Francisco Brugnoli, director del MAC: "Me duele no haber logrado ser oído y que el museo tenga estos niveles de inestabilidad"

Francisco Brugnoli, director del MAC desde 1998.

Tras anunciar su retiro a fines de 2016, el artista y académico ha seguido a cargo del Museo de Arte Contemporáneo desde que asumió en 1998. Frente a las críticas por su permanencia, el director defiende su gestión, pero también asume su responsabilidad por la crisis latente en que vive la institución. Y dice que espera entregar el cargo en abril.


Los últimos 3 meses no han sido fáciles para el director del Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Tras el estallido social del 18 de octubre, Francisco Brugnoli (1935) se vio obligado a cerrar las puertas de ambas sedes, Parque Forestal y Quinta Normal, por la dificultades de transporte que enfrentaban los funcionarios para llegar a cumplir sus funciones. A fines de noviembre comenzó el proceso de reapertura en horarios restringidos -con la inauguración de exposiciones como la del artista suizo Zimoun- y a partir de 2 de enero se retomará el horario normal de 11 a 18.30 horas. En el plano personal, Brugnoli tampoco lo ha pasado bien. Cuenta que en estos meses ha tenido problemas al colon, debido a las tensiones, que lo han debilitado. Sin embargo, anuncia la inauguración de una nueva exposición curada por él mismo, que se hace cargo del conflicto social.

La muestra Colección/Contingencia reúne más cerca de 45 obras del acervo del MAC de artistas que han tocado temas como el exilio y la resistencia, la violación a los derechos humanos y la represión policial. Entre ellos, habrá obras históricas de José Balmes y Gracia Barrios, Guillermo Núñez, Juan Pablo Langlois, Luz Donoso, Francisco Copello y Kena Lorenzini, entre otros.

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Francisco Copello. "El Mimo y la Bandera". 1975. Registro de performance. Parte de la muestra Colección/Contingencia. FOTO: MAC.[/caption]

Hace algunos días, un artículo publicado en la revista online Artishock cuestionaba su permanencia en el MAC como director, pese a haber anunciado su retiro definitivo a fines de 2016, y que ya venía planeando desde 2013, y se le acusó de "en 20 años se ha logrado capitalizar poco: sin capacidad de levantamiento de fondos -una sino la más importante, tarea de cualquier director de museo". Aquí Brugnoli defiende su gestión y explica que debido a problemas institucionales le ha sido imposible dejar el cargo.

¿Cómo responde a las críticas sobre su permanencia en el MAC pese al anuncio de su retiro hace cuatro años?

No me interesa contestar de manera personalizada, sólo decir que es interesante tener en cuenta que hay una escuela dentro de los críticos de arte que es bien interesante y que consiste en cómo hacer un escándalo para poner mi nombre en pantalla. Y eso se hace a costa de otras personas. La verdad es que hace tres años que no debería estar en el museo, pero resulta que apareció un proyecto de levantar un nuevo edificio, algo por lo que he luchado desde que llegué, e indudablemente tenía que ponerme a trabajar en eso, eso me retiene. Luego, la otra cosa más seria fue que desde que empecé a decir que me iba hace cuatro años plantee que era necesario hacer un diagnóstico del MAC. Este museo que yo dejo no es el que recibí y no sé si la universidad tiene claro eso. Tampoco está claro cómo elegir a un nuevo director, porque antes era relativamente sencillo, se elegía a un profesor de jornada completa y listo. No existe un sueldo de director, mi sueldo es de académico y tengo una designación directiva que recién vino a ponerse al mismo nivel que otras designaciones hace 3 años.

¿En qué consiste ese diagnóstico del museo?

Es un estudio de gobernanza, que se empezó a hacer a finales de 2017, y es un análisis final que hace la universidad sobre el museo. La idea es saber cuál es la percepción del museo a nivel social; se invitaron a políticos, científicos, teóricos de arte, otros intelectuales, una invitación con mucha amplitud para preguntar sobre la percepción del museo y de eso se hizo un legajo que ha sido visado por la vicerrectoría de gestión, pero aún no se tiene el resultado final. Cuando yo llegué en 1998 me entregaron mil m2 de exposición y hoy estoy entregando un museo con 5 mil m2, un museo que tenía 1.700 obras y hoy tiene más de 3.000; un museo que tenía 10 funcionarios y hoy son 30, y la verdad es que seguimos siendo muy pocos. Tenemos un presupuesto paupérrimo, 450 millones de pesos al año que no se compara con nada.

