La mecánica del desencanto

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Ilustración: Vicente Martí

Tras 50 años de militancia en la DC, y luego de meses de reflexión, Soledad Alvear renunció al partido. Dijo que lo que alguna vez la representó allí, ya no está. Dio a entender que se había roto el vínculo. Lo mismo que, en el verano, había esgrimido Mariana Aylwin al explicar su propia salida. Eso, según los sicólogos, se llama desencanto. Y así funciona.


Lo dicen los sicólogos que saben del tema: el desencanto es la pérdida del vínculo emocional, y se produce cuando una persona deja de sentir reciprocidad y significado respecto de lo que hace o del lugar en el que participa. Cuando deja de sentir pertenencia a lo que antes sentía y entonces se despega.

Si uno llevara esa definición profesional al campo de la contingencia, podría servir de perfecta explicación para la renuncia hace una semana de Soledad Alvear al partido de toda su vida. "El pensamiento humanista cristiano que nos inspira necesita de una nueva expresión en el espectro político chileno", dijo. Eso, junto a lo que calificó como la falta de un proyecto colectivo dentro del partido, el deteriorado clima cívico y la amistad partidaria terminaron por romper el lazo que la unía a la DC. Tras haberlo meditado, Alvear concluyó que no le era posible permanecer más allí.

En enero, una situación muy parecida la protagonizó Mariana Aylwin cuando anunció que dejaba también la Democracia Cristiana. Habló entonces de un partido que se había alejado de su rumbo inicial, que ha ido desdibujando su identidad y de su incapacidad de representar a la nueva sociedad. "No se puede seguir en una casa donde el marido te golpea todos los días", disparó.

Para ella, como para Alvear cuatro meses después, el vínculo con el partido estaba agotado. Se había impuesto el desencanto.

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El desencanto no se produce de un día para otro. No aparece repentinamente. Como explica el sicólogo, escritor y socio de LEAD Institute, Ignacio Fernández, para que haya desencanto primero debe existir el encanto: "Tiene que ser algo muy significativo para ti, a lo que le pones toda tu alma, mente y corazón. Hay una enorme carga emotiva con aquello que quieres que resulte". Se generan muchas expectativas, ya sea de forma individual o en conjunto, para conseguir los objetivos.

Fernández lo aplica a la contingencia política: "Soledad Alvear debe haber pensado: 'Le dediqué 50 años a mi partido, pensé que esta iba a ser la contribución, que iban a sostener el conjunto valórico y hoy me doy cuenta que no es así'. El desencanto es el no cumplimiento de las expectativas que uno tiene respecto a algo".

En la misma línea, el investigador del COES de la Escuela de Psicología UC, Roberto González, concuerda en que el desencanto es una respuesta ante la frustración, decepción, molestia, pérdida de interés o motivación frente a ciertas situaciones, grupos o personas a las que se estuvo o se está vinculado fuertemente. "Es una consecuencia de haber estado expuesto a situaciones que hacen que se pierda el vínculo emocional que lo mantiene atado a un determinado grupo o persona", explica.

El desencanto tiene componentes emocionales, cierto, pero conlleva una gran reflexión detrás. "Uno no se desencanta de la nada y menos por un evento puntual. Normalmente esto ha tenido un correlato de varias situaciones que desencadenan en un estado emocional de frialdad, de distanciamiento y te preguntas ¿qué voy a hacer aquí, si no me siento identificado, gratificado o escuchado?", explica el investigador UC.

En términos generales, el desencanto opera igual en todos los ámbitos: en la pertenencia a organizaciones, en el trabajo, en las relaciones. Para el sociólogo y sicólogo social Javier Romero, cuando hay más puntos de desencuentro que de encuentro la gente da un paso al costado. "Los seres humanos necesitamos la motivación externa que alimenta la interna; es un proceso que se alimenta mutuamente y cuando no ocurre, la gente se desencanta, pasa a la desafiliación y luego al abandono".

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Cuando es un líder el que se desencanta, el problema es mayor. "Son una fuente de influencia enorme, entonces cuando a uno se le desencanta un líder produce una consecuencia muy fuerte para los grupos. Son personas muy simbólicas y obviamente hacen que otros se muevan, porque también se desencantan y se van. Después de todo, si lo hizo el líder, ¿por qué no lo voy a hacer yo que soy menos relevante", explica Roberto González.

