A cuatro horas del final: Los nervios que cercan la decisiva lucha entre Lavín y Sichel

Los dos rivales que se disputan el cetro de esta primaria a cuatro bandas conversaron ayer para desearse suerte antes de este domingo marcado por la ansiedad, que a Sichel le impidió dormir bien anoche, pero que a Lavín no. Con pocas pistas -salvo las votaciones en el extranjero- ambos se preparan para el final. Incluyendo sus discursos para el caso A y el B. A su turno, Mario Desbordes (RN) y el Evópoli Ignacio Briones hicieron llamados a la participación y enfatizaron que darán la sorpresa hoy.


Ayer, él lo llamó. Antes de meterse de cabeza en esta mañana de domingo en que la tensión parece cortarse con cuchillo, Joaquín Lavín telefoneó a Sebastián Sichel para desearle “lo mejor”, que la campaña había sido limpia y que más tarde estarán detrás del vencedor. En unas cuatro horas más (18:00) cerrarán las mesas y luego el conteo se irá por un tubo -primero se escrutarán las papeletas únicas para independientes, luego la de Chile Vamos y al final la de Apruebo Dignidad- hasta saber quién se queda con el pase a la papeleta de noviembre y con cuánta fuerza de arranque. O el curtido UDI que lucha por vencer la primera valla de su tercer intento, o del retador novato sin partido.

Ello, mientras sus otros dos contendores hicieron sendos llamados a participar. Mientras el RN Mario Desbordes afirmó que “las encuestas que se equivocaron en el plebiscito (...) se van a equivocar hoy día”; la carta de Evópoli Ignacio Briones -el último de los cuatro en votar- llamó a “todos quienes están en su casa a que participen de esta fiesta de la democracia”, apuntando en contra del voto útil.

Sichel, el debutante, durmió poco y nada; su generalísimo Pedro Browne también, y en su comando ni esconden que la ansiedad se los come. En el del UDI aseguran que él descansó bien y que él ha estado tranquilo y relajado, pero ¿quién podría aislarse del nervio de una primaria nunca vista en la derecha? Los aprontes y cálculos previos han sido diversos y nada de concluyentes.

Las últimas mediciones del comando de Sichel pintaban un final cerrado pero no dan detalles. Al otro lado han comentado de sondeos propios, de su partido y de La Moneda que daban a Lavín dos dígitos sobre su rival y que la brecha se había acortado -a favor suyo- 7 ó 5 puntos. Pero son números, aparte de inciertos, de hace varios días atrás.

Ambos abrieron la jornada con muy pocas pistas. El único termómetro disponible eran los resultados parciales (no oficiales) de las mesas ya cerradas y contadas en el extranjero. Hacia el mediodía Sichel figuraba ganando con ventaja en Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea, pero con bolsones de votos muy flacos como para proyectar algo, y con Chile Vamos superado largamente por la lucha entre Gabriel Boric y Daniel Jadue. Como sea, su comando sacaba cuentas comparando -según ellos- que la votación del sector era un poco más baja que la que sacó el bloque en la primaria del 2017, y que su candidato, siempre según esa versión, marcaba casi lo mismo que Sebastián Piñera esa vez.

En el equipo de Lavín aseguran que no le prestaron mucha atención ni comentarios al dato; que por un lado daban por hecho que “a la izquierda le va un poco mejor allá”, y que otro -insisten- no es un indicador porque el 2017 Alejandro Guillier ganó por mucho en tres de esos cuatro países, pero fue barrido en el total.

La otra pista a medias era mirar el ritmo de participación acá, la preocupación que lleva semanas en el sector. La gente de Lavín sacaban cuenta de que en Santiago no iba a sacar su mejor resultado, pero que en regiones sí, que la máquina UDI haría lo suyo, que Sichel no llegaba con fuerza a zonas como la II Región y que al final los votos se acumulan. En su partido otros veteranos en campañas comentaban en la semana que estaban asumiendo que su hombre podría perder en algunas de las tres comunas clásicas de derecha (el exdistrito 23, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea), que en las ciudades más pequeñas de regiones sí puede ganar y que esperan una lucha cerrada en las más grandes. La comuna de Las Condes, eso sí, la tenían como “segura” para su exalcalde.

Como sea, gran parte de la atención está en el movimiento en esa zona. Hasta las 13:00, cifras parciales recogidas por la municipalidad de Las Condes (que durante la mañana llevó el pulso de la constitución de mesas), arrojaban casi 53 mil votos ya ingresados, equivalente casi al 20% del padrón. En la primaria del 2017 participaron allí 81.813; en las del 2013 99.505; en las municipales 150.263, y en la segunda vuelta de gobernadores 116.920. Al momento de cerrar esta nota los locales seguían recibiendo más gente.

Lavín aseguró en la mañana que pasará a segunda vuelta, y que “es una carrera de vallas, que hay que ir saltándolas una a una”. Y ante la consulta de si teme perder ante su rival retrucó que “no tengo ningún temor, pero estoy entregado a la democracia”. A la misma hora se le volvió a cruzar Evelyn Matthei, que en otro punto de prensa -hubo pantallas dividas en algunos canales, otros se quedaron con ella- dejó claro lo que muchos sospechaban: “El voto es secreto” y criticó que solo hubiese hombres en la primaria.

Al UDI lo estaba esperando -su llegada su mesa fue algo caótica, con masas y empujones- un choclón de adherentes que lo vitoreraron esperándolo en un escenario y podio muy preparados por su gente. En el local lo aguardaba su esposa María Estela León.

“Todos los datos indican que podemos ganar” pero “la vida no se me va en ganar o perder una elección”, comentó Sichel a su turno de votar, rodeado de su familia. A él también le armaron un grupo de una treintena de partidarios esperándolo.

Con tanta duda tendrán que tener discursos listos en cualquier caso. La gente de Lavín no despejaba esta mañana si él ya los tiene terminados, pero anda para arriba y para abajo con un cuaderno azul del que no se despega y del que -dicen los suyos- no se le entiende la letra. Sichel prepara, después de almuerzo, dos mensajes: uno en caso de ganar y otro en caso de perder. En algo más de cuatro o cinco horas se sabrá quién queda en pie.

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