El dilema de la última cama y cómo informar las muertes por covid-19: Mesa social alista protocolos

A member of military personnel works to prepare a field hospital which will provide extra intensive care space for patients with coronavirus disease (COVID-19), inside the exhibition centre Stockholmsmassan in Alvsjo, Stockholm, Sweden March 30, 2020. Jonas Ekstromer/TT News Agency via REUTERS ATTENTION EDITORS - THIS IMAGE WAS PROVIDED BY A THIRD PARTY. SWEDEN OUT. NO COMMERCIAL OR EDITORIAL SALES IN SWEDEN.

El aumento de fallecidos por coronavirus y la posibilidad cierta de que el sistema de salud colapse ante el aumento de casos críticos, obligó a la mesa social por el Covid-19 a encargar al rector de la Universidad Católica Ignacio Sánchez un protocolo bioético que guíe el manejo de las noticias fatales y el accionar del personal médico que se vería expuesto a la decisión de definir quién vive y quién muere.


A quince días de que Chile entrara a la fase 4 de la pandemia por coronavirus, se cuentan 16 fallecidos. Quién y cómo se deben comunicar los casos fatales ha sido un tema de análisis al interior de la mesa social por el covid -19 constituida hace unas semanas.

El consenso es que solo correspondería a la autoridades de salud dar a conocer los casos fatales, resguardando la protección de los datos personales. De ahí la pública controversia con la alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga, que se adelantó en dos oportunidades a entregar información de casos fatales.

Dar a conocer las circunstancias de los fallecimientos también es parte de un debate al interior de la mesa social. Informar que cada caso fatal es también producto de una enfermedad de base, puede llevar a la población a una falsa tranquilidad, pero tampoco se puede transmitir información que llame innecesariamente al pánico con un tasa de mortalidad hasta ahora baja en Chile.

“Hay que revisar la forma de comunicar para que no parezca una muestra de ineficiencia ni se llame al pánico tampoco”, dice el doctor Enrique Paris, miembro de la mesa social por el Covid.

La instancia creada por el gobierno mandató al rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, a entregar una propuesta que aborde los conflictos éticos que acarrea la pandemia. Entre esos temas también está la necesidad de establecer protocolos claros para que, ante el eventual colapso del sistema de salud, el personal médico enfrente la decisión de definir quien recibe tratamiento y quién no.

El rector Sánchez estregará esta semana una propuesta a sus pares. Y para eso pidió la colaboración de cinco especialistas en bioética, entre ellos la doctora Sofía Salas del Centro de Bioética de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, quien el lunes entregó sus propuestas a la máxima autoridad de la UC.

En conversación con La Tercera PM, Salas que, en efecto, “las personas más vulnerables son más susceptibles de morir, pero eso no significa que los jóvenes sean inmunes al covid”.

“Yo encuentro lamentable cómo se ha ido entregando la información de los fallecidos y esta aparente pugna de quién entrega primero la información. Debe haber una voz única y me parece razonable que se entreguen ciertos detalles mínimos del contexto en que falleció la persona, porque tampoco es buena la alarma pública. Hay que balancear que la gente tome conciencia y evitar que la gente esté angustiadísima”, comenta la experta.

En su propuesta a la mesa, Salas enfatiza la necesidad de establecer criterios claros frente a lo que llama “el dilema de la última cama” que enfrentará el personal médico cuando haya que decidir quién tiene prioridad de tratamiento. Algo que en las últimas semanas ha sido pan de cada día en países como Italia y España.

Un equipo para decidir quién vive

Salas sostiene que será necesario establecer equipos que decidan la oportunidad de tratamiento, de modo de que esa responsabilidad no quede en los médicos tratantes directos.

“Es un tema muy sensible , se ha recomendado que exista un equipo de decisión y que no sea el tratante inmediato. También hay que transparentar los criterios porque pudiera llegar a ocurrir que falten camas para pacientes críticos”, añade.

La profesional sostiene que los principales centros de bioética han sacado sus recomendaciones y la mayoría coincide en que la asignación de los recursos debe hacerse en base a la cantidad de años y calidad de vida. Bajo ese criterio no solo incide el factor de la edad.

