Rusia puede dejar un enorme vacío en Tokio

Imagen Lashmanova

Los boxeadores rusos ya dijeron que no irán a los Juegos si no es bajo su bandera y la lista de figuras ausentes que podrían quitarle relevancia a la cita olímpica es larga. Los efectos del castigo por dopaje empiezan a calibrarse.



Un sistema de dopaje. No casos aislados. No técnicos que desobedecían a sus federaciones. No deportistas tramposos. Un sistema. Eso era lo que había en la organización del deporte de Rusia y, por eso, después de largas investigaciones, el país terminó eliminado de cualquier competencia internacional por cuatro años. Al COI le importó poco que uno de los mayores protagonistas olímpicos de todos los tiempos no esté en Tokio 2020, la próxima cita.

Desde Moscú, encabezados por el mismísimo Vladimir Putin, alegan una persecución política y falta de pruebas. La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) no tiene dudas, muchas pruebas y, más que nada, reclamos por falta de colaboración de las autoridades rusas en las investigaciones. Y eso, en esto del doping, es fatal. Rusia habría obstruido la investigación de al menos 145 casos de dopaje alterando o eliminando los datos del laboratorio de Moscú.

La resolución (apelable) no dejará a todos los deportistas rusos fuera de Tokio. Pueden asistir todos aquellos que demuestren que no estuvieron implicados en el sistema de uso de sustancias prohibidas, pero no pueden competir bajo la bandera, himno, uniforme ni nada que haga alusión a Rusia.

Ya ocurrió en Río 2016 algo parecido, pero no igual. Por esa época, el enmarañado de drogas ilícitas para aumentar los rendimientos deportivos (al menos, físicos) apenas se relacionaba al atletismo y solo la saltadora Daria Klishina pudo presentarse en el rekortán del estadio en Engenhao. Ella entrenaba en Estados Unidos y compitió sin problemas.

Ya en la cita pasada, el poderío ruso se vio muy mermado por las bajas. Fueron 68 los atletas imposibilitados de asistir. De los 389 deportistas clasificados no fueron aceptados 118 por el COI: todos los pesistas, casi todos los remeros, además de canoístas, ciclistas, luchadores y un pentatleta. Así, el país consiguió el menor número de medallas de su historia (moderna, desde la desintegración de la Unión Soviética): apenas 56; el menor número de oros (19) y un cuarto puesto en el medallero general que igualaba lo ocurrido cuatro años antes en Londres.

Se espera que en Japón el próximo año también haya un buen número de permisos para competir, aunque ahora los afortunados deberán hacerlo como deportistas independientes. Pero desde el mismo momento del castigo y la aclaración de la AMA que pretendía dejar tranquilos a los deportistas limpios comenzaron los problemas. Hace unos días, los boxeadores rusos adelantaron que no se presentarán en Tokio 2020 si no es bajo la bandera blanca, azul y roja. "No vamos por las medallas, se va por ese sentimiento de darle el máximo honor a mi país", señaló el secretario general de la Federación de Boxeo, Umar Kremlev.

Los pugilistas rusos son potencia: fueron campeones del Mundial femenino y segundos en el masculino. ¿Los seguirá el resto? Si así ocurriera, el público (en Japón y por televisión) verá mermado el espectáculo de manera importante. Hoy Rusia destaca en muchas disciplinas y la lista de ausencias podría hacer fracasar el interés por los Juegos.

La campeona en salto alto en Londres 2012, Anna Chicherova, despojada de su bronce hace tres años por dopaje; Yelena Lashmanova, monarca olímpica en los 20 kilómetros marcha, y Yekaterina Koneva, oro mundial en triple salto, seguramente estarán fuera. Maria Lasitskene, campeona universal de salto de altura, reclamó a la Federación Rusa de Atletismo ("no tengo intención de perderme unos segundos Juegos por su culpa") tampoco podría ir; el mejor del orbe en salto de longitud también es ruso, Alexandr Menkov, así como Sergey Shubenkov, monarca universal de los 110 metros vallas.

¿Más? Ivan Ukhov, medalla dorada en salto alto en 2012; Anzhelika Sidorova, reina europea de salto con garrocha en 2014; Klavdiya Afanasyeva, mejor marca del año en 50 kilómetros marcha. Eso en atletismo.

En tenis, el gigante euroasiático cuenta con Daniil Medvedev y Karen Khachanov; en natación, consiguió 30 preseas en el Mundial de Gwangju 2019: Rylov, Chupkov, Yefimova y, en especial, en la artística, Svetlana Kolesnichenko y Svetlana Romashina son simplemente las mejores.

Por ahora, las autoridades en Moscú no se dan por enteradas. Es decir, sí han reclamado por todos los medios, pero el presidente del Comité Olímpico Ruso (COR), Stanislav Pozdniakov, afirmó hace unos días que los deportistas que no han estado implicados en escándalos de dopaje "continúan preparándose de igual manera para Tokio 2020" y agregó que contarán con todo su apoyo jurídico para participar.

Como sea, las autoridades rusas han insistido en la confianza que tienen de que esta medida sea revocada. "Se dio una respuesta a cada pregunta", contestó Pavel Kolobkov, ministro del Deporte, al ser consultado sobre la falta de información alegada por la AMA. Putin ya apunta al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). Incluso, parlamentarios propusieron hacer sus propios Juegos.

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