Manifiesto de Cristian González, tenimesista: “el deporte y la discapacidad tienen un factor en común: cuando no hay información, ocurren falencias”


Nací en Maipú. Tengo dos hermanos mayores que ya no viven en esa casa: uno está en Francia y el otro está en Iquique. Jugábamos harto cuando chicos. Me rompieron la cabeza varias veces, porque ellos son más grandes y yo era el mono chico que quería estar siempre metido en todo, andaba para arriba y para abajo con ellos. Eso tuvo sus pros y contras.

Nos juntábamos en nuestra calle con los vecinos, los amigos, y andábamos en skate, me subían a esos carritos en los que te llevan. Me caí varias veces.

En los inviernos, nos encerrábamos en la sede a jugar ping pong mientras llovía. Ahí desarrollé una suerte de debilidad por el tenis de mesa. De todos los que jugábamos, éramos dos que siempre llegábamos a la final y con él competíamos más. Creo que por eso después no se me hizo difícil el deporte en silla de ruedas.

Durante mi rehabilitación tras el accidente, hice varios deportes, pero como estaba estudiando, dejé todo para después. Mi prioridad eran mis estudios y me dediqué 100% a ello.

Estudié Ingeniería Civil en Química en la Universidad de Santiago. Cuando terminé de estudiar, empecé a trabajar en Enel, donde estoy en la actualidad.

Después del accidente, empecé a ir al gimnasio y me di cuenta que ponían una mesa de ping pong ciertos días -los martes y jueves-. Me acerqué a preguntar si podía jugar y ahí conocí a Pablo Gaete, uno de mis entrenadores. De inmediato me invitó a conocer a los otros profesores de la selección. No entendía mucho en lo que me estaba metiendo, pero me gustó y empecé a entrenar con ellos a fines de 2013.

Cuando comencé a competir, quería también dedicarle mi tiempo a otras cosas: hacer vida personal, salir, comer algo. Y cuando faltaba a los entrenamientos, me agarraban para el leseo cuando volvía. Me decían: “Llegó visita”.

Me interesé mucho en el aspecto psicológico del deporte y empecé a leer mucho al respecto. Durante la concentración para los Juegos Paralímpicos de Tokio (2020), me leí tres veces un libro de mentalidad deportiva. Eso me cambió rotundamente. El resultado es muy distinto cuando aplicas todas las herramientas que tienes para concentrarte mejor.

Yo trabajo por las mañanas, hasta la hora de almuerzo cuando ya me empiezo a arreglar para entrenar. Cuando me faltan cosas que hacer, ocupo los fines de semana. Algunos sábados en la tarde estoy poniéndome al día con algunas cosas y soy el único mandando correos en ese horario.

El deporte en sí y la discapacidad tienen un factor en común: cuando no hay información, ocurren falencias. Hay personas que tienen una discapacidad y tienen alguna pasión, como un deporte, y no lo llevan adelante porque simplemente no saben que se desarrolla. Cuando yo empecé no sabía que entrenaban en silla de ruedas y cuando lo vi, me emocioné muchísimo.

El tema de la discapacidad, cuando no se difunde, cuando no se conoce, existe la discriminación. Por eso es importante difundir, difundir los deportistas que tenemos y los logros que han tenido hasta ahora, para que más gente se motive.

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