Columna de Sebastián Izquierdo: Simce, la hora de la verdad

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A pesar de la negativa del ministro de Educación a realizar este Simce, su aplicación ha sido esencial para abrir los ojos de una buena vez. Este llamado de atención, que dada la gravedad espero no dure un par de titulares, no se puede seguir ignorando y exige una acción decidida y contundente (sobre todo en matemáticas).


Imagina esto: Camilo tiene cinco bolsas con cuatro galletas cada una. ¿Cuántas galletas tiene en total? Parece una pregunta sencilla, ¿verdad? Lamentablemente, los recientes resultados del Simce de matemáticas revelaron una realidad alarmante. El 45% de los estudiantes de cuarto básico obtuvo un nivel de aprendizaje insuficiente, lo que representa más de 20 mil estudiantes adicionales que no logran adquirir las habilidades y conocimientos básicos para responder este tipo de preguntas.

Estos resultados son solo una muestra de los datos que ha arrojado la evaluación de matemáticas y lectura en 4° básico y II medio, los cuales evidencian que hemos retrocedido alrededor de 15 años. Para colmo, se han ampliado dramáticamente las brechas de aprendizaje entre niños y niñas, y las desigualdades asociadas al origen socioeconómico siguen siendo muy significativas. La pandemia y el consecuente récord en el cierre de escuelas (259 días sin clases presenciales) han dejado un impacto sin precedentes. Por lo demás, a esta alarmante pérdida de aprendizaje debemos sumar los efectos en el bienestar físico -un 58,3% de estudiantes que presentan sobrepeso y obesidad (Junaeb, 2022)-, así como el deterioro del bienestar socioemocional de los niños (CEP, 2023).

Esta realidad inaceptable, lamentablemente no es sorpresiva. En Chile ya se habían advertido las consecuencias inmediatas de la pandemia. Hemos sido testigos de una deserción escolar significativa, con 50 mil estudiantes que han abandonado el sistema­ y un aumento en el ausentismo, reflejado en un 85% de inasistencia crónica. La incipiente literatura nacional nos señalaba sin tapujos cuáles serían los efectos en la pérdida de aprendizaje, el aumento de la desigualdad y el empeoramiento de la salud mental. Se nos dijo que en 2020 y 2021 se estimaba una pérdida total de aprendizaje de más de un año escolar (CEP, 2023).

A pesar de la negativa del ministro de Educación a realizar este Simce, su aplicación ha sido esencial para abrir los ojos de una buena vez. Este llamado de atención, que dada la gravedad espero no dure un par de titulares, no se puede seguir ignorando y exige una acción decidida y contundente (sobre todo en matemáticas). Sabemos que cuando la institucionalidad y comunidades educativas se ponen una meta común, se sale adelante, pero no podemos conformarnos con medidas a pequeña escala y presupuestos insuficientes ­–debiese invertirse cinco veces más en la reactivación educativa (CEP, 2023)–. El presente y futuro de Chile está en juego y es responsabilidad de todos asegurar que las generaciones venideras tengan las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos del mundo actual. Esto, al final de cuentas, es un llamado a las autoridades a robustecer el plan, asignar recursos adecuados y establecer un seguimiento riguroso de su implementación.

Por Sebastián Izquierdo R., coordinador académico CEP.

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