Francisco Vidal: "Era parte de la Juventud Nacional golpista"

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Foto: Roberto Candia

A los 19 años partió su vida política en el Partido Nacional, opositor al exgobierno de Allende. El vicepresidente del PPD se define como el primer converso: "Debo haber sido el primer derechista que se cambió de lado".


El 11 de septiembre de 1973 amanecí, con 19 años, como militante de la Juventud Nacional, a la que había ingresado cuando entré al colegio, en el año 1971. Mi tarea en la Juventud Nacional, junto con Andrés Allamand, era que él estaba a cargo de la coordinación de los estudiantes secundarios fiscales y yo en la coordinación de los estudiantes secundarios particulares. Esa era mi tarea política. De hecho, el mismo 11 de septiembre estaba convocada una marcha, la decimoquinta, por la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica. En consecuencia, amanecí con esa lógica, sin embargo, a las 8.30, nos sentamos en el living a escuchar el primer bando en la Radio Agricultura. Fue impactante, sobre todo, como yo estaba muy metido, toda la vida he leído mucho, me impactó que firmara (el bando) Pinochet. ¡Imagínate esos días! Para la oposición de la época, Pinochet era la continuidad de Prats. De hecho, Prats se lo presentó al Presidente Allende y él nombró a Pinochet. Estuvimos pegados a la radio todo el día, acuérdate que en la tele mostraban monitos. Hasta que vino el informe por la radio del bombardeo a La Moneda.

Yo vivía con mi hermana mayor y mi cuñado en su casa, una hermana 20 años mayor. No es menor ese contexto, porque mi cuñado, cuando nos enteramos de todo esto, era diputado en ejercicio de la Democracia Cristiana: Julio Montt Momberg, de quien escuché la primera reflexión en mi camino a la conversión: 'Esto, muchachos, va para largo y va a ser feroz'.

Esa es la primera reflexión que escuché a la hora de almuerzo del 11 de septiembre, interrumpida por el vuelo rasante de un Hawker Hunter que fue el que equivocadamente le tiró un par de rockets al Hospital de la Fuerza Aérea.

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Lo otro que recuerdo de ese día era que la casa donde yo vivía estaba en Las Tranqueras 7866, hoy ya no existe, tenía dos pisos y una buhardilla que miraba a la cordillera. Me fui a ver a la buhardilla y fui testigo presencial del bombardeo a Tomás Moro (calle donde vivía el expresidente Allende). Pero no solo vi el bombardeo, sino que lo que hubo antes, porque se aproximó un helicóptero, un UH1H, que además después supe que lo comandaba en ese entonces el capitán o teniente Mario Ávila, que llegó a general después. El helicóptero se inclinaba y ametrallaba los techos. Yo debo haber estado a 1 km. Lo más impresionante de esta historia es que los que le disparaban al helicóptero, los conocí después en mi conversión: eran Óscar Landerretche padre y Rafael Ruiz Moscatelli, que eran parte del equipo de defensa de Tomás Moro.

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Foto: Roberto Candia[/caption]

El día se termina con un silencio absoluto en las calles, pero la otra impresión que tengo, muy fuerte para mí, es que desde la buhardilla, mirando hacia Santiago Poniente se escuchaba el baleo. Era impresionante. Se veía la ciudad con luz y, al fondo, a lo lejos, baleo, baleo, intermitente. Así terminé mi 11 de septiembre.

Cuando se acabó el toque de queda me junté con dos amigos de la Juventud Nacional, bien impactados, y fuimos al local central del Partido Nacional, que era en el club Fernández Concha, y no había nadie. Sí se veían francotiradores, estoy hablando a las tres o cuatro de la tarde, la ciudad estaba tomada. Yo creo que para la gente común y corriente fue impactante, incluso para los opositores al Presidente Allende.

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Haber sido parte de la Juventud Nacional creo que fue el error de mi vida, siempre lo he asumido. Esto parte cuando salí de la Escuela Militar y me fui al único liceo que me aceptó. Era la moda de ese tiempo no aceptar a los que salían de la Escuela Militar, pero había un liceo fiscal que los recibía a todos. Ese liceo se llamaba Liceo 11 Rafael Sotomayor, que está al lado de la Comisaría de Las Tranqueras. Entonces, cuando entré ahí, siempre motivado por el tema de la política, la fuerza dominante era la Juventud Nacional. Había dos liceos fiscales con dominio de la Juventud Nacional, el mío y el Liceo 14 de mujeres, que quedaba en Padre Hurtado. Me envolví y terminé encargado de los estudiantes particulares pagados, trabajando codo a codo con Allamand, desde ahí lo conozco.

