El horno festivo de Madrid

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Klopp no deja de sonreír . Pochettino cree y cree. Las hinchadas beben, se tuestan, cantan y vuelven a beber. Liverpool y Tottenham pelean hoy ser monarca de Europa.



Madrid es un horno. Llega junio, aún pisa por ahí la primavera, pero la ciudad es puro fuego. 30 grados ayer a las ocho de la tarde. Y cuentan los meteorólogos que hoy, cuando el modernísimo Metropolitano acoja la final de la Liga de Campeones (21.00 local, 15.00 en Chile), el torneo de clubes más importante, el mejor vendido, el que más dinero mueve, los termómetros marcarán alguna décima más.

Madrid es un horno. Pero a los visitantes, las hinchadas del Liverpool y del Tottenham, no parece importarles. Cantan, beben, se tuestan y vuelven a beber en las céntricas y vigiladas zonas habilitadas. Se quitan las camisetas y lucen sin rubor sus redondas barrigas. Disfrutan de la denominada Fiesta de Campeones y, de momento, las autoridades de cuatro detenciones por agresión. En todo caso, la policía (más de 4.200 efectivos) no baja la guardia. Se esperan a 60.000 británicos por la capital española (con entrada para la final; sin ella, aparecerán unos 20.000 más). Y no suelen ser mesurados. Ayer compartieron lugares; hoy se les separará por bandos.

Madrid es un horno. Y lo será también cuando la UEFA, que sigue empeñada en embadurnar el fútbol con ceremonias supuestamente artísticas, suelte sobre el pasto a Imagine Dragons y Asturia Girls como bandas estelares. Ya verán que es imposible competir con el You'll never walk alone que brotará de las gargantas reds. De hecho, ayer ya lograron colocar el cántico por las calles de la ciudad.

Madrid es un horno, pero el Liverpool, primero, y el Tottenham, después, cumplieron con el entrenamiento oficial sobre el césped de la casa del Atlético de Madrid y desplegaron su ilusión en las conferencias de prensa previas. Jürgen Klopp, el genial autor de este Liverpool, al que describe como "una mezcla de atmósfera, emoción, deseo y fútbol". Negando la etiqueta de perdedor que trata de colgarle una estadística (ha perdido ocho de sus once finales disputadas) con un contraataque ingenioso: "Si yo fuera el motivo por el que se pierden las finales, habría que preocuparse. Pero también tengo el récord mundial en semifinales ganadoras en los últimos siete años". Aunque tildó a su equipo de "más potente" con respecto al que perdió la final de 2018, no se ve favorito.

Madrid es un horno. Pero ni el agobio ambiental agrietó a Pochettino para desvelar si juega Kane. "Tenemos la ambición de ganar y estamos preparados", dijo. No es el suyo un fútbol al límite como el que predica su rival. Pero compite siempre. Y nunca se rinde. El Tottenham sobrevive. Se adapta. Juega en función de sí mismo. Y del rival. Cree y cree: "Lo importante es sentirse libre. Jugar como cuando eres un niño. Salir al campo y disfrutar".

Son cinco Copas de Europa contra ninguna, gestas para contar por ambos bandos en este último camino. La batalla por la Orejona (73,5 centímetros de alto, 7,5 kilogramos de peso) llega a su acto final. Después de 124 partidos y 364 goles (2,94 por juego, un tanto cada 32 minutos), más lo que ocurra esta noche, Europa tendrá un nuevo campeón. Y será inglés. Y seguro que pasará mucho calor.

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