Se le ha criticado no haber sido capaz de levantar fondos ¿cuáles han sido los problemas?

Es sumamente complicado recaudar fondos externos con el sistema institucional y tampoco es tan fácil ir a una empresa a pedir plata para la Universidad de Chile, no tenemos un imagen que nos favorezca desgraciadamente, es bien complicado. Hace dos años perdimos la Corporación Cultural, a través de la cual reuníamos fondos e incluso pagábamos honorarios, también por problemas de apoyo. Hemos logrado ganar proyectos, como ahora que acabamos de ganar un Fondart para el desarrollo de la colección de fotografía, que incluye desde daguerrotipos hasta imágenes actuales. Cuando yo llegué este museo tenía previsto a un director y una secretaria y no mucho más, pero hoy tenemos unidades de trabajo bien claras. Unidades de producción, de conservacion, de prensa, de educación que es muy activa y se autofinancia con fondos, y una unidad experimental de artes mediales y eso nos permite algunas chorezas, como ser el único museo que tiene cuatro salas dedicadas a las artes mediales en el país.

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De la muestra Colección/Contingencia. Elías Adasme, "A Chile". 1979-1980 (2011). MAC U. Chile.[/caption]

Cuando Brugnoli asumió el cargo en 1998 recibió un edificio que estaba a punto de caerse. Sólo el primer piso estaba habilitado tras un modesta restauración post terremoto de 1985 que lo había dejado inutilizable. Brugnoli inició una campaña de reparación total que tuvo sus frutos recién en 2004, cuando bajo el gobierno de Ricardo Lagos recibió cerca de $ 1.750 millones, con los que se habilitó la sede completa, además de sumar la sede de Quinta Normal, para luego impulsar la adquisición de obras, siempre a través de donaciones de los propios artistas, ya que la Universidad de Chile, de la que depende el museo, no cuenta con un fondo para compra de piezas.

Su gestión también ha tenido hitos programáticos como la apertura de la primera exposición de Yoko Ono a Chile en 1998; la performance de Spencer Tunick en 2002; la exposición del movimiento Fluxus en 2005 o los tres años de la venida de la Bienal de Sao Paulo entre 2004 y 2007, entre otras. Este año en tanto, el calendario abrió con la primera muestra de Sophie Calle en Chile y le siguió la norteamericana feminista Martha Rossler.

Brugnoli, sin embargo, insiste en que está listo para su retiro. "No quiero estar en el museo el próximo año. A mí ya no me da más la vida acá. Tengo obra mía pendiente que tengo que resolver, entonces espero poder hacer la transferencia del cargo en abril", dice.

¿Por qué le ha sido tan difícil dejar su cargo de director?

Me siento muy responsable de lo que he hecho, me duele por supuesto no haber logrado ser oído y que el museo tenga estos niveles de inestabilidad. Cuando uno asume, cree que se puede hacer todo, pero ahora me doy cuenta que era difícil poder haber hecho algo distinto.

¿Se arrepiente de haberse hecho cargo de este buque tan complejo?

No me arrepiento, yo lo he pasado bien, la academia ha sido mi mundo de toda la vida. Tal vez si yo hubiese optado por otros lugares en la universidad habría logrado más, pero quise meterme a hacer una pequeña demostración de lo que se podía hacer frente a un museo y que que se ha hecho la prueba, este laboratorio de arte. Ahora queda ver quién resiste este invento.

¿Cómo debería ser el perfil del nuevo director?

En estas reuniones de gobernanza he recomendado que se haga un concurso externo, que pueda concursar gente de afuera e internacional. A mí me gustaría que hubiese un director brasileño, porque aunque la parte cultural está difícil hoy en Brasil, sus museos son muy buenos, insuperables, con colecciones valiosísimas. Creo que el museo necesita una mirada más allá del país, eso sería muy importante.

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