De cadencia

En la poscrisis política que viviremos después del 4 de septiembre podría resurgir la DC como el necesario buffer de la política chilena. Esa será la última oportunidad, o de lo contrario vendrá la dispersión que anunció el senador Huenchumilla.



El día del cambio de mando ocurrió un hecho con alta carga simbólica para la DC. Pese a que dicho partido estaba completamente ausente en la ceremonia, los 4 participantes compartían un vínculo con dicho partido. El ex Presidente Piñera, el del Senado, Álvaro Elizalde, su par de la Cámara, Raúl Soto, y el mandatario entrante, Gabriel Boric, son hijos de personas que pertenecieron a la Democracia Cristiana, y sus militancias actuales no son en dicho partido. El curioso hecho, notado por el tuitero @delecuna, muestra en toda su plenitud el drama del otrora partido más poderoso de Chile.

El senador Francisco Huenchumilla frente a la evidente decadencia que vive dicha tienda ha propuesto abiertamente que se disuelva y cada uno tome su camino. En el fragor de la decisión de la junta de haberse inclinado por el Apruebo, como quería la directiva, dos destacadas mujeres de dicha tienda como lo son la senadora Rincón y la alcaldesa Pizarro se enfrascaron en una contienda en redes sociales que incluyó frases en el ámbito personal. La misma senadora en una entrevista en este diario recuerda amargamente cómo su partido no respetó la decisión de la militancia respecto a su candidatura presidencial.

Pese a la decisión de alto costo de apostar por el Apruebo, la DC no fue incluida en las 15 colectividades políticas que estarán en la campaña por dicha opción, y sin duda que veremos en la franja contraria a notorios militantes como el ex Presidente Frei o el único convencional que tenían. Pase lo que pase, pareciera que la DC saldrá perdiendo, contrario a lo que fue su tendencia y característica en toda su historia.

No es la primera vez que sufre quiebres importantes que amenazan su existencia, y en las anteriores ha logrado sobrevivir. El que tiene más carga histórica ocurrió en el gobierno de Frei Montalva, donde un grupo de militantes de la juventud de dicho partido encaró al ministro del Interior por la matanza de pobladores en Pampa Irigoin, hecho que fue aprovechado por el candidato Salvador Allende para sumar agua a su molino. Si bien ahora el quiebre es hacia la derecha, no hay en La Moneda alguna imitación a la muñeca política de entonces, para así atraer al gobierno al ala más izquierdista para sumar voluntades y votos, necesarios en estos días.

¿Será que los nuevos tiempos no soportan un partido basado en la Doctrina Social de la Iglesia, y moderador en épocas de polarización? La evidencia es que dicho partido ha sobrevivido a todas sus crisis anteriores justamente por ese rol, y podría ser que después de pasados los meses de encono que viviremos, su calma y en especial sus votos bisagras en el Congreso sean decisivos para construir algún acuerdo necesario sobre cómo seguiremos conviviendo durante este tiempo.

Aunque en el papel suena razonable, en la realidad no existe. No solo los electores le han dado la espalda y el socialismo democrático es la nueva bisagra de la política. También al alero de los ingentes fondos para el Rechazo han surgido nuevas alternativas centristas que seguramente se convertirán en fuerzas políticas si gana dicha opción. Pero todavía queda mucho por andar, y en la poscrisis política que viviremos después del 4 de septiembre podría resurgir la DC como el necesario buffer de la política chilena. Esa será la última oportunidad, o de lo contrario vendrá la dispersión que anunció el senador Huenchumilla.

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