“Un paciente joven de 30 años con un cáncer diseminado que se contagia, probablemente no será el candidato principal a tratamiento”, afirma.

La doctora enfatiza que el norte es establecer criterios objetivos que no permitan que la condición socioeconómica, la nacionalidad, sexo o plan de salud sean condicionantes para el acceso a tratamientos.

El doctor, Sebastián Ugarte, miembro de Sociedad de Medicina Crítica y Urgencia, también ha abordado el tema recientemente.

“Van a escasear las camas hagamos lo que hagamos, por eso lo mejor es tener criterios objetivos para la capacidad de atención. Eso fue lo que estamos trabajando. Y por eso el grupo de la UC está viendo criterios éticos”, dice.

El rector Sánchez fue contactado por este medio para expresar su opinión sobre el documento que elabora, pero hasta el cierre de esta edición no contestó.

Las orientaciones de la UC

La Universidad Católica, sin embargo, hace unos días emitió un documento de cinco páginas bajo el título “Orientaciones éticas para decisiones médicas en contexto de pandemia”.

“Fruto de la reflexión de los integrantes del Centro de Bioética y de médicos de la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, plantea algunos principios y valores que es importante resguardar en la toma de decisiones del equipo médico en la atención de los pacientes en un contexto de pandemia. Este documento busca aportar una mirada ética para avanzar en la propuesta de un marco general que apoye a los equipos de salud en la toma de decisiones en condiciones excepcionales, cuando existe un gran desequilibrio entre necesidades y recursos disponibles”, dice el texto que luego enumera orientaciones éticas básicas para una situación de crisis del sistema sanitario.

“No pretendemos dar respuestas concretas a todas las dudas éticas particulares que puedan surgir, pero sí recomendaciones que guíen y complementen el juicio prudencial del equipo médico”, añade.

Sobre los criterios para admisión de pacientes a la UCI 1, sostiene que "a pesar de la escasez de recursos, no se puede renunciar a cuidar a cada paciente, es decir, no se puede abandonar a nadie. Todo paciente tiene derecho a que se le dé cuenta de cómo se lo está cuidando (“no-abandonando”).

Añade que “la admisión de todos los pacientes debe ser considerada por igual. Los criterios se aplican a todos ellos, sin discriminar ni positiva ni negativamente a los infectados por Covid-19. 3. En situaciones de crisis, los criterios de admisión y alta deben ser flexibles y se deben adaptar localmente según la disponibilidad de recursos y de personal, la posibilidad real de transferir pacientes, el número de accesos en curso o planeado”.

“Procurar una muerte digna”

El texto emitido por el equipo de bioética UC apunta también a la muerte digna.

“Se debe considerar el procurar una muerte digna para los pacientes que fallezcan por infección Covid-19 y por cualquier otra causa. El proceso de fin de vida en una UCI conlleva hacerse cargo de aspectos físicos, psicológicos, espirituales, sociales y familiares”, dice el documento.

Y añade: “Se entiende por muerte digna aquella muerte que ocurre debido al avance natural de la enfermedad y en la que se intenta proporcionar el máximo de confort, aseo personal, alivio del dolor y de otros síntomas asociados a la agonía. No puede ser considerada digna una muerte en la que terceros decidan adelantar el proceso natural aduciendo razones económicas, de efectividad o incluso supuestamente humanitarias para aliviar el dolor o el sufrimiento. Si se definió previamente no ingresar a un paciente a la UCI o, estando en esta unidad, se ha definido no avanzar en la intubación y conexión a ventilación mecánica, la “sedación paliativa” en estos pacientes puede considerarse como expresión de buena práctica clínica y debe seguir las recomendaciones existentes”.

También apunta a la protección del personal médico ante las decisiones: “Hay que intentar construir redes entre los comités de ética asistencial (extendiendo a los expertos de ética clínica), y entre clínicos y eticistas, para que se pueda generar un apoyo constante y eficiente y para que los equipos clínicos no se sientan abandonados a decisiones particularmente difíciles”.

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