Restricciones al uso de celulares en colegios: un debate necesario

Celulares

Resulta pertinente establecer regulaciones más estrictas al uso de estos dispositivos en los colegios, porque permitir un uso discrecional genera una serie de efectos adversos para los procesos formativos, pero también para la sociedad.



Una serie de colegios han anunciado por estos días que a partir de 2024 introducirán una serie de restricciones respecto del uso de celulares, sumándose a otros establecimientos que ya venían aplicando medidas similares. Las reglamentaciones varían de un colegio a otro, pero en general apuntan a crear espacios “libres de celulares”, prohibiendo a los alumnos su uso durante toda la jornada escolar. Estas reglamentaciones han abierto el debate acerca de la pertinencia de una medida así, pues hay quienes postulan que el uso de un teléfono celular forma ya parte del diario vivir, y por tanto restringir su uso implicaría pasar a llevar un derecho de los alumnos y las familias.

En Chile no hay una norma que regule expresamente el tema -sin perjuicio de que en el Congreso se han presentado algunas iniciativas legales que apuntan a prohibir su uso-, por lo que su reglamentación ha quedado entregada a cada comunidad escolar.

En otros países desarrollados ya existen legislaciones expresas sobre esta materia, varias de las cuales apuntan a establecer regulaciones estrictas para el caso de los celulares. Es el caso de Francia, donde por ley no se permite el uso de teléfonos en las dependencias escolares ni en las salas de clases, excepto por razones muy excepcionales. Otras legislaciones, como el caso italiano, no restringen del todo la presencia de celulares en los colegios, pero sí la prohíben dentro de la sala de clases.

No cabe duda de que las nuevas tecnologías han sido una herramienta muy valiosa para poner a disposición de alumnos y docentes un sinnúmero de contenidos y herramientas pedagógicas para reforzar los aprendizajes. Pero también hay evidencia internacional que muestra que el exceso de tecnología puede finalmente afectar los rendimientos académicos de los alumnos, en tanto que dichas investigaciones también han podido constatar que la presencia de un celular puede ser un elemento altamente distractivo para los alumnos.

En nuestro país se estima que alrededor del 70% de los menores de edad tienen acceso a un teléfono celular, destinando varias horas del día a la pantalla. Un estudio de la Universidad de los Andes (2018) sobre adicción al celular en los colegios ya indicaba que el 87% de los encuestados llevaba el teléfono todos los días al colegio, y el 70% reconoció usarlo en la sala de clases.

Es a la luz de esta evidencia que resulta pertinente buscar establecer regulaciones más estrictas al uso de estos dispositivos en los colegios, porque permitir un uso discrecional y sin reglas presenta el riesgo de generar una serie de efectos adversos para los procesos formativos, pero también para la sociedad como un todo.

Uno de los mayores problemas que presenta nuestro sistema educacional es que por la vía de exacerbar los derechos y escasamente los deberes se ha terminado por distorsionar el sentido de lo que implica un proceso formativo, particularmente debilitando la autoridad de los profesores en la sala de clases. La falta de sentido de autoridad daña profundamente los procesos formativos, y el hecho de que en las aulas se consienta el uso de teléfonos sin control alguno ha contribuido a potenciar aún más este fenómeno. De allí que en la medida que los colegios establezcan reglas más estrictas sobre el uso de estos dispositivos restaura sanos hábitos de responsabilidad y disciplina, devolviendo la autoridad los docentes y facilitando su rol de educadores.

Es a la esencia de un colegio que en éste existan reglas y se limiten ciertos derechos -es el caso por ejemplo cuando se exige el uso obligatorio de uniforme-, pero hoy en día cunden las miradas que recelan de ello, asimilando determinadas libertades a un derecho, debilitando con ello el sentido de autoridad, un valor que resulta indispensable para la vida en sociedad. Cuando discutimos de derechos y obligaciones en el ámbito educacional, es evidente que el uso de un celular no es un derecho, sino una posibilidad de ejercicio de una libertad, pero que necesariamente debe subordinarse a los objetivos más centrales de la educación.

Si bien el celular es una herramienta muy importante para la comunicación, no es fundamental para los procesos educativos, y puesto que se trata de un fuerte distractor, su regulación resulta pertinente. Los colegios hacen bien en dar pasos en esa dirección, y es importante respetar las decisiones que al respecto adopte cada comunidad escolar.

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