Compras lujosas en el Estado



SEÑOR DIRECTOR:

La fallida compra de autos de alta gama por parte del Poder Judicial ha generado innumerables y justificadas críticas. Más allá de lo poco estético del tema, este acontecimiento deja en claro la gran disociación que existe entre el mundo privado y todo el aparataje estatal. Mientras el país vive un estancamiento a nivel de actividad agregada, o incluso un retroceso per cápita, con pérdida de empleos y peores condiciones de vida, el sector público en los hechos parece no enterarse; el despilfarro continúa, la mala gestión de recursos sigue ahí inmutable, y los sueldos, puestos y cargos “de confianza” siguen creciendo.

El caso de los autos de lujo es apenas una pequeña muestra del enorme desperdicio de recursos que sin ninguna duda ocurre en diversas reparticiones estatales. Botar dinero a la basura no solo se manifiesta comprando cosas innecesarias, sino que también manteniendo toda una maquinaria pública gigantesca y, en muchas ocasiones, con personal que no cuenta con las aptitudes para el cargo, o peor aún, en cargos que no se necesitan, todo pagado con dinero de los contribuyentes.

Es por eso que cualquier reforma que busque llevar más recursos al malgastador Estado seguirá siendo repudiada por la población. Las personas que producimos la riqueza -el mundo privado, no el público, que es el que la toma- estamos cansadas de seguir alimentando a un gordo obeso, sobre todo si este gordo sigue fracasando cada vez más en dar seguridad y en reducir el estorbo que genera para el progreso.

Félix Berríos Theoduloz

Economista

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