Los secretos de Chapada Diamantina

Las coloridas aguas del pozo Encantado. / Foto: Valdiney Pimenta/creative commons

#EspecialViajesNaturaleza En Lençóis dicen que se necesitaría un año para hacer cada trekking que ofrece el Parque Nacional de Chapada Diamantina.


Las calles de Lençóis, ondulantes y adoquinadas, hacen juego con sus casonas coloniales techadas con tejas de arcilla. Sus coloridas paredes contrastan con el verde penetrante de los cercanos montes llenos de árboles que cercan a esta miniurbe, ubicada a 424 kilómetros al oeste de Salvador de Bahía, y que tiene sólo diez mil habitantes que viven en una envidiable paz.

En Lençóis dicen que se necesitaría un año para hacer cada trekking que ofrece el Parque Nacional de Chapada Diamantina. Los visitantes pueden sumergirse aquí en más de 152 mil hectáreas. Visitar este enorme patio por cuenta propia es posible, pero es mucho más cómodo optar por viajes más organizados.

Una buena asociación de guías, sumada a la gran oferta de las oficinas turísticas, pareciera facilitar la tarea. El problema es otro: la gran cantidad de opciones. Desde enormes cascadas, cañones llenos de vegetación, caminatas de varios días por valles perdidos, cuevas con lagunas subterráneas. Eso. sin contar a Las Chapadas, cadena de montes con cimas alargadas y chatas que dominan los valles de esta espesa selva.

Para iniciar un trayecto en el valle hay que viajar desde Lençóis, hasta Guiné, pueblito que marca el punto donde hay que comenzar a caminar cuesta arriba durante casi tres horas, para llegar a un boquerón que pareciera que un gigante hubiese mordido la tierra.Un anfiteatro de montañas se extiende hasta donde se pierde la vista y una enorme caída de 300 metros se abre bajo los pies.

Las estrellas son las únicas luces cerca de la casa de Seu Wilson, uno de los escasos habitantes que viven aislados en este Parque Nacional. El sonido de miles de bichos, el viento sobre los árboles y gruñidos animales se cuelan en el dormitorio común –sin energía eléctrica- en que descansan los caminantes que cruzan el Valle de Pati, un lugar famoso por sus grandes miradores.

Para iniciar un trayecto en el valle hay que viajar desde Lençóis, hasta Guiné, pueblito que marca el punto donde hay que comenzar a caminar cuesta arriba durante casi tres horas, para llegar a un boquerón que pareciera que un gigante hubiese mordido la tierra.Un anfiteatro de montañas se extiende hasta donde se pierde la vista y una enorme caída de 300 metros se abre bajo los pies. El "Cachoeirão", una cascada que cae libre hacia el fondo del cañón, confronta a una gran roca colgante. La segunda jornada se camina entre loquísimas rocas estilo Jurassic Park, rumbo al Morro do Castelo.

Un dos por uno ofrece el "full day" que va al pozo Azul y el pozo Encantado. Este último baja 50 metros sobre la superficie hasta llegar a una laguna de color azul-esmeralda. Distante a una hora, el pozo Azul no desentona. Grandes rocas calcáreas enmarcan a una laguna subterra, en la que se puede nadar. Hay arriendo de snorkels y flotadores y su visibilidad submarina es de perfectos 10 metros.

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