Vertiginoso avance en la agenda de seguridad

Aun cuando cabe reprochar que solo con motivo del asesinato de tres carabineros el gobierno y el Congreso se afanaran en destrabar la agenda legislativa en materia de seguridad pública, resulta valioso que el sistema político haya enviado una señal de unidad frente a este tema.



Ha sido una semana legislativa como pocas, donde el tema de la seguridad pública prácticamente dominó la agenda. Tres proyectos que habían estado durmiendo durante mucho tiempo -Reglas de Uso de la Fuerza, Ley Antiterrorista y Ministerio de Seguridad- presentaron importantes grados de avance, ya fuera en la Cámara de Diputadas y Diputados o bien en el Senado.

Esta suerte de vorágine ha sido consecuencia directa del vil asesinato de tres carabineros en la zona de Cañete, un caso que ha conmocionado al país y que ha obligado al sistema político a entregar señales claras a la ciudadanía de que frente a un hecho de esta naturaleza no cabe la pasividad y debe actuarse en forma unida.

Desde luego, al analizar pormenorizadamente lo aprobado en cada uno de los proyectos habrá distintas evaluaciones, y aun cuando ciertamente legislar de esta forma apresurada encierra el riesgo de que se produzcan fallas técnicas, cabe valorar en todo caso que el Congreso esta vez se haya aplicado en destrabar estas iniciativas, para lo cual tanto el Senado como la Cámara suspendieron su semana de receso a fin de abocarse a estas urgentes tareas.

A la par, el Presidente de la República, comentando el crimen de los policías, también entregó importantes definiciones. “Sin seguridad no hay libertad, sin libertad no hay democracia y sin democracia no hay justicia”. No cabe duda de que sus palabras no solo resumen de manera acertada los principios que aquí están en juego, sino que también deberían entregar criterios particularmente orientadores respecto de la actitud que cabría esperar del propio gobierno en la forma cómo pretende enfrentar los temas de seguridad pública de ahora en adelante.

Las declaraciones del Mandatario también constituyen una fuerte interpelación a los miembros de su propio sector político, donde sigue habiendo quienes recelan de la labor de Carabineros, o del apoyo que las Fuerzas Armadas puedan prestar en el control del orden público. En la discusión de estos proyectos estos prejuicios ideológicos una vez más afloraron -es innegable que en la oposición también hay sectores cuya aproximación al tema de la seguridad peca de sus propios sesgos ideológicos-, pero cuando menos es una señal especialmente simbólica que en esta oportunidad el marco general para las reglas del uso de la fuerza haya sido aprobado por unanimidad en la Cámara, sin perjuicio de artículos en particular que fueron rechazados, como por ejemplo devolver la competencia de la justicia militar para conocer aquellos delitos imputados a militares en el contexto de estados de excepción constitucional o de custodia de infraestructura crítica.

Es ciertamente lamentable que solo con ocasión de estos trágicos acontecimientos el Congreso se viera impelido a abordar esta agenda de seguridad, lo que desde luego debe ser un llamado de alerta para el quehacer parlamentario. Esto porque la crisis de inseguridad lleva ya años instalada en el país, con el agravante de que en el último tiempo el enquistamiento del crimen organizado, el aumento de los homicidios, la proliferación de asaltos y la extrema violencia con que estos actos se cometen -y que han elevado el temor a niveles inauditos- deberían haber sido motivo suficiente para haber acelerado esta agenda y otros temas que siguen pendientes, como una nueva ley de inteligencia. Esta injustificada demora para tratar con urgencia los temas que más apremian a la ciudadanía es una de las razones que permiten explicar por qué el Congreso y los partidos se encuentran entre las instituciones peor evaluadas por los chilenos.

Con todo, y más allá de que estos tres proyectos todavía no concluyen su tramitación parlamentaria -de modo que en las semanas venideras podría haber retrocesos o sorpresas respecto de lo que se legisló esta semana- quizás la señal más potente que dio el sistema político es haber mostrado tanto al Presidente como a la mayor parte del Congreso sin fisuras en cuanto a la importancia de hacerse cargo de la inseguridad que vive el país. Imágenes como estas nos resultan inusuales, pero podrían ser ejemplificadoras de lo que se puede avanzar cuando se buscan acuerdos en bien del país.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.