Columna de Rolf Lüders: Solidaridad



Una reforma al sistema de pensiones se hace necesaria porque el nivel de estas se ha visto severamente afectado, entre otras cosas, por las mayores que previstas lagunas previsionales y expectativas de vida de los trabajadores. Además, hay quienes sostienen que nuestro sistema de pensiones debe ser reemplazado porque, al ser de capitalización individual, carecería del componente de solidaridad característico de todo esquema de seguro social.

La reforma previsional es un asunto complejo, que se viene debatiendo públicamente desde hace tiempo. La Presidenta Michelle Bachelet nombró dos comisiones al respecto (Marcel en 2008 y Bravo en 2015), que emitieron competentes informes. Basados en ellos y también en otras consideraciones, ya se introdujeron el Pilar Solidario y la Pensión Garantizada Universal (PGU). Sin embargo, estas medidas no han resuelto el problema de las relativamente bajas pensiones de la clase media.

El debate público antes mencionado ha dejado de manifiesto, entre otras cosas, que en la población existe una marcada preferencia por lograr que el aumento de las pensiones se haga incrementando la tasa de imposición, en vez de -al menos en parte- aceptar un aumento en la edad de jubilación. Esta última medida se tendrá que tomar inevitablemente más bien antes que después, y debiera por ello ser ahora considerada.

El mismo debate ha dejado en claro que los trabajadores exigen (1) que el total del incremento en las imposiciones para pensiones vaya a engrosar sus cuentas de ahorro individuales; (2) que no tienen mayor oposición a la creación de una administradora de fondos de pensión estatal; y (3) que no hay una mayor objeción a permitirle a otras instituciones -además de las actuales administradoras- manejar fondos de pensiones.

Las mencionadas medidas implícitas pueden ser efectivas para aumentar las pensiones de los futuros jubilados, pero no lo son para hacerlo para aquellas que perciben las personas actualmente retiradas. Por ello y para financiar el aumento de las pensiones de estas últimas, el gobierno está proponiendo que la mitad de la cotización del 6 por ciento adicional vaya -en vez de ir a capitalización individual- a un fondo de reparto. Se argumenta -y se insiste en ello una y otra vez- que esta sería además la forma de introducirle un componente de solidaridad a la reforma.

Pero esto es absolutamente falso. La solidaridad es un valor humano que consiste en ayudar a otra persona de manera desinteresada. Por ello, en estricto rigor y por su obligatoriedad, ningún sistema de pensiones -sea de capitalización o de reparto- la incentiva. En cambio, si consideramos solidario a todo esquema de pensiones con efectos redistributivos, el actual sistema chileno de pensiones -por la existencia del Pilar Solidario y de la PGU- ya lo es.

Por Rolf Lüders, economista

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