Por Pilar Larroulet, Instituto de Sociología, P. Universidad Católica de Chile; Damian Clarke, Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile; Emilia Brito, Centro de Conflicto y Cohesión Social; Francisco Pino, Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile, Centro de Conflicto y Cohesión Social; y Sonia Bhalotra, Universidad de Essex

Con la llegada del Covid, miles de familias han debido permanecer encerradas en sus hogares, aumentando de manera significativa el tiempo compartido y minimizando el contacto con otras redes sociales externas como los amigos y el trabajo. Si bien estas restricciones al movimiento fueron urgentes para responder al alza del contagio, han tenido implicancias en otros problemas sociales y de salud. A nivel mundial y desde el inicio de la pandemia se ha evidenciado un alza en violencia intrafamiliar (VIF), específicamente en la que tiene a la mujer y a los niños/as como víctimas.

En el caso de Chile, las llamadas a teléfonos de ayuda aumentaron en cerca de 300% en comparación con el período previo a marzo de 2020. A modo de comparación, mientras que el Fono Familia de Carabineros recibió poco más de mil llamadas por VIF en mayo de 2019, el número ascendió a casi cinco mil llamadas en mayo de 2020, cuando cerca del 40% de la población nacional estaba en cuarentena.

Al analizar el efecto causal de las cuarentenas en Chile, vemos que el aumento en llamadas es significativamente mayor en aquellas comunas que entran a cuarentena, en comparación con comunas de similares características pero que no lo hacen, no entran a cuarentena. Parte importante de este aumento pareciera ser consecuencia de las restricciones en movilidad y, por tanto, de que las mujeres han estado más expuestas a sus agresores. Sin embargo, otros factores presentes en el contexto de pandemia actual también permiten explicar el aumento de VIF. Los resultados muestran, por ejemplo, que comunas con mayor riesgo de experimentar desempleo, medido en este caso en función de los sectores económicos más prevalentes, presentan mayor incremento en VIF.

¿Y qué pasa cuando termina la cuarentena? El número de llamadas disminuye, pero nunca vuelve al nivel previo a la pandemia. Estos resultados permiten presentar distintas hipótesis que parece fundamental esclarecer.

Por un lado, la experiencia de la cuarentena podría haber generado cambios permanentes en la conducta, de manera tal que relaciones que antes no estaban enmarcadas en un contexto de violencia, hoy sí lo están y han permanecido de este modo. Otra razón que explicaría la continuidad en el alza de llamadas es la permanencia de otros de los mecanismos posibles: si bien la movilidad ha aumentado postcuarentena, el estrés económico y la incertidumbre permanecen. Sea cual sea la explicación, esta es una mala noticia y requiere pensar en políticas que permitan revertir las consecuencias de largo plazo en la pandemia oculta de VIF generada por el Covid.

Uno de los resultados más preocupantes es que, a pesar del aumento en llamadas, las comunas con cuarentena muestran una disminución en los casos reportados a la policía, principalmente durante los tres primeros meses de encierro. Si bien esta tendencia sí se revierte al salir de cuarentena, las denuncias “perdidas” generan preocupación. Facilitar y fomentar la denuncia de violencia es, sin duda, uno de los grandes desafíos para los meses que vienen, de manera de dar respuesta a aquellas mujeres que están viviendo violencia y prevenir una escalada en la misma con consecuencias que tengamos que lamentar.

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