Imposible no pensar que en el verano, la salida de Mariana Aylwin -hija de uno de los próceres del partido- fue acompañada de la salida de otros 31 militantes. O que ahora, tras la renuncia de Alvear -ex ministra y precandidata presidencial democratacristiana-, haya una preocupación en la DC por lo que podría ser una fuga masiva de miembros del partido.

"Es dramático, porque una de las funciones del líder es mostrar el propósito, el camino y ser el modelo a seguir: él o ella determina hacia dónde ir, el norte estratégico y el estado emocional de la organización.Cuando se desencanta, lo que pasa es que baja el techo de las metas", dice Ignacio Fernández.

Para los sicólogos sociales y autores del libro Disenchantment ("Desencantamiento"), Luke Treglown y Adrian Furnham, es difícil identificar si el desencanto ha penetrado más ahora que en años anteriores. En distintas partes del mundo, dicen los autores, hay gente muy desencantada con distintos aspectos de sus vidas, ya sea en lo laboral o en sus sistemas políticos. Treglown explica que vivimos en un mundo donde reinan la posverdad y las noticias falsas, lo que hace comprensible que en estos momentos la gente sea escéptica y desconfiada de todo.

En este libro, explican cómo funcionan las dinámicas de desencanto en los grupos y organizaciones, donde caben desde empresas, organizaciones civiles y juntas de vecinos hasta movimientos políticos o centros de padres.

Para Treglown, el desencanto está definido como un estado cognitivo y afectivo que se desarrolla en respuesta a injusticias vividas en los espacios que existen al interior de las organizaciones. El investigador incluye allí la desigualdad entre miembros de un grupo, la sensación de desconfianza hacia quienes dirigen las organizaciones y las expectativas no cumplidas. Todos esos son factores que hacen que se pierda el encanto y, de paso, el cariño. La hipocresía, dice Treglown, es el knock out final en la escala del desencanto. Es la sensación de que todo lo que dice y hace una organización es percibido como una mentira por parte de sus integrantes.

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Según el economista y sicólogo social Wenceslao Unanue, una causa de desencanto fuerte en el ámbito más laboral es que las personas no sientan que su trabajo les aporta sentido a sus vidas. "La gente tiende a separar las cosas y a pensar que el trabajo es sólo un medio para conseguir un fin: un sueldo para mantener a su familia, divertirse, etc. Son pocos los que ven en el trabajo una realización personal".

Si no hay realización, viene un agotamiento emocional o burn out que el economista compara con estar "quemado emocionalmente, desgastado, no tienes ganas de levantarte en las mañanas para ir a trabajar, no sientes vinculación con la empresa, no te sientes identificado, no muestras compromiso y no estás satisfecho con tu empleador".

En lo emocional, el desencanto es pena, rabia, resignación. Para Ignacio Fernández, "la gente se da cuenta de que está desencantada y ¿de dónde viene la injusticia?: de la falta de reciprocidad; es decir, pusiste tanto en la relación, el partido, la empresa, la pareja o lo que sea y tu percepción es que el otro no devuelve, que no hay una simetría". La frase más usada en estas situaciones de desencanto, según el sicólogo, es "yo no me merezco esto".

Nuevamente la política. "Si me detengo a pensar en lo que debe haber vivido Soledad para dejar la DC, obvio que esto le generó ansiedad, pena y sentimientos en la línea emocional negativa", dice Roberto González. Agrega que tomar la decisión de salirse de una institución que formó parte de su vida genera dolor. Un sentimiento que la propia Alvear, al igual que Mariana Aylwin, reconocieron explícitamente tras sus renuncias: que era una de las situaciones más dolorosas de su vida.

Tras una salida así, lo recomendable es repararse "en el sentido de que tomaste una decisión y tienes que reconstruirte como persona. Igual que en una relación de pareja: reconstruirte, reparar tu vínculo y reencontrarte con otras personas", explica González. O con otras instituciones, en el caso de un desencanto político. O -más preciso- nuevos referentes, tal como dijeron las dos famosas DC, hoy ex DC, a la hora del adiós.

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