Columna de Paula Walker: No ha sido fácil



La cuenta pública presidencial fue una declaración política de un Presidente que no la ha tenido fácil. Y así mismo lo dijo él. Pidió menos rabia en las discusiones y más lucidez. Menos insultos y más conversación. Cuando las personas son honestas en política se nota y también se nota cuando son dominadas por la vanidad.

Algunos ejemplos de la honestidad presidencial: frente a los resultados de la primera convención constituyente, aquella que llenó de ilusión a una mayoría abrumadora y diversa que sí quería una nueva Constitución, el Presidente fue lapidario. Les enrostró que no fueron capaces de generar entendimiento, unidad y encuentro. Dijo que generaron un clima de intolerancias recíprocas y de enfrentamientos. En Twitter, uno que otro exconstituyente estaba enojado por la honestidad presidencial.

Luego habló del Estado con el que se ha encontrado en estos 15 meses de gobierno. Lo tildó de conformista, burócrata y sin terreno: “es difícil vencer la burocracia del Estado. Siempre hay alguien que dice no”. Puras verdades que se arrastran hace décadas, sin cambio alguno. En otro ámbito, el Presidente ha sido el único que hasta ahora le ha dedicado más tiempo en su discurso a hablar sobre infancia, sobre los derechos de los niños y niñas, más allá de nombrarlos al pasar. Y ha dicho que “los niños no nacen delincuentes”, desafiando la creencia permanente de que la pobreza equivaldría a criar delincuentes.

Este discurso es la carta de navegación político-comunicacional del gobierno. Lo hace una vez ponderada la experiencia de sentarse en La Moneda y comprender los problemas y renuncias que significa el cargo. Enumeró los valores que guían su gestión: más libertades, más solidaridad, más crecimiento y mejor distribución de la riqueza, más sustentabilidad y respeto por la naturaleza, más diversidad. Describió el lugar desde donde está parado y comunicó que ha reordenado sus prioridades dadas las incertidumbres, miedos, tensiones y retrasos que tiene Chile.

Construir acuerdos es un camino poco sexy para la galería de hoy. El tono que cunde en las redes sociales es la ofensa, desprestigio, insultos, gritos, imposiciones. Resulta más fácil golpear y luego preguntar. La violencia de las calles manda. Por eso elegir los acuerdos, a la usanza de Aylwin, es un camino cuesta arriba, pero ultracorrecto.

Es probable que los tiempos que vivimos nos sorprendan permanentemente y las cosas no vuelvan a ser “como antes”. Esa nostalgia por el Chile de antaño inunda con cierta orfandad a algunos sectores, quienes frente a los problemas prefieren buscar las recetas pasadas a sabiendas que están agotadas y que no responden al estándar actual. Ya no se puede mirar para el lado, hacer como que las cosas no suceden y no ir a la raíz de los problemas. El liderazgo del Presidente Boric conversa con estos tiempos inciertos, aunque no sea visible para fuerzas políticas ancladas en la manera de ejercer el poder de las últimas décadas.

Por Paula Walker, profesora Escuela de Periodismo Usach

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