos por la dictadura, así como personas vivas.

La obra se llama La geometría de la conciencia, del gran artista chileno Alfredo Jaar, y está en el patio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. La evoco, en este domingo previo a la conmemoración número 50 del Golpe de Estado, porque esta obra puede hablar de aquello que las palabras y los discursos ha costado tanto que expresen estos días. La profundidad del daño a todo Chile que significaron el Golpe y la dictadura, una herida abierta para toda la sociedad. Nadie ha quedado sin ser afectado por este quiebre democrático que rompió las bases mínimas de un pacto político y civilizatorio, como es el respeto a la democracia y a la dignidad humana.

Como escribió Adriana Valdés, la obra de Jaar “trabaja la conciencia de inmensidad de la pérdida con la potencia de un poema. Los espectadores, cada uno a su manera, se enfrentan a sentirla y pensarla en todas las dimensiones que adquiere, no sólo en el dolor de los directamente afectados, sino en los efectos para la vida de toda la sociedad chilena”.

¿Por qué, si esto nos dañó como sociedad, hemos llegado a esta conmemoración en un clima tan tóxico, como dijo la expresidenta Bachelet? Campea la adversarialidad como modo de ejercicio político, así como la compulsión por aportillar al adversario político, aunque sea a costa del daño propio, o del país. Cada cual quiere su propia declaración, su propia conmemoración, su propio énfasis y visión.

Es cierto que desde el gobierno ha habido improvisación, algunas malas decisiones y declaraciones, y cambios de personas clave. Pero también es cierto que las dos derechas han tenido una postura muy dura. Da la impresión de que fuera cual fuera el documento de “Santiago”, no lo habrían firmado, solo por no cederle un punto al gobierno. Y esa idea de “no cederle” nada al gobierno nos tiene en una parálisis muy preocupante, pues lo que más fragiliza y hace vulnerable a la democracia es un sistema político incapaz de sacar adelante nada. No solo dañan al gobierno, sino al país y a todos los partidos. Es un abono muy efectivo a la tesis de “que se vayan todos”, que abre la puerta a populismos autoritarios.

Por eso, a 50 años del quiebre democrático, los liderazgos responsables de lado y lado deben abocarse a sacarnos de este pantano. Se puede -y se debe- negociar y acordar con quienes se piensa distinto. Chile ya lo hizo, lo puede hacer de nuevo. Imperativo es, para partir, sentarse a negociar para no farrearse de nuevo el proceso constitucional, donde van pasando por las mismas etapas del anterior, en versión de corbata y gomina. (Los modales son pulcros, pero la imposición unilateral, muy similar). Chile Vamos, así como Amarillos, Demócratas, deben actuar con urgencia, cuando aún queda posibilidad.

Hay que llegar a acuerdo en materias de seguridad y combate al crimen (mientras los diputados pelean, el Tren de Aragua amenaza a jueces), en materia de pensiones, de listas de espera de salud y de reactivación y recuperación educacional.

¿Hay luces de esperanza? Sí. Los expresidentes, por ejemplo, han estado a la altura de los tiempos, y han firmado su declaración “Por la democracia, siempre”. Todos ellos han estado dispuestos a colaborar y ayudar. De especial significación es que el expresidente Piñera haya firmado, aun cuando su coalición no haya querido. Que quienes han tenido la responsabilidad del Estado hayan estado disponibles a los acuerdos revela una fortaleza democrática que amerita ser valorada y ojalá imitada. Se conecta con un anhelo profundo, que la encuesta CEP reflejó: prefieren líderes que lleguen a acuerdos versus los que imponen sus ideas. Y los jóvenes también dan luces de esperanza. Un estudio realizado por Loreto Cox, de la Escuela de Gobierno UC, mostró que “la mirada de los chilenos de hoy castiga el apoyo al Golpe y a la dictadura”, y quienes más lo hacen son, por lejos, los jóvenes. El país está mayoritariamente a favor de mantener siempre presente el tema de las violaciones a los derechos humanos (52,7%) ocurridas en dictadura y que el Estado ponga más esfuerzos en la búsqueda de información sobre los detenidos desaparecidos (58%). Una muy amplia mayoría también está a favor de buscar la reconciliación y mirar hacia el futuro (66%).

Muy significativos resultados, pues la posibilidad de futuro en paz y democracia está unido a la memoria y a la elaboración del duelo, y aquello pasa por la escucha y el respeto hacia quienes sufrieron horribles dolores. Y a la más firme decisión y convicción de que esto que nos pasó a todos y todas, que tan bien muestra la obra de Jaar, como es la tragedia de vivir sin democracia, nunca más puede volver a pasar en Chile.

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