Feminista y disidente: el agitado año de la primera alcaldesa de Melipilla

Lorena Olavarría, alcaldesa de Melipilla. Foto: gentileza Municipio de Melipilla.

El 28 de junio de 2021, el mismo día del orgullo LGBTIQA+, Lorena Olavarría (CS) se transformó en la única mujer en dirigir la comuna de la zona sur de la Región Metropolitana. Se reconoce como una rareza entre sus pares: es lesbiana, ambientalista y defensora de los animales, algo que le ha costado ataques misóginos en su propio municipio.


No ha sido un año sencillo para Lorena Olavarría (31 años, Convergencia Social), la alcaldesa de Melipilla. Inserta en una comuna marcada por las tradiciones del mundo rural, su figura apareció como una opción disruptiva para muchas comunidades, pero su trabajo previo, marcado por su rol en la coordinadora Fractal, le valió para hacerse de una base territorial que la llevó a la alcaldía con el 30% de los votos, derrotando al entonces alcalde Iván Campos (independiente, con cupo Chile Vamos).

Lesbiana, feminista, medioambientalista y animalista, es hija de una reconocida familia de profesores y contadores, los Olavarría Baeza. Y su arraigo con la comuna está marcado, pues toda su vida, incluso la educación superior, la cursó en la comuna. Hasta el año pasado era una de las voces de la agrupación Catártica Animal, pero su aventura municipal (la segunda, tras su fracaso en su candidatura como concejala en 2016), la obligó a ocuparse completamente de los vecinos. Eso sí, no a todos les ha gustado su llegada, pues hace unas semanas sufrió un ataque misógino en el frontis del municipio.

¿Cómo resumiría su primer año en la alcaldía?

Complejo. Melipilla es parte de la RM, pero bien en la periferia. Este es un territorio históricamente conservador, que hace muy poco está conformando una organización de disidencias sexogenéricas. Nunca había tenido una alcaldesa; de hecho, mi concejo municipal está compuesto solo por hombres y el porcentaje de trabajadores es de un 70% y solo un 30% de mujeres, algo que vamos a cambiar. También se vive muy fuerte el rodeo, las tradiciones y, lamentablemente, el machismo.

Usted es defensora de los animales ¿cómo ha sido su relación con las organizaciones que promueven el rodeo en su comuna?

Es un tema bien polémico. En ningún caso estoy en contra de esta actividad o he querido restarle apoyo a las organizaciones de mi comuna, pero sí hemos sido claros que el maltrato animal no se debe desarrollar. Este tema aún está en debate, porque hay visiones que dicen que sí hay maltrato en el rodeo, pero otras que dicen que los animales se desestresan con él. Yo soy vegetariana, animalista, pero entiendo que administrar una comuna trasciende de las concepciones que uno pueda tener. Eso sí, creo que el rodeo no es deporte.

¿Como fue plantarse frente a una comuna marcadamente conservadora, como usted dice?

Nuestra candidatura surgió desde el Frente Amplio y levantarla estuvo llena de desafíos. El aspecto económico, de visibilidad, de apoyos, fue duro. Además, competí contra el ex alcalde y un concejal (Juan González, DC), que ya contaban con un grupo grande. Lo que sí nos favoreció fue que nuestra campaña partió desde el territorio y que fui la única mujer en postular a la alcaldía, lo que en el contexto sociopolítico que vivíamos generó mayor representatividad. Además, fuimos la única campaña en tener un programa, que surgió de los encuentros autoconvocados después del estallido social.

¿Cómo ha sido el recibimiento?

Al ser un proyecto de izquierda transformador y feminista, efectivamente molesta. Llegamos al municipio y nos encontramos con un nivel de hostilidad y desconfianza arrastrado por años, no solo internamente, sino también por parte de las comunidades, debido al abandono que ha existido por años. Por eso, hemos trabajado en terreno para recomponer el tejido social y gestionar mejor los recursos, además de enfrentar los distintos conflictos medioambientales, porque estamos a un paso de declararnos como zona de sacrificio, por las torres de alta tensión y las industrias que se quieren instalar aquí.

¿Con qué se encontró al llegar?

Existía una deuda de $1.300 millones de pesos, pero a través de la responsabilidad fiscal, en marzo logramos un superávit de $300 millones. En 2016, la administración anterior desvinculó a más de 100 funcionarios municipales, lo que nos lleva al día de hoy a tener una deuda -solo previsionales- de $600 millones. También hay proyectos que fueron ejecutados, pero que no se cerraron, lo que nos evalúa mal como municipio.

