Inyección mágica: el debate por el medicamento que ayuda a adelgazar

Inyección mágica: El debate por el medicamento que ayuda a adelgazar

Es famoso en redes sociales y hasta ha agotado su stock en el último tiempo. El fármaco de moda para tratar la diabetes tipo 2 y la obesidad se ha convertido en la receta tan controvertida como favorita para bajar de peso. El ISP acaba de alertar por su uso indebido, mientras los médicos hablan maravillas cuando se trata de tratar la obesidad a punta de pinchazos.


A sus 29 años, Paulina, una funcionaria de la salud que prefiere no revelar su nombre, llevaba mucho tiempo con complejos hacia su cuerpo. El año pasado, por casualidad, conoció un tratamiento que le garantizaba bajar unos kilos. En su visita a la nutrióloga, ella le recomendó un producto famoso en los anaqueles farmacéuticos del país: Ozempic. El compuesto activo del fármaco es la semaglutida, indicada para pacientes con diabetes tipo 2 u obesidad, ya que ayuda a la liberación de insulina. Paulina no es diabética, pero parecía la candidata ideal. No tenía antecedentes médicos que pudieran generar complicaciones. Con la receta en sus manos, y una lista de lugares que le entregó la doctora para comprarlo, comenzó la búsqueda. Paulina inició su tratamiento en abril de 2022. Pesaba 70 kilos y su objetivo era bajar 10.

“Me dijeron que tenía sobrepeso, pero también tenía mucho componente estético y de autoestima”, cuenta.

En su edición del 3 de marzo, The Economist reveló que el uso de Ozempic para bajar de peso fue descubierto por accidente y que podría significar una gran herramienta para mejorar la calidad de vida de cientos de personas que viven con obesidad en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad es una pandemia no infecciosa que se ha duplicado durante los últimos años.

El medicamento para tratar la diabetes llegó a Chile en 2020 y en ese momento ya era popular en Estados Unidos por sus efectos. La ventaja de esta inyección es que se aplica semanalmente, a diferencia de algunos fármacos similares que se inoculan de forma diaria. Otro de sus atractivos es su efecto en el metabolismo, ya que suprime una hormona intestinal que regula el apetito.

El compuesto que promete delgadez de manera instantánea y al alcance de un pinchazo se convirtió en el favorito de muchos. Incluso, fue recomendado por el CEO de Twitter, Elon Musk, quien lo promocionó entre sus seguidores. Aunque el Ozempic está indicado para los pacientes diabéticos o con obesidad, se ha popularizado en personas que buscan una opción rápida para adelgazar. En numerosos grupos de Facebook aparece Ozempic de protagonista: en ellos los miembros comentan sus experiencias y comparten datos para conseguirla.

Si bien el medicamento estaba en todas las plataformas y ya era famoso por sus resultados, Paulina sólo escuchó de él por la recomendación de su nutrióloga: “No sabía nada, no tenía idea qué era”, comenta. Aún así decidió probar y darle una oportunidad. Compró su primera inyección en $ 150.000. La inversión lo valía, pensaba. La nutrióloga le explicó el funcionamiento, pero era algo nuevo para ella. “Nunca antes había utilizado medicamentos para bajar de peso”, dice. El tratamiento inicia con la dosis más pequeña, la de 0,25 mg. Una inyección a la semana.

La primera dosis no fue algo fuera de lo común para Paulina, como funcionaria de salud, en su trabajo siempre le toca administrar inyecciones. De tal modo que se la inyectó ella misma, en la comodidad de su casa. No pretendía ocultar el tratamiento, pero tampoco era algo que compartía con todos. “Les dije a mi marido, mi mamá y mis hermanos. No lo hice público, en el fondo. Lo comenté con mis personas de confianza”.

El lado B

Debido a la masificación de su uso para bajar de peso, el 3 de marzo el Instituto de Salud Pública (ISP) emitió una alerta sobre la utilización indebida del Ozempic. El ISP se sumó al llamado de otros países, como Francia, que subrayan las reacciones adversas si no es utilizado sin supervisión médica. Además, el consumo indebido provoca dificultades a los pacientes con diabetes, que no logran encontrarlo por la alta demanda.

