Entrevista a Tanya Harmer, historiadora británica: “Tras el golpe, en la izquierda europea hubo mucho análisis sobre por qué la UP no tuvo éxito”

Tanya Harmer, historiadora y académica de la London School of Economics.

Para la historiadora británica y autora de El gobierno de Allende y la Guerra Fría Interamericana, 1973 marcó simbólicamente el fin de los llamados “largos años 60”. “Ese año fue un punto de inflexión y lo sucedido en Chile tuvo un papel relevante”, dice.


El último libro de Tanya Harmer se titula Beatriz Allende, a Rrevolutionay Llife in Cold War Latin America (Beatriz Allende, una vida revolucionaria en la América Latina de la Guerra Fría). Como toda buena biografía va mucho más allá del personaje y es un gran fresco de las fuerzas y actores que definieron un periodo clave de la historia de Chile y de la región. Eso es precisamente lo que define el trabajo de esta profesora asociada de historia internacional de la London School of Economics (LSE). Su obra anterior, El gobierno de Allende y la Guerra Fría interamericana –editado en español por la UDP, en 2013-, por ejemplo, coloca en perspectiva lo sucedido en Chile en los 70 como parte de un juego mayor, el de las disputas por la hegemonía ideológica en la región.

Harmer ha estudiado como pocos los acontecimientos de hace 50 años, las repercusiones que tuvieron a nivel global y cómo se enmarca el golpe de Estado de 1973 en el gran cuadro mayor de la historia política del siglo XX. “En cierto sentido”, dice vía Zoom desde su casa en Londres, “1973 marca el fin de los largos años 60, una era de posibilidades que comenzó a fines de los cincuenta y llegó hasta 1973″. Según ella, ese año fue un punto de inflexión y lo sucedido en Chile tuvo un papel relevante. “Para entender por qué otros golpes no tuvieron la misma repercusión, hay que pensar qué fue lo que derribó el golpe, el impacto del golpe sólo se entiende por la gran influencia que tuvo la Unidad Popular alrededor del mundo como proyecto político, social y cultural”, dice.

Después de su victoria en 1970, Allende fue derrocado por un golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973. AFP

¿Por qué tuvo tanto impacto?

Primero, hay que decir que el golpe en Chile derribó un gobierno democráticamente elegido, algo que no es tan claro en otros países de la región. Además, en términos del impacto de la Unidad Popular, ésta representaba un nuevo camino hacia la transformación social del país y era vista como un nuevo modelo, un modelo muy atractivo para muchos de quienes promovían en la izquierda los derechos de los trabajadores, los derechos sociales y los derechos democráticos, especialmente en Europa, donde nunca vieron que el modelo soviético fuera aplicable o atractivo. También creo que la UP tuvo una muy ambiciosa e innovadora aproximación a las relaciones internacionales. En tres breves años expandieron la posición de Chile en el mundo en términos de establecer nuevas relaciones diplomáticas, pero también posicionándose como una voz de liderazgo en el movimiento del tercer mundo, dentro de los esfuerzos del llamado ' un nuevo sur global’ que buscaba negociar mejor un nuevo orden económico. Lo vimos con la conferencia de Unctad III, realizada en Santiago en 1972, pero también se ve cuando uno lee los cables y la correspondencia desde Santiago, allí se aprecia un programa y una expansión muy ambiciosa. Entonces, cuando se produjo el golpe se llevó a cabo contra un gobierno que era muy conocido en el mundo porducto de esa labor internacional.

Los problemas que hubo en la UP, ¿en qué medida afectaron la percepción que tenían otros países de lo sucedido en Chile?

Eso estaba muy claro. Allende habló abiertamente ante Naciones Unidas en 1972, fue muy claro sobre los problemas que la Unidad Popular estaba enfrentando, pero todo depende de quién interpretaba esos problemas. A comienzos de los años 70, cuando otros representantes de ese sur global también luchaban por mayores derechos en el sistema económico internacional para tener control de sus recursos naturales y sus propias industrias y así no tener que pagar altos precios por bienes manufacturados, los problemas de Chile parecían muy similares a los de muchos países alrededor del mundo. Allende recibió una gran ovación en Naciones Unidas tras su discurso. Si uno ve los registros y la correspondencia de Estados Unidos sobre esto, los funcionarios norteamericanos estaban molestos y frustrados por lo bien que lo habían recibido y estaban muy preocupados de que Allende pudiera convertirse en una líder mundial anti Estados Unidos. Lo que uno ve es que Kissinger y el Departamento de Estado trataron de contener al Departamento del Tesoro y a Nixon que querían ir más allá, castigando a Chile, para no hacer de Allende un líder potente del Tercer Mundo que podría dirigir una futura campaña exitosa contra los intereses de los EE.UU., es decir perjudicar al gobierno en medio de una Guerra Fría global e ir contra empresas privadas.

El gobierno de Allende y la Guerra Fría Interamericana, de Tanya Harmer, ediciones UDP (2013).

¿Se ha escrito mucho sobre el rol de Estados Unidos, pero cuál fue el papel de la URSS? ¿Para Moscú, Chile era relevante?

