Grave deterioro del barrio Meiggs

El hecho de que varios comerciantes estén abandonado el barrio, pese a que éste fue objeto de un plan de intervención especial, ilustra las dificultades que tiene el Estado para asegurar el orden público.



A pesar de que el plan de intervención del barrio Meiggs había mostrado avances importantes luego de que éste se implementara en mayo del año pasado -en el mes de enero la autoridad informaba con gran satisfacción que los delitos de mayor connotación social habían disminuido respecto de los niveles registrados antes de la pandemia-, la zona muestra hoy una realidad muy distinta, donde nuevamente han vuelto a proliferar los “toldos azules” -el signo más evidente de lo incontrolable que se ha vuelto el comercio ambulante y las mafias que hay detrás de esta actividad-, los comerciantes establecidos alegan que han sido objeto de asaltos y un ciudadano chino fue asesinado recientemente en las instalaciones de un casino clandestino.

Tal como lo reveló un reportaje de este medio, son numerosos los comerciantes que han optado por abandonar el barrio o bien evalúan hacerlo, ante la creciente peligrosidad que se observa. Se trata ciertamente de un hecho particularmente lamentable, porque quiere decir que nuevamente pareciera que estamos frente a un caso donde la delincuencia y las bandas organizadas han terminado por doblarle la mano a la autoridad.

Meiggs era de hecho un lugar especialmente simbólico para demostrar que el plan de recuperación de espacios públicos era una realidad y estaba rindiendo frutos. El comercio ambulante había proliferado sin límites, y desde luego produjo fuerte conmoción el asesinato de una periodista producto de un disparo en la cabeza, en el marco de la conmemoración del Día del Trabajo. No se trataba solo de despejar las calles de los “toldos azules”, sino que ante todo de desbaratar a peligrosas bandas y dar una señal de que los espacios públicos pueden ser recuperados para la ciudadanía y con ello traer un mejoramiento en la calidad de vida de los vecinos y locatarios.

El plan de copamiento del barrio que se llevó a cabo el año pasado -medida que fue impulsada por la Delegación Presidencial de la Región Metropolitana y que también contó con el apoyo de la Municipalidad de Santiago- solo permitió unos meses de respiro, pero tal como indican algunos locatarios, “ahora estamos igual o peor que antes”. Es indispensable que la autoridad brinde explicaciones más acabadas acerca de las razones de este retroceso, que todo indica se debería a un relajamiento de las medidas de seguridad y de los activos controles que durante un tiempo se llevaron a cabo contra el comercio ilegal.

Para la ciudadanía resulta frustrante que un plan que fue anunciado con gran espectacularidad, y que prometía una intervención de largo plazo, haya terminado diluyéndose. Esto no solo implica profundizar la desconfianza que existe respecto del quehacer de las instituciones, sino que además ilustra las dificultades que tiene el Estado para asegurar el orden público y garantizar que el Estado de Derecho no siga debilitándose. A la luz de estos antecedentes es legítimo interrogarse si otras zonas que están siendo objeto de intervención podrían correr la misma suerte que Meiggs.

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