Para las personas con diabetes tipo 2, la semaglutida -el compuesto activo del fármaco- controla los niveles de glicemia y, además, genera que el páncreas produzca más insulina. Verónica Mujica, vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Diabetología, advierte que “hay personas diabéticas que tenían grandes beneficios con este producto y se ven interrumpidos porque no hay stock. También hay personas que, no siendo diabéticas, incluso ni siquiera con grandes niveles de obesidad, lo están usando”.

Hace unos días, la farmacéutica Novo Nordisk informó el agotamiento del producto. Por esa razón, el ISP ordenó la importación de más unidades antes de lo previsto. Sin embargo, Jorge Cienfuegos, presidente del Colegio de Químico-Farmacéuticos, llama a no ser alarmistas: “Si el medicamento cuesta aproximadamente $ 180.000, cuando hablamos que hay quiebre de stock y lo planteamos como algo terrible para la ciudadanía, estamos hablando de personas que, en el fondo, también tienen $ 180.000 para gastarlos en bajar de peso. El porcentaje de la población que puede realmente acceder a comprarlo es bajo”. Sin embargo, su alto valor no disminuye su popularidad. Basta con buscar en redes sociales como TikTok y Facebook para comprobar que está saturado con tips, instrucciones, preguntas, videos y fotos de los resultados e, inclusive, compra-venta de recetas e inyecciones.

Pese a que el Ozempic es comercializado exclusivamente con orden médica, las personas que desean consumirlo han encontrado formas de adquirirlo sin dificultades. Ese es el gran problema para Heriberto García, director del ISP: “Hay médicos -no todos- que ocupan mal la prescripción. La prescripción médica no es un negocio, es un servicio. Es lo que un médico le otorga a un paciente para poder entregar cierto medicamento y que las personas tengan acceso a un tratamiento. Es súper importante que los médicos también sean éticos en la prescripción”.

García agrega que la venta ilegal del fármaco puede significar un riesgo para las personas que lo adquieran, ya que revendedores sin conocimiento pueden interrumpir su cadena de frío o manipularlo incorrectamente. Además de las consultas que deben realizarse previamente con un profesional, ya que no puede utilizarse en pacientes con cáncer medular de tiroides, enfermedades gástricas, cálculo de la vesícula que no haya sido controlado o que todavía no se ha detectado, entre otros. Pero este no era el caso de Paulina.

Ella sabía que podía sufrir efectos secundarios por el uso del Ozempic. Algunos de los consumidores suelen presentar náuseas, vómitos o diarreas. Sin embargo, ella relata que pudo continuar el tratamiento sin ninguno de estos síntomas. La diabetóloga Verónica Mujica explica que el uso del fármaco, por las características que tiene, exige aumentar la dosis. “Eso significa que lo normal es partir siempre con la dosis más baja e ir subiendo progresivamente. Mientras más se usa, más efecto tiene. Lo ideal es llegar a dosis plenas que van a ser variables de una persona a otra, dependiendo de los objetivos. Si es solo bajar glicemia y, además, bajar de peso, en el caso de un diabético que sea obeso. Depende de cada persona”.

En la primera semana el efecto del compuesto fue prácticamente inmediato para Paulina. Perdió kilo y medio, bastante lejos de su meta. El resultado la decepcionó, estaba acostumbrada a las dietas y solía perder un peso mayor con ellas. La sensación de saciedad sólo duró los primeros días. “Me quitaba mucho el hambre y no comía. A la segunda semana se me quitó el efecto, porque tenía que ir subiendo la dosis”. A la tercera semana los resultados se estancaron.

A la quinta semana tuvo que aumentar la dosis para ver resultados más notorios. Sin embargo, la receta mágica no funcionó para ella. Mientras pasaban los días, tenía que duplicar la dosis y, con ello, también se elevaba el precio de los inyectables. Si la caja de menor gramaje tiene un valor aproximado de $ 150.000 a $ 180.000, la de 1,0 mg bordea los $250.000 en farmacias establecidas. Las jeringas de Ozempic pueden administrar cuatro dosis, es decir, para cuatro semanas. En dos meses, quien lo consume debe hacer un gasto, al menos, de $350.000.