Todavía tenemos mucho que aprender sobre las relaciones de la Unión Soviética con Chile durante este periodo. Chile era muy importante para la Unión Soviética en términos de una potencial nueva nación socialista y como ejemplo de una nueva ruta para construir el socialismo, pero en relación al compromiso con lo que estaba pasando en esos años, lo que se ha visto es que el entusiasmo soviético fue disminuyendo alrededor de 1972 y 1973, cuando vieron los problemas económicos, pero también los problemas políticos que enfrentaba la Unidad Popular. En ese punto, la URSS tenía una prioridad en términos globales y era mantener el proceso de distención con Estados Unidos. Chile nunca fue un país por el cual Moscú estuviera dispuesto a poner en riesgo la distención con Estados Unidos, incluso Letelier fue advertido directamente por Anatoly Dobrynin. Justo antes de que Allende fuera a la Unión Soviética, Anatoly Dobrynin, el embajador soviético en Washington le dijo a Orlando Letelier que la distención era importante y eso era algo a lo que la Unión Soviética no quería arriesgar. También hay que tener en cuenta que al ver los problemas económicos y políticos que enfrentaba la Unidad Popular a nivel interno e internacional, los soviéticos decidieron que no podían sostener otra Cuba. Ahora, la pregunta, teniendo en cuenta la distancia y las circunstancias de un proceso revolucionario democrático durante la Guerra Fría, es qué podrían haber hecho distinto. ¿Un préstamo habría sido la respuesta para enfrentar la oposición?

¿Cuál fue la reacción en Europa tras el golpe, especialmente en la izquierda?

La reacción fue inmensa en la izquierda en Europa, fue enorme. Lo sucedido aún evoca recuerdos muy vívidos entre quienes participaron. Les he preguntado ¿por qué Chile, por qué significaba tanto? Y la respuesta común es que la Unidad Popular había representado lo que muchos querían hacer en casa, era un modelo en el que ellos creían y creían que podía funcionar en Europa. No fue sólo el golpe, sino que fue la UP lo que los motivó y los movilizó a actuar, la creencia de que la izquierda podía ganar en las urnas, que la izquierda podía proponer reformas profundas dentro de un sistema democrático. Hubo muchos análisis sobre lo que pasó y por qué la UP no tuvo éxito. Creo que mientras los partidos políticos chilenos tendían a mirar más hacia los factores nacionales y locales para encontrar las razones de los problemas de la UP, en la izquierda europea era más común responsabilizar actores externos como Estados Unidos, lo sucedido se leía en términos de la intervención imperialista. Lo que había derribado a Allende eran factores estructurales del mundo más que debilidades dentro de, o errores cometidas por, la propia UP. Ahora, también es importante considerar donde miras en Europa, porque mediados de los setenta fue una época en que las dictaduras en el sur de Europa llegaron a su fin. Tenemos el fin de Franco, la revolución portuguesa en 1974, el fin de la junta militar griega, entonces las dictaduras y la resistencia contra las dictaduras cuando se trataba de Chile reflejaban también la contracara de la primavera democrática en Europa. Aquellos que habían vivido bajo las brutales dictaduras en el sur de Europa ahora podían ofrecer apoyo y empatía y compartir su solidaridad con los chilenos que estaban en el exilio.

En Italia, miembros de las Brigadas Rojas han dicho que el fracaso del gobierno de Allende demostró que la vía pacífica para llegar al poder era imposible. ¿Hubo reflexiones similares en otras partes de Europa?

Sí, claro, y cuando hablamos de la izquierda deberíamos hablar de las izquierdas, porque la izquierda no es una sola, hay diferentes izquierdas. La izquierda más radical, la izquierda extraparlamentaria, sintió que la vía democrática no había funcionado, pero no diría que esa fue la reflexión central. En realidad, la mayor solidaridad se dio entorno a más democracia, más pluralismo. De hecho, en Italia el mayor impacto de lo sucedido en Chile fue el desarrollo del compromiso histórico del Partido Comunista, que iba en el sentido contrario. La lección de la UP para el PC italiano fue aliarse más con el centro. Creo que para los sectores que sintieron que la vía democrática había fracasado y se necesitaba una vía armada, hay que recordar que la revolución nicaragüense de 1979 enfatizó y reforzó esa visión. A mediados de los setenta, las personas estaban tratando de darle sentido a lo que había pasado en Chile y en 1979 la revolución nicaragüense triunfó. Lo que pasó en Nicaragua impulsó la visión de aquellos que veían que las armas eran el único camino o al menos que todas formas de lucha, incluyendo las armas, debían ser parte de un proyecto revolucionario.

El presidente del PC italiano Enrico Berlinguer y el presidente de la DC Aldo Moro en 1977.

¿Los elementos narrativos del golpe, como el suicidio de Allende y el bombardeo a La Moneda, también tuvieron un efecto en las repercusiones internacionales del golpe?

Sí, pero diría que más que el suicidio fue el hecho de que el presidente fuera a La Moneda, estuviera allí, defendiendo su gobierno para el cual había sido elegido. Otros líderes podrían haber escapado o liderado una resistencia armada o alcanzado un acuerdo. Hubo en todo lo sucedido un elemento de consecuencia, de cumplir con su mandato.

La Unidad Popular vs la Revolución cubana: ¿hubo una dicotomía ahí, se instaló una división en Europa entre esos dos modelos de gobiernos de izquierda?

Los países democráticos europeos siempre vieron a Chile como un modelo obvio, nunca vieron a Cuba como un modelo a seguir. Las democracias europeas no estaban luchando contra Batista, luchaban dentro de un sistema parlamentario, entonces para ellos el modelo chileno era la obvia inspiración. La famosa frase de Allende de que no se puede exportar la revolución chilena porque se tendría que exportar la democracia primero adquiere mucho sentido. Cuba inspiró simpatía y solidaridad en algunos sectores, en Europa, mayormente por la forma en que Estados Unidos reaccionó y trató de invadir la isla en Bahía de Cochinos, pero también fue vista como una revolución nacional en un país que estaba sometido a una tiranía. El modelo chileno, en cambio, fue visto distinto, era un nuevo modelo de transformación democrático y social. Hay personas que apoyaban a los dos, no creo que hubiera un grupo que apoyaba a Cuba y otro a Chile, pero en término de las lecciones y las implicancias para las audiencias europeas fueron muy diferentes.

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