¿Hay querellas por estas denuncias?

El año pasado presentamos una por malversación de fondos contra la Corporación Municipal. Y a nivel municipal, hemos realizado investigaciones sumarias a funcionarios por procedimientos que han perjudicado su patrimonio.

¿Le ha costado dirigir un concejo municipal compuesto únicamente por hombres?

Ha sido otro gran y complejo desafío, con muchos aprendizajes, porque hoy seguimos viviendo en una cultura machista. No quiero personalizar, pero histórica y socioculturalmente se ha establecido que el hombre es quien sabe más, quien ejerce el poder. Y que una mujer feminista, joven, lesbiana y ecologista llegue a la alcaldía, a muchos les molesta. Pero creo que fue más difícil el año pasado, en el contexto de la campaña presidencial, pues, el concejo es un espacio súper político, donde se pide mucho a la administración y se canalizan las exigencias de la comunidad. Se usó esta plataforma para afectar al municipio, pero hoy ya dejó de ser un espacio de disputa.

¿Ha sufrido agresiones por sus creencias políticas o su orientación sexual?

Sí, hace unas semanas rayaron el municipio con mensajes bastantes explícitos en mi contra, lo que demuestra la violencia y discriminación que mujeres y disidencias recibimos a diario. Rayar el municipio es súper violento, pero no contra mí, sino contra la chica que va en tercero medio y que está reconociendo su identidad. Ella lee estos mensajes que cuestionan la orientación sexual de la alcaldesa y piensa ¿qué queda para mí? Eso afecta duramente a nuestra comunidad, pues no se debe naturalizar estos ataques y esa es una responsabilidad colectiva, no solo de las instituciones.

¿Cómo enfrenta su municipio los problemas de discriminación?

Es un camino en el que estamos avanzando. Ya conformamos la comisión de género, en la que participan funcionarias y funcionarios municipales. También, a través de la Dirección de Desarrollo Comunitario, donde firmamos un convenio con la Red Diversa de Municipalidades, para crear la oficina de las diversidades. Pero también hemos trabajado con personas en situación de discapacidad, contratando a un intérprete de lengua de señas en los exámenes de conducir para las personas sordas, porque la prueba teórica no está disponible para ellos. También hemos estado trabajando en apoyar a los adultos mayores o a los migrantes.

¿Cuál es su opinión por la educación inclusiva que impulsa el gobierno?

Creo que el gobierno, en tres meses de gestión, ha demostrado las capacidades de generar un trabajo integral. El incorporar asesores de género en todas las carteras ministeriales es un reflejo de la real intención de querer incluir a las disidencias, o el cerrar Ventanas, o el programa Siembra por Chile -que entrega recursos para fomentar la agricultura familiar campesina- son hechos concretos.

El lenguaje inclusivo ha generado todo tipo de reacciones.

Creo que esos cuestionamientos, como ocurrió con el concepto de “mapadres”, son gratuitos y no se centran en lo importante. Hoy existe una polarización evidente por el proceso constituyente que vivimos, por lo que cualquier discusión se amplifica con tal de atacar al gobierno. Todo eso nos saca de las discusiones realmente importantes, pero miro con optimismo y esperanza la gestión del presidente Gabriel Boric.

¿No le parece una imposición?

Es que el uso del “les” o el “nosotres”, por ejemplo, no es algo que se use para hombres y mujeres, sino para hablar a las personas no binarias o transexuales. Y si hoy parte de la población se siente identificada de esa forma ¿por qué no respetarlo? No afecta en nada. Nuestra cultura ha considerado el género binario -hombre y mujer- como únicos, olvidando que pueblos originarios, hace cientos de años atrás, ya consideraban a 16 géneros dentro de su cultura. Esto es parte de la naturaleza humana y no reconocerlo es quedarse estancado. Todo esto se resume en la aplicación de los derechos humanos, que no discriminan a nadie.

Y dentro de toda esta discusión, ha debido enfrentar el crimen organizado que se ha tomado su comuna.

El narcotráfico es el problema que más fracasos ha tenido a nivel mundial y en el último tiempo ha crecido exponencialmente, de la mano de las organizaciones criminales. Hemos abordado este problema a través de nuestro consejo de seguridad, donde hemos debido generar un plan de trabajo anual para disminuir la sensación de inseguridad. Como municipio también tenemos un rol de prevención, por lo que también debemos entender la seguridad como algo integral, no solo delictual.

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