Columna de Stéphanie Alenda: ¿Quo vadis Chile Vamos?



En la última encuesta CEP, el Partido Republicano se posicionó como líder en simpatizantes con un 10% de las menciones (+8 desde 2022), mientras José Antonio Kast ganó 9 puntos en evaluación positiva. Aunque Evelyn Matthei aparece como el personaje político mejor evaluado, estos resultados plantean una incógnita sobre la capacidad de Chile Vamos de revertir la hegemonía republicana.

Como bien señalan Gidron y Ziblatt, el éxito de la derecha radical no puede ser entendido sin considerar las decisiones y estrategias de la derecha tradicional. Al revés, la literatura sobre las derechas radicales ha puesto en evidencia la aparente tensión de aquellos partidos entre dos lógicas: la competencia electoral y la afirmación doctrinal.

La fallida acusación constitucional en contra del ministro Marco Antonio Ávila dio una muestra contundente de la debilidad organizacional de Chile Vamos. Sacó a relucir ciertas descoordinaciones y diferencias internas, al origen de las oscilaciones de la coalición entre endurecimiento y diferenciación. En reiteradas oportunidades, la presidenta de Evópoli se declaró renuente a que la centroderecha se acerque demasiado a Republicanos. Sobre la reforma previsional, Evópoli se mostró inicialmente favorable a volver a la propuesta del 3% destinado a un fondo solidario. RN presentó su propia alternativa de asignación del 6% a cuentas individuales, defendiendo cierta concepción de la solidaridad y el apoyo al género femenino. Por su parte, la UDI condicionó su participación en la mesa de pensiones a la salida del ministro Giorgio Jackson, táctica de la que se desmarcaron sus socios.

Por contraste, el Partido Republicano ha sabido conjugar dos estrategias claras que le han permitido ampliar sus bases de apoyo tradicional hacia electorados con identidades políticas más difusas: una estrategia institucional y de legitimación hacia la opinión pública; otra de defensa de su proyecto ideológico. Por un lado, sus dirigentes han destacado las coincidencias entre varias de las enmiendas propuestas por su partido y los sondeos de opinión, tanto en materia de reformas políticas como de contenidos que deberían figurar en una nueva Constitución, como la libertad de elegir el régimen de salud o la institución que administre los ahorros previsionales. Por otro lado, algunas de las enmiendas propuestas tuvieron un carácter netamente identitario al representar solo a una minoría doctrinaria, particularmente en asuntos morales como la eventual derogación de la ley de aborto de tres causales. Tanto la UDI como RN se sumaron a esa agenda antiaborto. Sin embargo, en la encuesta CEP, un 79% de los chilenos se declaró favorable al aborto en algún contexto.

Los estudios sobre las interrelaciones entre la derecha tradicional y radical suelen ser escasos cuando resultan fundamentales para entender la evolución de los posicionamientos de cada una de estas fuerzas políticas y sus influencias recíprocas. Un análisis preliminar de estas permite concluir que la ambivalencia del Partido Republicano le ha traído réditos. Sugiere también que, en esa disputa hegemónica, Chile Vamos no podrá prescindir de la construcción de un proyecto político, tampoco de un diseño organizacional-estratégico más claro.

Por Stéphanie Alenda, directora de Investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello

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