El discurso de la derecha, que nos transmitían de arriba para abajo, era que este (el de Salvador Allende) era un gobierno que iba a la dictadura. Y la expresión de eso, por una parte, era el cercenamiento de las libertades, cosa que si se chequea, nunca ocurrió; el tema del descalabro económico, que objetivamente existía y que se expresaba básicamente en la escasez, después supimos dónde estaban las cosas. Esa era la bronca.

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Foto: Roberto Candia[/caption]

Ahora, el éxito de la derecha de ese minuto es que arrastró a la Democracia Cristiana a esa lógica, obviamente con la colaboración de una parte de la Unidad Popular. Porque si el Presidente Allende le hubiese hecho caso al Partido Comunista no hubiera habido golpe. Pero como no podía hacerle caso a uno y no hacerle caso a su partido, el socialista con la dirección de Carlos Altamirano... Siempre les digo a mis alumnos que cuando Allende amaneció el 11 de septiembre era como una persona que estaba con un pie en cada silla y no podía moverse.

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Fui parte de la Juventud Nacional golpista, claro, exactamente. Y creo que es la reflexión más profunda que he hecho en mi vida, pero siempre asumiéndola, pública y privadamente. Nadie se engaña conmigo. Yo sería como el converso al revés del exministro Rojas. Debo haber sido el primer derechista que se cambió de lado. Pero no el 89, yo calculo que lo que me hizo finalmente darme vuelta es mi ingreso a la Universidad de Chile.

Yo era muy, pero muy regalón de mi madre, que se había casado por segunda vez con un carabinero en retiro, y no me pregunten cómo, un sobrino de ella, primo hermano mío, mirista, buscando refugio, arrancando, llegó a la casa de mi madre. Ella tuvo que inventar un relato para que el paco no se enojara, señalando que era un sobrino que venía del sur. Y ahí, entonces, empecé a escuchar a mi madre y a mi primo. La otra cara. Después vi a mi madre metida a concho, porque mi primo hermano, a su vez, le habló de otros amigos y ella iba casi todos los días al ex Congreso donde estaba el Servicio Nacional de Detenidos a preguntar por distintas personas. Bueno, mi madre terminó en una operación con unas monjas asilando a mi primo hermano en la embajada de Italia, que estaba en Miguel Claro. Entonces, la suma de estas subjetividades, junto con ver que mi partido llegado el golpe se disolvió, el 20 de septiembre, finalmente me sentí estafado.

Después seguí mi vida, como opositor declarado. Entré a militar en el Partido Socialista formalmente en el año 86. Después me metí al PPD, el 87, que era el paraguas que tenía el PS. Eso me permitió ser jefe del comando del No en Las Condes, cuando Las Condes era Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea.

-¿Conoció al expresidente Salvador Allende?

-No.

-¿Conoció al exgeneral Augusto Pinochet?

-No, solo por la televisión. Lo conocí cuando fue nombrado comandante en jefe por el Presidente Allende el 23 de agosto de 1973. Ahora, podría haber conocido a Pinochet por mi paso por la Escuela Militar. En el 69 entré a la Escuela Militar y estuve dos años. Ahí viví otra experiencia. Mis comandantes en jefe fueron dos: René Schneider y Carlos Prats. Yo, con 15 años, fui cadete, que tenía como comandante de escuadra a mi comandante Armando Fernández Larios (17). Mi subalférez era Álvaro Corbalán (19 años), que nos salía a buscar a las fiestas del barrio alto, a las kermeses, para ver quién estaba de civil o con uniforme, porque si te pillaban de paisano te daban días de arresto. Ahora, mi brigadier mayor, el alférez que estaba a cargo de la compañía, era Erwin Dimter Bianchi, recién procesado, el que entró en tanque al Ministerio de Defensa a rescatar al capitán Rocha el 29 de junio de 1973. Y mi al alférez mayor, o sea el cadete más antiguo con que yo estuve, era Óscar Izurieta".

-¿Cuál fue el hecho que más lo marcó de ese período?

-Me impactaron mucho los crímenes de la Caravana de la Muerte. Además, tuve un vínculo histórico, porque uno de ellos era mi instructor, Armando Fernández Larios. Me impactó cómo destrozaron los cuerpos. Eso en el lado de los derechos humanos. Pero también tengo grabada en mi cabeza la primera concentración autorizada en el Parque O'Higgins por la dictadura. Fue el 18 de noviembre de 1983. Me encontré con dos adultos hombres, tercera edad, claramente que eran de escasos recursos, pero andaban muy contentos en la concentración. Me marcaron por su dignidad y por la miseria que expresaban.

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