Una nueva educación



Por Matías Reeves y Alejandra Arratia, Educación 2020

Llegamos al 8 de septiembre de 2020 cumpliendo 12 años de vida, paradójicamente, en un año marcado por las clases presenciales suspendidas. Algo inédito en la historia educacional de nuestro país y el mundo entero.

El 2020 ha resultado ser el año en que la educación se ha visto tensionada a cambiar, e impulsar transformaciones profundas que permitan asegurar el aprendizaje de todos y todas. La pandemia ha hecho todavía más patente que, pese a importantes avances en la estructura y organización del sistema educativo a lo largo de la última década, la experiencia formativa de muchos estudiantes no ha mejorado, y las abismantes brechas de desigualdad se mantienen, haciéndose aún más brutales en un contexto como el actual. Pero es justamente este año, el mismo que ha desafiado a la educación a nivel global, el que abre la oportunidad única de reivindicar el derecho a la educación, desde una perspectiva integral, en una nueva Constitución.

Nos encontramos frente a un momento histórico de pensar el rol de la educación en este nuevo Chile que comienza a configurarse y que tiene como punto de partida el proceso constituyente. Soñamos un Chile en el que se resguarde la educación como política de Estado, con visión de largo plazo y que sea capaz de articular el compromiso transversal de todas y todos los actores; un futuro en el que no solo esté garantizado el derecho a acceder a la educación, sino que también el derecho a aprender y desarrollarse en la escuela, considerando las distintas dimensiones de la formación humana, así como consagra, de hecho, el artículo 2 de la Ley General de Educación en nuestro país. En este Chile que emerge, es fundamental una educación inclusiva e intercultural, que favorezca el desarrollo de trayectorias formativas positivas, y que promueva la capacidad tanto de continuar aprendiendo a lo largo de la vida como de participar activamente de la ciudadanía global, haciendo frente a las múltiples crisis sanitarias, económicas, climáticas, tecnológicas y políticas del mundo actual. Si no impulsamos estos cambios ahora, entonces ¿cuándo?

La educación es la piedra angular en la construcción de una sociedad más justa y democrática, y creemos que el cambio de paradigma hacia una educación más humana debe ser un eje central. Si no cambiamos la educación, tampoco cambiaremos Chile.

Es crucial que en esta nueva educación asumamos la complejidad de la experiencia formativa, en que, tal como lo dijera Gabriela Mistral, es necesario “enseñar con la actitud, el gesto y la palabra” en lo cotidiano, pero también en lo estructural y en las normas que rigen el sistema educativo. Una educación de calidad más humana es el principal y verdadero reto para el cual toda la ciudadanía debe sentirse convocada a trabajar. Y en este 2020 tan particular, en Educación 2020 renovamos nuestro compromiso, por una nueva educación para un nuevo Chile.

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