Columna de Óscar Contardo: "Greta en el fin del mundo"

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Greta Thunberg, la joven activista sueca en contra del cambio climático.

¿Por qué ningún adulto logró antes la atención y visibilidad que sí obtuvo Greta Thunberg?... Los niños que se conducen como mayores me incomodan; los adultos que actúan como niños me aterrorizan, sobre todo cuando tienen todo el poder del mundo en sus manos.



Los niños que parecen adultos me incomodan. Hay algo en esos modos exagerados y sabihondos que suelen usarse como un rasgo de inteligencia superior, o madurez prematura, que me hace sospechar del medio que los rodea o derechamente de un sufrimiento solitario que se compensa con una máscara de viejo que se exhibe como un talento. Para mí, un niño haciendo cosas de adulto es un niño mortificado. Evito verlos cuando se transforman en celebridades -la televisión cada tanto exhibe uno- y prefiero guardar cualquier opinión sobre él o ella: un adulto descalificando o haciendo mofa de un niño es algo no solo excesivo, sino brutal.

Greta Thunberg es sueca, tiene 16 años y se transformó en celebridad a los 15, cuando lideró las protestas estudiantiles que presionaban al Parlamento de su país por políticas más eficaces para enfrentar el cambio climático. La figura de Thunberg pasó de la nota de anecdotario internacional en el noticiero, a las portadas de revistas en cuestión de meses. Con la misma velocidad comenzó a recibir ataques de sectores políticos que niegan el cambio climático. Algunos han descrito a Thunberg como un títere del progresismo, los más despiadados han ridiculizado su aspecto, el tono de su voz y "la mirada apocalíptica en sus ojos". Las burlas a su semblante son una velada alusión al Trastorno de Espectro Autista que le fue diagnosticado, y al que ella misma ha hecho alusión, no como un escollo, sino como una ventaja que la ayuda a la hora de separar lo relevante de lo accesorio. Greta Thunberg asumió la vocería global de una causa, logró capturar la atención de los medios, de audiencias diversas y, como consecuencia de eso, recibe ataques de adultos.

Cabe preguntarse: ¿Por qué ningún adulto logró antes la atención y visibilidad que sí obtuvo Greta Thunberg?

El alza de temperatura del planeta es sostenida: julio de 2019 fue el mes más caluroso desde que se tiene registro; los incendios que se habían hecho habituales en la costa Mediterránea de Europa, este año se multiplicaron en Siberia; las imágenes de los hielos de Groenlandia derritiéndose difundidos hace una semana ilustraban la manera en que el Ártico se está licuando.

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El alza de temperatura del planeta es sostenida: julio de 2019 fue el mes más caluroso desde que se tiene registro[/caption]

El panel del cambio climático de la ONU advirtió el jueves que la crisis está aquí y no se resolverá con transformaciones parciales, aludiendo específicamente a la magnitud de la desertificación de territorios, una consecuencia directa de la forma de producción de alimentos. La sequía en el Valle Central de Chile continúa, la Región Metropolitana tiene un déficit de lluvias del 72% y el informe de la ONU constató que la desertificación avanza: en la Región de Coquimbo, el 84% del territorio está erosionado. La climatóloga Maisa Rojas ha repetido en varias entrevistas que se trata de una emergencia "de funcionamiento", es decir, de la consecuencia de un modelo económico y político "que es de explotación, conquista y competencia". ¿Era peor en la Unión Soviética? Es muy probable. Los regímenes comunistas provocaron desastres ambientales catastróficos en los países que gobernaron -y en los que siguen gobernando-, pero a estas alturas no se trata de buscar quiénes lo han hecho peor en la historia. Escudarse en esa lógica recuerda las peleas infantiles en donde los involucrados se culpan mutuamente de haber iniciado la gresca. Es el momento de enfrentar que actualmente los países que mayor cantidad de dióxido de carbono emiten son China y Estados Unidos, que hay patrones de consumo que es urgente cambiar y que la escasez de agua es un asunto que afectará intensamente a nuestro país. Ya no se trata de un tema que apele a un puñado de ecohippies, ni de difundir las bondades de las huertas domésticas, sino de una situación en curso que pone en riesgo a millones de personas vulnerables, que remece comunidades, las empobrece y tensiona. Una cadena que inevitablemente tendrá consecuencias en la estabilidad política, sobre todo en los países más pobres.

Greta Thunberg, que estará en Chile durante la COP25 en diciembre, es la forma en la que el mensaje de la crisis se ha encarnado de manera más efectiva en la era de las redes sociales de internet y de la multiplicidad de pantallas. Una época que nos ofrece a todos la posibilidad de refugiarnos en un menú autogestionado de contenidos a la medida. Puede ser irritante escucharla hablar desde el lugar que debiera estar ocupando una persona adulta, pero aun peor es constatar que algunos líderes políticos mundiales -quizás porque no les tocará vivir la peor parte- se resisten a aceptar que el cambio climático no es una teoría ni una proyección, sino un hecho. Y que la solución a la crisis involucra acuerdos multilaterales, esos que la ultraderecha en general detesta.

Los niños que se conducen como mayores me incomodan; los adultos que actúan como niños me aterrorizan, sobre todo cuando tienen todo el poder del mundo en sus manos.

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