La historia de la doctora que pinta los yesos de sus pacientes pequeños para que se sientan felices

La historia de la doctora que después de ponerle yeso a los niños, los pinta para que se sientan felices. Foto: Shriners Children's Chicago

La cirujana ortopedista, además de ser reconocida por su trabajo en pabellón, se dedica a dibujar y pintar los yesos de sus pequeños pacientes para que, una experiencia que podría ser traumática y estresante, sea más bien un momento de diversión y calma.


Un niño de dos años se sometió a una cirugía para reparar su pequeña mano. Y cuando se pasaba la anestesia y comenzaba a despertar en el Hospital Shriners Children’s Chicago, un momento que puede resultar muy estresante y aterrador para la mayoría de los niños fue, en realidad, emocionante, pues había un tiranosaurio rex de un color verde brillante con amarillo esperándolo en el yeso de su brazo.

Su cirujana ortopédica pediátrica, Felicity Fishman, se lo había dibujado y pintado para que tuviera una experiencia positiva y lo menos traumática tras el procedimiento, pues muchas cosas médicas son difíciles de explicar a su edad.

La historia de la doctora que después de ponerle yeso a los niños, los pinta para que se sientan felices. Foto: Shriners Children's Chicago

Y así fue, pues el niño amaba tanto a su dinosaurio que, cuando llegó el momento de quitarlo, lloró a mares: “Quería mantener el dinosaurio con él, así que decidimos salvar el yeso y ahora está en su habitación, donde Wesley puede mirarlo cuando quiera”, contó su mamá.

Así como en este caso, la doctora Fishman alegra con sus dibujos a todos sus mini pacientes, una tradición que comenzó hace casi tres años y que ha marcado la diferencia en su trabajo con niños y niñas.

La idea de dibujar en los yesos

Fishman es una experta en reparar articulaciones, colocar prótesis de huesos y placas de metal, un complejo trabajo que también es una obra de arte, pero que no se puede ver a menos que sea con rayos X. Por esto, decidió hacer algo divertido para sus pacientes más jóvenes, quienes tenían que ver su yeso durante varias semanas antes de poder quitarlo.

Empezó decorándolos con cintas adhesivas coloridas o pegamento con brillos. Pero después, un colega le sugirió que buscara lapiceros de color con tinta resistente: “Encontramos algunos bolígrafos que podrían usarse en cualquier cosa, incluso rocas. Si podía mantenerse en una roca, también se mantendría en el yeso”, contó la doctora a The Washington Post.

Así fue como hizo su primer dibujo. Una Minnie Mouse en el yeso del brazo de una niña.

La historia de la doctora que después de ponerle yeso a los niños, los pinta para que se sientan felices. Foto: Shriners Children's Chicago

Y, para intentar darles un poco de control a los pequeños, empezó a preguntarles antes de cualquier procedimiento, qué tipo de arte les gustaría ver en su yeso: algunos elegían ratones, princesas, tiburones, unicornios, camiones o muñecos de nieve. “Todo se basa en lo que el niño quiere: estoy dispuesta a dibujar cualquier cosa”, afirmó la doctora.

“Probablemente mi dibujo más difícil fue para una niña, que quería un personaje muy específico del animé japonés”, contó, además de decir que los más populares son de superhéroes, princesas de Disney y personajes de dibujos animados.

La historia de la doctora que después de ponerle yeso a los niños, los pinta para que se sientan felices. Foto: Shriners Children's Chicago

Un aliviado y divertido momento para los niños y niñas

Una vez que la cirugía terminó y el yeso está listo y duro en el brazo de los niños, la doctora Fishman busca la imagen que le solicitaron en su teléfono móvil y lo mira de cerca. Después, en lugar de pedir un bisturí o pinzas, empieza a pedir los lapiceros de colores para hacer su segunda obra de arte en los pequeños.

“Primero dibujo un esquema, luego lo coloreo. Todo el proceso generalmente lleva unos 15 minutos”, reconoce. Y es que la cirujana no se considera una artista, pero sí cree estar aprendiendo cada día más sobre dibujo, pues ha dibujado en 60 yesos hasta el momento.

Uno de ellos fue de Michael Stokes, un niño de 13 años que hasta el momento se sometió a siete cirugías para corregir unas diferencias de longitud ósea en sus brazos. Y en cada una que ha despertado, lo primero que hacía el pequeño era mirar su yeso y ver cómo había quedado la obra de arte personalizada que hizo su doctora.

La mamá de Michael, Stacie, confesó que “el hecho de que esté dispuesta a agregar este toque especial es muy significativo. Durante el tiempo estresante que uno está en el hospital, esto realmente significa mucho”.

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