Gabriel Osorio (PS): “Es hora de que ambas almas avancemos en unidad. Nuestro adversario es la derecha, no el Frente Amplio”

El influyente excomisionado plantea que el proceso constitucional debe marcar un punto de inflexión en la relación entre las dos coaliciones que sustentan al gobierno del Presidente Gabriel Boric. “Hay que hacer todo lo posible para que este gobierno tenga éxito”, dice y agrega que “Chile necesita una izquierda fuerte”.


Luego de nueve meses dedicado al proceso constitucional, primero en la Comisión Experta, luego en el Consejo y finalmente como vocero del comando del “En Contra”, Gabriel Osorio (PS) -uno de los expertos más influyentes durante el proceso constitucional- cambió los pasillos del Congreso en Santiago por la cómoda oficina que tiene en Pedro de Valdivia con Andrés Bello. Atrás dejó las negociaciones políticas para dedicarse a lo que, dice, es lo que le gusta: la litigación.

Pese a que lo suyo parecen ser los pasillos del Poder Judicial, detrás del abogado también hay un disciplinado militante socialista, cercano a la actual presidenta de ese partido, Paulina Vodanovic, y al ministro de la Segpres, Álvaro Elizalde. A dos semanas del plebiscito llama a su sector a dejar las peleas entre el Socialismo Democrático y el Frente Amplio (FA) y pide que tengan “unidad de propósito y unidad de acción”.

¿Qué lección saca del proceso constituyente?

Entre los distintos partidos que conforman esta alianza nos reúnen muchos objetivos comunes. Durante el proceso constitucional logramos comprendernos y, al mismo tiempo, apoyarnos para un mismo objetivo. Cualquier acción que diga relación con un despliegue gubernamental también tiene que responder a esa unidad de acción, entendiendo con profundo respeto que cada uno de los partidos tiene su propia identidad y su propia historia.

¿Fue un punto de inflexión para la relación entre las dos almas del gobierno?

Más que un punto de inflexión, porque el proceso constitucional tuvo sus propias dinámicas, fue un momento especial, muy positivo y luminoso de la relación de los partidos que conforman el oficialismo en general. Incluso con partidos que no conforman el oficialismo, como la DC.

¿Cambió la percepción que tiene sobre el FA? Siempre ha sido crítico de esa coalición.

Sí, cambió mi opinión. La lección política que uno tiene que aprender cuando está tanto en juego en el país dice relación con la unidad. El valor de la unidad es algo que yo me llevo como una lección para aprender y comprender al otro. Hay que seguir avanzando en los caminos de confluencia y de unidad cuando lo que buscamos es tener un país más justo, más igualitario, en que las personas puedan desarrollar sus proyectos de vida con esa igual libertad, es decir, que no existan privilegios, sino el verdadero ejercicio de las libertades.

¿Por qué esos caminos de confluencia no se dieron antes?

Porque los partidos están en construcción de esa posibilidad. Nunca es fácil lograr esa confluencia cuando hay partidos que tienen identidades e historias distintas, pero creo que todos, al menos desde su propia vereda, están buscando ese trabajo conjunto.

¿El FA es un lastre para el Socialismo Democrático del cual deben sacudirse, como lo planteó el rector Carlos Peña?

No. Cuando son partidos políticos que han logrado instalar su idea en todo el país, no se les podría llamar lastre. Pueden tener problemas, como toda organización. El socialismo no tiene que sacudirse de nada, sino más bien tiene que mejorar las relaciones entre los partidos para mejorar la gestión política y lograr los objetivos que se plantea el gobierno. Como dirían los abogados cuando comentan leyes mal redactadas: esa fue una expresión poco feliz.

El excomisionado socialista, Gabriel Osorio, en la oficina de su estudio "Osorio, Vargas & Abogados".

Para conseguir esa unidad, ¿El FA debería superar lo que algunos llaman su programa refundacional o su agenda identitaria?

Yo no soy quién para decir lo que tiene que hacer el FA. Me parece un poco pretencioso dar consejos a otras fuerzas sobre lo que tienen o lo que no tienen que hacer cuando tienen sus propios órganos de deliberación. No solamente es pretencioso, sino que no se trataría de una conversación entre iguales, que es lo que yo le planteé al inicio.

¿Se siente cómodo con las ideas del FA?

Si hablamos del combate a la desigualdad, del combate a la injusticia, pero claro. ¡Esas son agendas comunes de toda la izquierda chilena! Podrán existir diferencias en cuanto a los procedimientos o a las intensidades de ciertas ideas. Si yo le dijera una respuesta contraria, debería cuestionarme qué estoy haciendo en la izquierda.

¿Le molesta la crítica a los 30 años? Usted ha dicho que es una persona orgullosa de los gobiernos de la Concertación.

Cada gobierno responde a su contexto histórico y cada movimiento político busca su propio relato. Ser de izquierda exige una crítica y autocrítica constantes de cómo se ha actuado y cómo se actúa para aprender lecciones de cómo se actuará en el futuro. Eso fue lo que aplicamos en el Consejo, actuando con unidad y generosidad. Evidentemente, cada persona puede tener una visión distinta a lo que ocurrió durante los últimos 30 años, pero lo importante es sacar lecciones para tener éxito en la gestión administrativa, gubernamental y política.

