Finanzas públicas y aporte minero

En momentos donde se requiere que Codelco se recupere de sus pobres resultados operacionales, y al mismo tiempo es indispensable desarrollar nuevas fuentes de riqueza como es el caso del litio, el gobierno se entrampa en fórmulas que buscan potenciar el rol estatal.



De acuerdo con las últimas cifras del Ministerio de Hacienda, pasaremos de un superávit fiscal el 2022 a un déficit que será algo mayor al proyectado. La caída en los ingresos tributarios por el menor crecimiento económico y aporte de la minería privada, junto con la caída en los ingresos del litio y el desplome de los excedentes de Codelco al Fisco en un 40%, explican en parte estos resultados.

Nuestros recursos naturales han sido no solo una fuente de progreso para el país, sino que han permitido financiar múltiples programas sociales. Durante los últimos años, el importante aumento en la demanda por litio a nivel mundial, sumado a que Chile cuenta con el 40% de las reservas mundiales, no solo se asomó como una nueva fuente de progreso, sino también como una fuente de ingresos permanentes para financiar las futuras urgencias sociales de la población y aportando a la convergencia fiscal.

Pero si bien Chile tiene una posición de liderazgo en el mundo en reservas y producción de litio, no corremos solos y la competencia está lanzada. China, Argentina -país que en el último tiempo ha recibido cuantiosas inversiones en este sector-, Estados Unidos y Canadá en su conjunto cuentan con el 26% de las reservas mundiales de litio. El gobierno hace unos meses optó por una estrategia distinta a la que permitió el desarrollo exitoso de la industria del cobre, donde el sector privado jugó un rol fundamental. Y no sólo optó por involucrar al gobierno en todo el ciclo productivo y control del llamado “oro blanco”, sino que además le encomendó a Codelco liderar su desarrollo futuro de la industria y evaluar alternativas posibles.

El presidente de Codelco se preguntaba hace unos días qué empresa está mejor preparada que dicha compañía para el negocio del litio en Chile. Es cierto que Codelco tiene una vasta experiencia, conoce bien el territorio y el relacionamiento con comunidades, y posee experiencia en desarrollar asociaciones con privados. Pero su situación actual y sus enormes y complejos desafíos futuros no son su mejor carta de presentación para concentrar su atención en el complejo desarrollo de las oportunidades futuras que presenta esta industria. La estatal tiene importantes problemas de producción, retrasos y sobrecostos en sus proyectos estructurales, enfrenta mayores costos de producción, y un desplome de los excedentes y aportes al Fisco.

Es difícil imaginar una decisión de esta naturaleza, en que a una compañía con esa magnitud de problemas en su negocio principal se le encomiende otro de igual o más complejidad, como es el litio, pero el sector público se permite estas apuestas que, de no resultar, la cuenta la pagarán sus dueños, es decir, todos los chilenos.

En momentos donde se requiere que Codelco se recupere de sus pobres resultados operacionales y complejos desafíos que tiene en el mediano plazo, y al mismo tiempo enfrentamos la necesidad de desarrollar nuevas fuentes de riqueza como es el caso del litio, el gobierno se entrampa en lo estatal y no aparecen a la vista grandes inversiones en el sector minero. Hoy, el sector privado podría estar participando en una nueva área de desarrollo del litio de haber continuado la licitación de los contratos especiales de operación, todo lo cual dibuja un complejo panorama para nuestras finanzas públicas.

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