Renuncia de decano de la Universidad de Chile



SEÑOR DIRECTOR

La renuncia de Davor Harasic al decanato de Derecho de la Universidad de Chile se produce tras una larga toma, pero también en medio de un inédito movimiento nacional. Su gestión es opinable, pero debe darse vuelta la página. Eso sí, enfrentados a la elección de nuevas autoridades en Derecho, debemos hacer una autocrítica de sobre la conducción de la Escuela en los últimos años. Como profesores de los futuros abogados y abogadas estamos obligados, por el lugar que ocupa la facultad en la formación del país.

Hoy la Escuela es muy distinta a como la recibió el exdecano en 2015. Se incorporó un número significativo de investigadores, lo que debe continuar. El Consejo de Facultad acordó ampliar las vacantes, lo que representa desafíos a profesores, estudiantes y funcionarios. El ambiente enrarecido de los últimos años requiere un liderazgo reconocido, de un profesor o profesora que cuente con aprecio de la Academia, pero también del foro de la profesión que son algunos de los atributos que debe tener un decano de "la Chile". Las nuevas autoridades deberán acoger las legítimas demandas del movimiento feminista. Nos encontramos en medio de un proceso de reforma curricular que, para llegar a buen puerto, debe hacerse con el consenso de docentes, pero también mirando el futuro de la profesión.

Por el bien del país y la universidad, el futuro decano debe aunar a los distintos académicos que habitan la Escuela. Somos formadores de estudiantes que ocuparán un lugar destacado en la República y que, además de Derecho, aprenden sus prácticas ciudadanas en el patio de la Facultad, por lo que debemos ser los primeros en concordar cómo resolver diferencias de modo pacífico, dejando atrás recriminaciones y mirar con nuevo espíritu el futuro.

Francisco Agüero Vargas

Profesor Asistente Facultad de Derecho, Universidad de Chile

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