¿Esa unidad debería reflejarse en una sola lista para las municipales?

Eso corresponde a las decisiones de los partidos. Hay una estrategia electoral que cada uno seguirá. Yo no me meto en eso.

¿Fue dañino para la izquierda la tesis Piergentili de ir separados en dos listas?

No voy a entrar en criticar la ingeniería electoral y cómo resultó ese asunto. Yo lo que sí destaco es que en la Comisión Experta y en el Consejo, entre ambas almas, no hubo divergencias en materia de contenido y tampoco de procedimiento. ¿Por qué no puede repetirse también en el gobierno?

¿Qué pasa si no se repite?

Se pone en riesgo el éxito del gobierno para dar soluciones a los problemas que tienen las chilenas y los chilenos.

Gabriel Osorio, con su compañera de partido la excomisionada del PS Catalina Lagos y los expertos frenteamplistas Antonia Rivas (CS) y Domingo Lovera (RD) durante una sesión del Consejo Constitucional.

RD está golpeado por el caso Democracia Viva y Comunes a punto de disolverse. ¿No cree que su llamado podría hipotecar el futuro del Socialismo Democrático?

Yo no veo la unidad en el sentido de disolver todos los partidos o todas las identidades en una cosa que no se conoce. Cuando usted me menciona esos casos, bueno, todos esos casos son graves y no solamente afectan al FA, sino que también a partidos políticos de derecha. La institucionalidad es la que tiene que funcionar. Cuando uno es gobierno tiene que ser capaz de, por un lado, resolver esos temas y, por otro lado, dar garantías de una buena administración, gobernabilidad y éxito para ambas coaliciones.

¿Esta unidad es solo mientras sean gobierno o tiene que perdurar más allá?

La política es muy dinámica, no me gusta jugar a la futurología, pero creo que es fundamental que el PS, en general, las izquierdas y la centroizquierda, tengamos la fortaleza suficiente para enfrentar a la derecha y enfrentar los desafíos que significa gobernar en tiempos complejos, y al mismo tiempo tener un buen éxito en la gestión.

En el FA hay mucho interés de que ambas coaliciones convivan de igual a igual. ¿Hay espacio para que eso ocurra en el gobierno?

Hay que hacer todo lo posible para que este gobierno tenga éxito.

¿Cómo ve la persistencia de la tesis del reemplazo?

Cada uno tiene un espacio determinado dentro de la diversidad de la centroizquierda y la izquierda chilena. Evidentemente, causa escozor cuando se escuchan estas tesis de reemplazos y cosas por el estilo, pero al mismo tiempo creo que esas cosas están un poco superadas. Hoy no veo esa actitud de aniquilamiento que finalmente solo perjudica a Chile, porque Chile necesita una izquierda fuerte. No necesita una izquierda que esté peleando entre sí sobre asuntos que solamente le interesan a la política.

¿Es hora de que el PS ponga fin a esa pelea por el reemplazo?

Es que yo no creo que el PS haya tenido una tesis de reemplazo del FA o algo por el estilo. Yo veo al PS buscando reafirmar su identidad, ampliar su base y eso es lo que haría cualquier partido político. Se lo voy a decir así: es hora de que ambas almas avancemos en caminos de unidad, porque nuestro adversario es la derecha, no el FA.

El diputado Gonzalo Winter dijo que le molestaba que hablaran del gobierno en tercera persona. ¿Cómo se refiere usted?

Es mi gobierno. Lo que a mí me molesta es que estemos pensando en peleas entre nosotros cuando deberíamos enfrentarnos, tal como lo hicimos en el Consejo y como lo hicimos durante el plebiscito, a las ideas de la derecha que fuimos capaces de derrotar. Eso es lo importante, entender que las ideas de la izquierda pueden permear en la ciudadanía y que podemos tener un país más justo, más igualitario y con libertades. Eso no se hace enfrentándonos a nosotros mismos, sino que enfrentando a los conservadores, a los defensores del statu quo.

¿Qué conclusión que saca del plebiscito?

Los republicanos y en menor medida Chile Vamos, plebiscitó sus ideas en materia de libertad de elección, propiedad de fondos, libertad de enseñanza, a niveles nunca antes vistos en Chile, una despreocupación por lo público. Aquello que defendían fue rechazado de manera contundente.

La derecha dice que faltó tiempo, le echa la culpa al hastío constitucional.

Me parece muy raro porque este es un tema que hicieron profundamente ideológico. Puedo entender que traten de menguar su derrota, pero esta es una derrota ideológica, no es solo una derrota electoral.

Los republicanos intentaron negociar solo con los socialistas. ¿Cuál fue su respuesta?

Siempre tuvimos una respuesta que fue producto del aprendizaje del proceso anterior. Buscábamos una Constitución de consenso y habilitante. Eso implicaba que todas las fuerzas estuvieran representadas en una mesa de negociación y, al mismo tiempo, llegaran a acuerdos en un texto. Cuando se trata de excluir a un sector de un texto constitucional, creo que el solo hecho de enarbolar esa idea constituye un error político garrafal que la derecha está pagando con su derrota, que es única y exclusiva responsabilidad de la derecha y, en particular, de quienes condujeron este proceso.

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