El aprendizaje a golpes de Sammis Reyes

Después de tres años, el primer chileno en llegar a la NFL se retiró del fútbol americano profesional. Aquí cuenta lo que necesitó para sobrevivir ahí y los límites a los que tuvo que llevar a su cuerpo y mente, antes de entender que debía cerrar ese capítulo de su vida.


En 2021, solo cinco extranjeros ingresaron a la National Football League (NFL), la liga profesional de fútbol americano. El chileno Sammis Reyes fue uno de ellos. Su vida cambió ese 13 de abril: porque hasta ese momento no muchos sabían de la historia del maipucino de 27 años, que había emigrado durante su adolescencia a Estados Unidos tras ganar una beca de básquetbol. Pero todo cambió ese día. Reyes, el hijo de una profesora de educación física y un basquetbolista profesional, se convirtió en una suerte de celebridad deportiva local e improbable cuando firmó con los Washington Commanders.

“Es super difícil de verbalizar y de explicar realmente lo que se siente, porque fueron literalmente diez años de sacarse la mugre”, dice Reyes ahora, por videollamada.

Los años de esfuerzo detrás de ese anuncio tampoco eran conocidos. Desde muy pequeño Reyes tuvo que aprender a sobrevivir solo. Llegó a los 14 años a un país nuevo, con un idioma que no entendía. Pero eso, dice su madre, Rossana Martel, no acomplejó a su hijo:

“Sammis es una persona muy determinada, desde chico, es alguien muy llevado de sus ideas. Sin dudas fue esto lo que lo llevó tan lejos”.

Esa convicción fue puesta a prueba varias veces. Luego de jugar básquetbol en las universidades de Tulane y Loyola, en Nueva Orleans, Reyes probó suerte con el fútbol americano: una disciplina en la que nunca había competido formalmente. Entró como candidato a un programa de desarrollo para talentos internacionales de la NFL, donde estuvo a prueba durante diez semanas. Ahí fue que varios reclutadores de equipos profesionales empezaron a preguntar por él. En uno de esos entrenamientos, en Florida, los Commanders decidieron apostar por él y comenzó su preparación para entrar a un mundo que ningún otro chileno había pisado antes.

Sammis Reyes, con la camiseta 12, en su paso por el Tulane.

“No puedes llegar y jugar con tu cuerpo. Realmente tienes que prepararte para hacerlo. Sacar músculos del cuello, músculos de la espalda que tienen que aguantar los impactos de cada jugada, que son muchos”, comenta Reyes.

Lo físico no era todo. De hecho, lo psicológico también entraba en el juego. Según explica Reyes, venir del básquetbol era algo mal visto. Tener un pasado en deporte que no implicaba el contacto y violencia del fútbol americano, podía hacerlo ver como alguien “soft”. Ese, cuenta Reyes, se considera el peor insulto dentro de la NFL. El chileno lo aprendió el primer día, cuando entró al camarín:

“Supe que, o le hacía saber a todos que no podían jugar conmigo, o me iban a pasar por encima. Son hombres fuertes, que hacen pesas todos los días, que entrenan duro. Hacemos un deporte en donde es matar o morir. Literalmente esa es la mentalidad”.

No era una profesión para cualquier persona, eso lo supo desde el principio. Solo el 0,001% de todos los jugadores de fútbol americano que compiten en alguna división a nivel universitario logran entrar a la NFL. A estas cifras se le suma que, según datos de la Asociación de Jugadores de la NFL, la carrera promedio de un deportista en esa liga es de 3,3 años. Antes siquiera de entrar a una cancha, Reyes tenía una meta: al menos sobrevivir durante ese tiempo.

En su primer entrenamiento con los Washington Commanders, el chileno tuvo que hacer valer sus palabras. Fue el momento de demostrar que él no era un jugador débil. Estaban en el campo de entrenamiento de su equipo, en Richmond, Virginia. Llevaban más de dos horas de práctica, con 30 grados Celsius. De repente, recuerda Reyes, uno de sus compañeros se molestó con él porque, supuestamente, lo había sujetado más tiempo del indicado. El enojo lo llevó a lanzarle un golpe con su puño. Según Reyes, lo esquivó. Luego, cuenta, agarró por el cuello a su compañero y le pegó en su ojo y nariz. En ese momento - asegura- el estigma que lo perseguía sobre ser alguien soft desapareció.

