Boric: Su tándem con Giorgio Jackson

Giorgio Jackson Gabriel Boric 163.JPG

Uno tuvo que renunciar a la Revolución y el otro a la Concertación dicen algunos en el Frente Amplio –medio en broma, medio en serio- para explicar el punto de encuentro entre Gabriel Boric y Giorgio Jackson. Opuestos en casi todo, ambos son los cerebros del proyecto político más exitoso de los últimos cinco años y, hoy, se juegan un paso clave en su futuro.


Giorgio Jackson (34 años) se excusa: no sabe en qué momento cruzó palabras por primera vez con Gabriel Boric (35 años). Gabriel Boric lo recuerda “de manera prístina”, según señala: fue en 2011 frente a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Comieron pollo en un local típico de esos años, el Mr Cook. Boric iba de acompañante del entonces vicepresidente de la FECH, Francisco Figueroa. Jackson era presidente de la FEUC y ya una reconocida figura en el país. Hablaron sobre el devenir del movimiento estudiantil. Así fue su primera vez.

Que uno no la recuerde y el otro sí –enfatizan sus cercanos- es solo una diferencia más entre las muchas que suelen exhibir los dos principales líderes del Frente Amplio, cuyas historias, estilos y gustos son tan disímiles –a veces hasta antagónicos- que cuesta entender cómo han sellado una de las alianzas más sólidas del escenario político.

Un pacto que dio vida al Frente Amplio, conglomerado que se autoimpuso la conformación de una tercera fuerza política, alternativa a Chile Vamos y la ex Concertación, y que hoy -encabezado por la candidatura presidencial de Boric- podría dar un paso decisivo para su éxito electoral. Eso sí, antes tienen que imponerse a la carta comunista, el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, favorito en un inicio para imponerse en las primarias de la izquierda.

Todo se remonta a las movilizaciones estudiantiles de 2011 que surgieron en rebeldía a la participación de privados en la educación superior y que terminaron sacudiendo a todo el país. Por ese entonces “Giorgio era el famoso”, dice Boric, aludiendo al rol de alta exposición pública que el estudiante de ingeniería tuvo al encabezar las protestas como presidente de la FEUC. La dupla de Jackson por esos meses –eso sí- era otra: lideraba el movimiento, que ya alcanzaba ribetes nacionales, junto a la entonces líder de la FECH, Camila Vallejo. A fines de 2011 la irrupción de Boric, quien arrebató sorpresivamente la presidencia de la organización estudiantil de la Casa de Bello a la dirigente comunista –por solo 189 votos- hizo reescribir la historia: el entonces estudiante de Derecho y Jackson se reencontraron y desde 2012, cuando compartieron el liderazgo de las movilizaciones estudiantiles, no se separaron más.

En las dirigencias estudiantiles, con Rodrigo Echecopar.

Quienes los conocen destacan la sintonía personal y complicidad política que tienen a pesar de sus propias diferencias.

Una suerte de coraza que ha resistido embates duros –por diferencias entre sus partidarios- y discrepancias tácticas no menores – por ejemplo, respecto de participar o no en el segundo gobierno de Michelle Bachelet.

La postura respecto a cómo enfrentar un nuevo mandato de Bachelet -que incorporó al Partido Comunista a su coalición y que llegaba con la promesa de reformas profundas- fue una temprana diferencia entre Boric y Jackson cuando ya debutaban en las ligas mayores tras su desembarco en el Parlamento: Izquierda Autónoma, la por entonces colectividad de Boric, no compartió el principio de “colaboración crítica” impulsado por Revolución Democrática, el partido de Jackson, y que llevó a figuras de ese partido a asumir roles en el Ministerio de Educación durante ese gobierno.

En el Frente Amplio sostienen que posiciones de ese tipo son los que terminan por reflejar las personalidades casi antagónicas y visiones distintas de Boric y Jackson.

No se trata solo de que uno -Jackson- sea hincha de la U, ingeniero, obsesionado con los números y de personalidad desconfiada, y que el otro -Boric- sea partidario de la UC, estudiante de Derecho, amante de la poesía y de personalidad más risueña y cálida. En política Jackson es pragmático –hasta frío, calculador y maquinero, según sostienen miembros de su conglomerado- y Boric es pasional, emotivo y suele pedir perdón antes que permiso.