Última dosis

A diferencia de otros fármacos para bajar de peso, como la fentermina, el Ozempic tiene pocos efectos adversos cardiovasculares, destaca Javier Vega, nutriólogo en la red de salud UC Christus. “Los efectos adversos iniciales de semaglutida tampoco son tan potentes. En general, es bien tolerado por la mayoría”, destaca. Si bien el medicamento tiene restricciones, su uso para bajar de peso es adecuado y puede presentar grandes beneficios para la población con obesidad, pero con una condición: debe ser supervisado por un profesional.

En Estados Unidos, debido a la fiebre que generó el fármaco en los consumidores para perder peso, el laboratorio Novo Nordisk creó una versión exclusiva para este uso, con dosis diferentes a las de Ozempic. Se llama Wegoby, pero aún no está autorizado en el país. La semaglutida ha tenido buenos resultados en la población con obesidad y puede ser el nuevo medicamento para tratar esta epidemia que afecta a todo el mundo. La Universidad de Oxford realizó un estudio que arrojó que un 39% de la población mundial tiene sobrepeso u obesidad. Además, según datos de la Federación Mundial de Obesidad en Chile, se estima que para el 2035 un 43% de la población nacional será obesa. Un número preocupante y que esta nueva medicina ayudaría a combatir.

El nutriólogo de la red UC Christus también comenta los beneficios del buen uso bajo supervisión de este medicamento: “La semaglutida es una alternativa farmacológica que se puede utilizar para el control del peso en personas sin diabetes de acuerdo a los estudios que se han publicado hace unos años y con la aprobación que hay en Estados Unidos (...) En Chile se supone que este año van a comenzar el laboratorio que lo produce a solicitar los permisos de aprobación, por lo tanto, en la práctica de aquí a uno o dos años más quizás si vamos a tener esa dosis de medicamento. Sí, es una alternativa farmacológica beneficiosa, pero siempre complementaria a los cambios de estilo de vida”.

Vega también ha notado el interés de sus pacientes en la famosa inyección. Cuenta que ha recibido personas que, al ingresar a la consulta, inmediatamente preguntan por la receta de Ozempic. Algunos llegan sin saber cuál es el medicamento, pero que por recomendación de un familiar o un amigo que les funcionó quieren que se los receten a ellos. “Hay pacientes que han llegado a la consulta pidiendo fármacos inyectables y hay algunos pacientes que no lo necesitan por el peso”, dice.

Según el especialista, la mayoría de quienes consultan por la inyección son mujeres menores de 50 años. “Hay pacientes que tienen unos objetivos de peso que no se acercan a la realidad y su deseo de bajar, desde el punto de vista médico, no es sano. Además, se debe evaluar que, efectivamente, no tengan alguna contraindicación. Y obviamente explicándole que hay que ser bien realista, porque se puede ofrecer una buena baja de peso, pero si no está acompañado del cambio de estilo de vida los resultados van a ser limitados”.

Paulina vivió algo similar. Sus expectativas sobre el fármaco eran tantas, producto de lo que veía en redes sociales, que esperaba un cambio radical. Pero no fue así. “Sentí que era netamente una ayuda para no comer, pero no tiene nada que ver con el estilo de vida saludable. En el fondo, cuando lo dejas y no tienes ninguna estructura saludable de alimentación que pueda mantener el peso que bajaste, no funciona. Antes no estabas comiendo porque estabas con el medicamento, pero te lo van a quitar. Es una sensación momentánea”, comenta.

Ella logró perder aproximadamente tres kilos en dos meses y los recuperó una vez que dejó el fármaco. Cifra bastante alejada de los 10 kg que pretendía bajar. Por lo mismo, no lo recomienda a otras personas. A su parecer, el efecto es menor a cómo lo retratan las redes sociales: pérdida de grasa facial a las semanas o bajar muchos kilos en un mes no es realista.

A dos años de su incursión con la semaglutida, Paulina lo recuerda como una falsa ilusión. Cuando ve los testimonios en internet se muestra incrédula: “Yo no me siento para nada identificada con ese relato. Para mí no fue así, no es que de un momento para otro bajé siete kilos”. Acaso hay personas a las que les funciona, dice: “Yo he escuchado a tanta gente que sí le ha servido. Quizás no todas las personas somos candidatas para usar este medicamento, no por un tema médico, sino por un tema de hábito”.

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