Unas semanas después, para celebrar la firma de su contrato profesional, Reyes invitó a todos sus cercanos a uno de sus restaurantes favoritos: el Eddie V’s en Virginia. Asistieron su padre, su hermano, sus amigos y su esposa. Su madre tuvo que quedarse en Chile por trabajo, pero recuerda que le contaron que, cuando Reyes entró al lugar, lo reconocieron enseguida. Le cerraron uno de los salones VIP y comieron y tomaron lo que quisieron. Fue la primera invitación que le hizo a sus cercanos.

A pesar de los meses de preparación, el 18 de agosto de 2021, Reyes vivió en primera persona eso que le habían advertido: sufrió su primera contusión cerebral durante un entrenamiento de la pretemporada. Él había decidido correr ese riesgo, pero confiesa que “es algo que es inevitable en este deporte. Todos sabemos que hay una chance de que algo pueda pasar. Es un riesgo que uno está dispuesto a tomar, pero uno nunca piensa que le va a suceder a uno”.

Sammis Reyes con la camiseta del Washington Commanders.

Buscando un destino

El doctor Felipe Moyano, neurocirujano de la Clínica Universidad de los Andes, aclara que una contusión es diferente a una conmoción cerebral.

“La conmoción es el conjunto de síntomas que vienen asociados a un traumatismo del cráneo. Dentro de los traumatismos del cráneo, puedes tener simples contusiones, como golpes que te pueden no generar nada, o los síntomas asociados al TEC. En el TEC, la diferencia que tiene con una simple contusión es que puede tener compromiso de conciencia. Puede tener vómitos, puede tener alteraciones neurológicas pasajeras”.

Nada de eso le sucedió en ese momento a Sammis Reyes, pero el puesto en el que jugaba no colaboraba con disminuir las posibilidades de lesiones cerebrales. El chileno era un tight end (TE) o ala cerrada: una posición híbrida del ataque en la que al jugador se le exigen funciones de bloqueo y, también, de receptor. Es decir, para rendir bien, Sammis Reyes tenía que saber golpear y ser golpeado.

Sammis Reyes con la camiseta de los Chicago Bears en 2022.

De todas formas, las lesiones cerebrales no eran lo que más le preocupaban. Su miedo más grande - asegura- era sufrir un problema físico, “porque esos no dependen de ti”.

Finalmente, eso sucedió. El 16 de agosto de 2022, los Washington Commander anunciaban por redes sociales que el chileno quedaba fuera de la pretemporada y se unía a la lista de lesionados tras una complicación en los isquiotibiales.

Su madre asegura que fue un golpe duro. “Él quería jugar. No quería otra cosa. Él quería entrenar y jugar, nada más”.

Con esto, las ofertas comenzaron a llegar. Después de varias negociaciones, y a pesar de estar en mitad de temporada, el 18 de octubre de 2022, Reyes firmó con los Chicago Bears: un equipo con tradición en la liga, que no pasaba por un gran momento. Esos problemas institucionales afectaron su desempeño. Su mánager y mejor amigo, Kenneth Padilla, lo explica:

“Sammis, al llegar, necesitaba un par de encuentros para aprenderse las jugadas. En ese lapso el equipo empezó a tener una seguidilla de derrotas. Como Sammis tenía una cláusula que al jugar se actualizaba por un monto extra, y el equipo entró en una política de ahorro, se vio envuelto en una telaraña dirigencial sobre temas económicos, más que por temas deportivos”.

Eso, en simple, significó que la administración del club de Illinois y el cuerpo técnico encabezado por Matt Eberflus, optaran por no hacer jugar al chileno para no encarecer el costo mensual del plantel.

“En conclusión -dice Padilla-, no estaba en el lugar y momento indicado”.

Por esta razón, Reyes nuevamente debió buscar equipo. Incluso antes de haber debutado con el uniforme de los Bears. El 16 de mayo de 2023 logró firmar contrato con los Jacksonville Jaguars. El equipo le ofreció un sueldo total de 940 mil dólares -unos 880 millones de pesos chilenos- por una temporada.