Así, Jackson negoció sin prejuicios la omisión de la entonces Nueva Mayoría para asegurarse un cupo a diputado por el distrito 10 en las elecciones de 2013. Boric, en cambio, compitió como independiente y debió desafiar al sistema binominal en el distrito 60.

Quizás la primera señal de la creciente simpatía entre ambos fue que Jackson –consciente del riesgo electoral que había decidido tomar su amigo- instruyó el traslado a Magallanes de Rodrigo Echecopar –por ese entonces uno de sus dirigentes más cercanos, expresidente de RD y hoy estudiando un posgrado en Londres- para apuntalar la candidatura del expresidente de la FECH. Echecopar se sumó a otros dirigentes del Movimiento Autonomista -como el hoy diputado Gonzalo Winter- y se instalaron tres meses en el extremo sur del país a hacer campaña.

Ya triunfadores ambos en la contienda parlamentaria, Jackson y Boric eligieron oficinas contiguas en el piso cuatro del Congreso, donde se instalaron los diputados del Frente Amplio, y arrendaron juntos un departamento en Valparaíso. La convivencia debió -eso sí- cesar para que cada uno pudiera deliberar con tranquilidad los pasos y decisiones de sus respectivos partidos.

Fue en las dependencias del Poder Legislativo donde sus diferencias se volvieron a hacer evidentes: Jackson asumió rápidamente y con disciplina sus deberes de parlamentario: se sumergió al dedillo en las negociaciones de pasillo para conseguir que su naciente fuerza política pudiera presidir una comisión o entregar apoyo a algún proyecto de ley. Conocía cada recoveco del Parlamento y ya comenzaba a dilucidar los vericuetos y secretos de las negociaciones en el Congreso. Boric, en tanto, entendía más bien su paso por el Poder Legislativo como una plataforma pública para propagar sus ideas: solía aparecer todos los días en la prensa, pero no sabía dónde quedaba el baño y se desorientaba en las instalaciones.

Fue en el Congreso –también- en el que ambos comenzaron a delinear con mayor nitidez los contornos ideológicos que hoy los tiene compartiendo más principios que hace diez años, cuando se conocieron.

Para eso Boric debió agudizar su transición ideológica desde los extremos de la izquierda a posiciones menos radicales. Sus cercanos afirman que el hoy candidato presidencial del Frente Amplio pensó alguna vez en su adolescencia en militar en el PC y que –sin duda- su formación política es más densa que la de Jackson, ya desde sus años universitarios en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile.

Clave en ese tránsito –afirman miembros de Convergencia Democrática- fue su ruptura en 2015 con el sociólogo Carlos Ruiz, ex mirista, fundador de la SurDa e Izquierda Autónoma, donde militó el hoy candidato presidencial y que -en los inicios de su carrera política- reconocía como uno de sus mentores.

El quiebre se produjo por cómo encarar el futuro político. El ya diputado optó por reforzar las incursiones electorales de sus compañeros –para fortalecer políticamente su movimiento y respaldó la candidatura a alcalde de Jorge Sharp en Valparaíso, por ejemplo- desafiando la tesis de Ruiz y terminó distanciado y fundando un nuevo referente: Convergencia Social.

“El objetivo es constituir un movimiento político que dispute en todos los espacios. Esto no se trata de elecciones más o elecciones menos, como a veces se quiere caricaturizar”, planteaba Boric por esos días. “Le tengo afecto a Boric, pero está muy mal asesorado”, replicaría Ruiz en una entrevista a La Tercera.

Un nuevo paso en ese tránsito, quizás lo más traumático de su vida política, según el mismo lo ha calificado, fue la firma que el diputado de Convergencia Social –hoy convertido en partido- estampó en el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, que abrió la posibilidad a redactar una nueva Carta Fundamental en el país cuando arreciaba el estallido social.

“Tenía la convicción de que teníamos que jugárnosla para que los cambios que estaba pidiendo el pueblo de Chile tuvieran un cauce institucional y que, en particular, algo que habíamos peleado durante tanto tiempo como la Constitución -y poder arrebatársela a las trampas de la misma Constitución- era algo por lo que valía la pena arriesgar”, explicó la semana pasada en LT Domingo el mismo Boric.

Su rúbrica en un pacto –destinado a temperar el estallido social- le significó la ruptura con Sharp y varios dirigentes de su partido, quienes renunciaron a Convergencia Social con duras críticas a la actitud de Boric la noche misma de la firma del acuerdo en noviembre de 2019.

