Republicanos: El “informe de autopsia” que Trump desacreditó

Tras la última derrota presidencial en 2012, el partido elaboró un documento que planteaba la necesidad de ser más receptivos de las minorías ante los irreversibles cambios demográficos del país.


La última vez que un candidato republicano perdió una elección presidencial, la noche de recuentos tuvo poca o ninguna tensión. Barack Obama ganó la reelección en 2012 derrotando cómodamente a Mitt Romney. Para los republicanos, que habían renovado sus esperanzas de un renacer poderoso con la ola del Tea Party que los llevó a retomar el control del Congreso en 2010, el fracaso fue duro. Fue entonces cuando el director del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, encomendó a un grupo de expertos levantar un informe. Quería saber qué estaban haciendo mal y cómo podían volver a ganar elecciones.

El trabajo lo asumió Ari Fleisher, quien había sido vocero en el gobierno de George W. Bush, junto a Henry Barbour, Sally Bradshaw, Zori Fonalledas y Glenn McCall. Sostuvieron 2.600 entrevistas con expertos, funcionarios del partido, líderes empresariales y votantes. Encuestaron a 36 mil personas afines. También entrevistaron a hispanos republicanos.

Las conclusiones, publicadas en marzo de 2013, eran duras: las políticas del partido lo estaban condenando en el mediano y largo plazo. Se estaba convirtiendo en el reino de unos viejos gordos que pasaban mucho tiempo hablándose a sí mismos en lugar de buscar a nuevos votantes. Por tanto, las recomendaciones urgentes eran respaldar una reforma migratoria lo antes posible, porque el alcance del partido entre los hispanos se estaba reduciendo dramáticamente. Un 27% de ese grupo había votado por Romney, a quien el reporte criticaba por haber adoptado un tono insensible hacia esa comunidad. Era una recomendación polémica. Meses antes, el mismo partido había definido en su plataforma ideológica que debía ser inflexible ante la “amnistía” migratoria que las reformas propuestas, a juicio de sus detractores, implicaban.

Kevin McConville, de 67 años, prepara carteles para el césped mientras trabaja como voluntario en la sede del Partido Republicano de Staten Island, en la ciudad de Nueva York, EE.UU., el 13 de octubre.

El informe extendía esas conclusiones a otros grupos que el partido tradicionalmente había alienado, como los afroamericanos y minorías sexuales. “Ya existe una diferencia generacional dentro del movimiento conservador sobre temas relacionados con el trato y los derechos de los homosexuales”, dice el informe, “y para muchos votantes más jóvenes, estos temas son un filtro para determinar si este es el partido donde quieren estar”.

A la distancia, un empresario con hambre política miraba toda la autoflagelación con sorna. “El nuevo informe del RNC llama a una completa reforma migratoria”, escribió en Twitter el 18 de marzo de 2013. “¿Tiene el RNC un último deseo antes de morir?”. En un tuit posterior, dijo que el informe estaba escrito por la clase dirigente de consultores que perdieron la elección. “Corto de ideas. Sólo está dando excusas a los donantes”. La irrupción de ese hombre, Donald Trump, en la escena política republicana, pareció condenar ese informe a obsolescencia prematura.

El método Trump

La retórica del candidato Trump al lanzar su candidatura en las primarias republicanas del 2016 escandalizó a su propio partido. Por supuesto, otra fuerza comenzaba a crecer en las bases republicanas: el movimiento nacionalista mejor encarnado por Steve Bannon y su medio, Breitbart News, instalando la noción de que partes del país estaban en riesgo de convertirse en un imperio de narcotraficantes mexicanos y de radicales islámicos dispuestos a reducir a los cristianos blancos a una minoría. Breitbart News fue particularmente exitoso en posicionar historias falsas e ideas que crecerían en el cultivo del circuito de los locutores de radio conservadores. La mayor de todas: que una reforma migratoria era un eufemismo del establishment para lo que en realidad era una amnistía. Y que los republicanos que apoyaran esa reforma estaban en realidad a favor de esa amnistía. Fue la palabra que eliminó a los legisladores más centristas del partido en las primarias, sacándolos de circulación.

Y fue ese el discurso al que se acopló Donald Trump y llevó a la Casa Blanca. No es coincidencia que uno de sus asesores más cercanos y estables durante todo su gobierno fuera Stephen Miller, antes asesor del senador Jeff Sessions y parte del grupo de Breitbart. Miller escribió el discurso de toma de mando de Trump y se mantuvo como su principal asesor en materias de inmigración. En resumen, Trump no estaba simplemente contradiciendo cada una de las conclusiones del informe de 2013 -y con su éxito, desacreditándolas-; estaba instalando la verdad opuesta. Y una vez que con ese mensaje llevó al partido de vuelta a la Casa Blanca, el informe de autopsia estaba muerto al llegar. “Tenemos que dejar de recompensar lo escandaloso y lo estúpido”, había agregado en 2014 Mick Mulvaney en su advertencia a su partido. Pero en dos años muchas cosas cambiaron: como para consumar el “ninguneo” al informe, tanto Mulvaney como Priebus, el director del RNC que había encomendado el reporte, se fueron a trabajar junto a Donald Trump.

El Presidente Trump habla con los miembros del personal y los periodistas, en su visita a la sede de su campaña presidencial el día de las elecciones en las cercanías de Arlington, Virginia.

Sin embargo, en el partido sabían que el fenómeno Trump dependía en gran medida de él mismo. MISMO. Y que ese pan para hoy en algún “mañana” sería hambre.

La pregunta ahora es si ese mañana ha llegado. “Creo que Donald Trump continuará en la política estadounidense como una mancha más profunda”, advierte Rick Wilson, fundador del grupo de acción política The Lincoln Project, compuesto por republicanos opositores a Trump, que desarrollaron una campaña muy activa en esta elección. “Y creo que hay muchos en el partido que han aprendido a imitar sus peores impulsos, y seguirán haciéndolo en el futuro”, añadió en conversación con La Tercera.

En 2016, en medio de la irrupción del fenómeno Trump, uno de los autores del reporte, Ari Fleisher, hizo una advertencia. “El hecho sigue siendo que la demografía de Estados Unidos está cambiando y eso no se detendrá. Asumamos que Donald Trump gana la elección gracias a su gran llegada con la clase trabajadora demócrata”, dijo a Politico, anticipándose a lo que sucedería.

Mirando los datos de esta elección, Trump no parece haber sufrido de un castigo particularmente duro por parte de algunos de los electorados aludidos en el informe de 2013. Particularmente el hispano. Pero Rick Wilson advierte que es sólo cuestión de tiempo, inevitablemente, y dice que teme que para los republicanos sea “un poco tarde” para aplicar las conclusiones del reporte, sobre todo considerando que Trump seguirá siendo una fuerza política considerable y no ve al partido hoy demasiado interesado en desmarcarse de él. “Mira, el 50% de personas menores de 18 en este momento no son blancos. En 20 años más tampoco van a ser blancos. La idea de Trump recurriendo a políticas divisivas racialmente fue atractiva para miembros del Partido Republicano hoy, pero creo que va a tener un efecto adverso muy duro en lo que queda de nuestra vida política”, sostuvo.

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