En Florida los golpes continuaron. A finales de julio de 2023, Reyes recibió un impacto especialmente fuerte en su cabeza. Fue en el campamento de entrenamiento de su club, mientras realizaban ejercicios de jugadas a máxima velocidad. La persona frente a él debía bloquear al jugador que tenía por delante, pero falló. Esa desconcentración produjo que Reyes y su compañero impactaran sus cabezas, golpeándose por el costado.

Reyes recuerda que fue algo rápido. Que sintió el golpe y estuvo 15 segundos en negro. Luego escuchó un pito en su oído:

Era algo normal, algo que pasa siempre. Se sintió como un golpe mal puesto nomás. Algo que, si uno está en un partido un día domingo, te va a pasar tres o cuatro veces”.

Lo que Reyes dice es cierto. El doctor Moyano explica que “se asemeja al impacto que puedes recibir con el atropello de un auto, estando de pie en una esquina”. Esto se debe, en parte, a la gran altura y peso que caracteriza a los jugadores de fútbol americano. En el caso del chileno, 1,96 metros de altura y 118 kilogramos de peso.

Solo que Reyes no lo sintió así, entonces. De hecho, ese día terminó el entrenamiento y regresó a su casa. El chileno aún no lo sabía, pero tanto él como el jugador con el que chocó habían sufrido una conmoción cerebral.

“No estoy siendo yo”

Esos días fueron duros para Sammis Reyes. No dormía, tenía dolores de cabeza y mareos. Pasados cinco días del golpe, el chileno llamó por FaceTime a su mánager. Kenneth Padilla todavía recuerda esa llamada:

“Conversé con él en su peor día, para mí fue chocante. Además de los malestares físicos, sentía angustia, rabia e ira. Era fuerte escucharlo. Pasaron cosas en las cuales él dijo ‘no estoy siendo yo y esto es producto de esta conmoción’. Era realmente insostenible mantenerse emocionalmente así”:

Su madre también se acuerda. Agrega que este choque no había sido como otros. “Sammis siempre ha sido una persona feliz. Él se levanta todos los días con ganas de comerse el mundo. A él le encanta la vida. Pero esos días no fueron así. No era feliz y eso le preocupaba. Le preocupaba el no seguir siendo él”.

Reyes confirma esto. A pesar de insistir en que no le gusta hablar del tema, dice que su único miedo era tener una lesión permanente, un daño irreparable. Esa fue la razón por la que decidió parar:

“Al principio no le presté atención y eso fue un error personal, por las ganas de jugar y estar dentro del equipo, de ser parte. Uno se siente duro, que es más fuerte que la mente, pero tras diez días sintiéndome mal le comenté a mi esposa lo que sucedía”.

Lo que vivía Reyes no era un caso aislado, un estudio de 2017 halló lesiones cerebrales en un 99% de los exjugadores de la NFL, además de demostrar un consenso sobre el daño neurológico a largo plazo que produce el fútbol americano.

Finalmente, el 14 de agosto de 2023, el primer chileno en llegar a la NFL anunció su retiro. Llevaba tres años: el promedio que duran los jugadores en esa liga. A través de su cuenta en Instagram dio la noticia a sus 236 mil seguidores. En la descripción del video comentó: “gracias NFL por los últimos tres años, y por darle una oportunidad a un joven de Chile”.

Sammis Reyes junto a sus padres en su debut en la NFL.

Las estadísticas de su paso por el fútbol americano profesional pueden no decir mucho: tres clubes, once partidos jugados y dos tackles. Pero Reyes, que intenta reinventarse como youtuber, modelo y, desde la próxima semana, embajador de los juegos Panamericanos Santiago 2023, prefiere verlo de otra forma. El paso por esa liga a donde tan pocos pueden llegar, que maltrata cuerpos y cabezas, le dio una identidad, un nombre que antes no tenía.

Eso, a la larga, es lo que quiere contar. Reyes lo dice así:

“El fútbol americano fue una plataforma que me mostró al mundo”.

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