“La construcción (del acuerdo) se realizó por un conjunto de directivas partidarias y parlamentarios que no representan la voluntad mayoritaria de la movilización”, se lee en su carta de dimisión.

La réplica de Boric vino vía Twitter: “Las decisiones difíciles siempre vienen con momentos difíciles. Solo el tiempo podrá juzgar si fueron correctas y si hemos estado a la altura. Todo mi cariño a @JorgeSharp en su nuevo rumbo. No me cabe duda que nos seguiremos encontrando en la lucha por un Chile justo y digno”.

Ese reencuentro podría ser posible en la forma de una contienda presidencial, ya que -por estos días- Sharp se encuentra evaluando la posibilidad de una candidatura en representación de la Lista del Pueblo.

El recorrido ideológico de Jackson es diametralmente distinto al de Boric: en sus tiempos universitarios de la FEUC, proveniente de la Facultad de Ingeniería, el “tema de ser de izquierda no era algo denso”, en palabras de un diputado frenteamplista. “De cierto modo, así como Boric renunció a la Revolución, Jackson renunció a la Concertación”, grafica un parlamentario que los conoce bien para explicar que el líder de RD pudo -en un universo no tan distinto- haber adscrito a las ideas del conglomerado de centroizquierda que gobernó Chile por más de 25 años.

Ya en el Parlamento, Jackson se la ha jugado -e incluso rivalizado con Boric- en posturas más radicales respecto a la ex Concertación. Prueba de ello fue que el líder RD impulsó la ruptura del pacto administrativo en el Congreso suscrito entre el FA y la ex Nueva Mayoría en 2019 por los constantes coqueteos de parlamentarios DC con el gobierno de Sebastián Piñera, y fue el primero de los líderes de su conglomerado en sincerar que –frente a la disyuntiva- prefería optar por el PC y no la Unidad Constituyente a la hora de enfrentar los desafíos electorales futuros.

“Para nosotros es más natural una alianza con el PC que irnos con la ex Concertación”, afirmó Jackson a La Tercera en diciembre pasado.

Mirando a La Moneda

Ambos dirigentes en los inicios de sus carreras políticas.

En el Frente Amplio no hay dudas. Si no fuera por el requisito de la edad -un candidato tiene que tener 35 años cumplidos para optar a la Presidencia de la República- el abanderado del conglomerado sería Giorgio Jackson.

Todos los ojos se pusieron sobre el líder de RD cuando la candidata natural del FA, Beatriz Sánchez, sinceró que no estaba disponible para una segunda aventura a La Moneda. Ella competiría -y ganó en mayo- un escaño en la Convención Constitucional para redactar una nueva Constitución.

Fue entonces que el dato biográfico de Jackson -no le daba la edad- obligó la búsqueda de alternativas: Boric no estuvo en las primeras.

Las posibilidades del diputado de Convergencia Social se tornaron mejores cuando Jackson puso su opción públicamente sobre la mesa a fines de febrero pasado: “Tiene todo lo que se necesita para ser un candidato presidencial”. E impulsó su opción, aun cuando en Revolución Democrática se exploró la posibilidad de que el único senador del partido, Ignacio Latorre, empezó a surgir como alternativa.

La proclamación de Boric en el Frente Amplio no ha sido fácil. Al diputado por Magallanes le pesa sobre todo en su mundo haber impulsado el acuerdo constitucional del 15 de noviembre. Una suerte de mancha a ojos de la izquierda más radical que ha sido explotada en esta contienda por la carta comunista Daniel Jadue y que le ha valido -incluso- agresiones públicas.

Jackson está tan comprometido con el futuro electoral de Boric que -solo en caso de que él se imponga mañana en las primarias de Apruebo Dignidad al alcalde de Recoleta- está disponible para reescribir su propio futuro. No es un misterio que el líder de RD está entusiasmado con irse a estudiar al extranjero una vez que termine su periodo parlamentario en 2022. Planes que solo pospondrá en caso que Boric logre llegar a La Moneda. Londres podrá esperar.

La candidatura del diputado por Magallanes ha ido consolidándose en el tiempo y -entre distintos analistas- no se descarta que dé este domingo una batalla competitiva ante Jadue, lo que parecía impensado al inicio de la contienda.

En las próximas horas, Boric y Jackson pondrán a prueba su apuesta política más ambiciosa: que uno de ellos dé un paso firme en su camino a La Moneda.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.