Kleber Mendonça Filho, cineasta brasileño: “En mi país muchos ciudadanos del sur se sienten más próximos a Europa que a su propia nación”

Sonia Braga, al centro, es una de las protagonistas de Bacurau, película de Kleber Mendonça Filho que ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2019.

Este jueves CineHoyts online estrena la película Bacurau, una distopía con safaris humanos en el nordeste brasileño que ganó el Premio del Jurado en Cannes 2019. Su director conversa con La Tercera PM sobre la elogiada cinta protagonizada por Sonia Braga.


El cineasta Kleber Mendonça Filho (1969) nació en el nordeste de Brasil, en la ciudad de Recife, y conoce el territorio como la palma de su mano. Su cartografía personal es tan clara que la zona ha sido la escenografía física y moral de sus tres películas y de todos los cortos que realizó previamente. Primero habló de los barrios de la ciudad en Ciudad alrededor (2012), luego de la especulación inmobiliaria en Aquarius (2016) y ahora, con Bacurau (2020) ingresa en el tópico de las enormes distancias sociales y económicas entre los pueblos rurales y los centros urbanos del país.

Lo hace a través de una cinta singular, incómoda, sorprendente y que descoloca: es un filme que mezcla el realismo con el western, la ciencia ficción, el horror y la acción pura. ¿Cómo? Un pueblo que literalmente no está ni en los mapas se transforma en el coto de caza de un grupo de turistas que se dedican a capturar a sus habitantes.

Tienen licencia para matar y, peor, entre ellos incluso hay dos brasileños del sur: de Río de Janeiro y de Sao Paulo. La comunidad, sin embargo, resistirá de la mejor y más heroica manera y entre sus personajes líderes está Doña Domingas, encarnada por Sonia Braga.

Ambientada en un “futuro no muy lejano”, como dice una leyenda al inicio de la trama, Bacurau (que es además el nombre del pueblo) ganó el año pasado el Premio del Jurado del Festival de Cannes. Vía zoom, Kleber Mendonça Filho conversa con La Tercera PM acerca de la cinta que se estrena este jueves 31 de diciembre en la plataforma de CineHoyts y que en esta oportunidad co-dirigió junto a Juliano Dornelles, uno de sus colaboradores habituales.

¿Cómo se originó la película Bacurau?

La primera idea fue hace unos diez años, cuando junto a Juliano Dornelles presentamos en un festival de cine de Brasil nuestro documental Recife frio (2010), que era más bien una especie de película científica sobre nuestra ciudad, Recife, y sus temperaturas (Dornelles fue diseñador de producción y productor en ese corto de no ficción). Nos dimos cuenta que a ese encuentro llegaban muchas películas que acostumbraban a mirar a las comunidades al interior de Brasil con condescendencia y casi como si fueran insectos o animales de estudio. Pero además solían contaminar esas realidades con sus propios problemas de la ciudad, lejanos a lo que pueden sentir los habitantes rurales. Así es como decidimos hacer una película de ficción ambientada en un pueblo del nordeste brasileño, pero que al mismo tiempo fuera una especie de homenaje al cine de género que nos gusta desde siempre. Me refiero a películas australianas, italianas, estadounidenses y también británicas que cultivan el horror, la acción o la violencia de una particular manera. No hablo de fórmulas ni de una mirada intelectual. Son películas con las que uno ha crecido y les tiene afecto. Hablo, por ejemplo, a Tráiganme la cabeza de Alfredo García (1974) el western de Sam Peckinpah. Es difícil explicar cada una de las influencias que puede tener Bacurau, pero si tuviera que resumirlo, diría que que es un “safari de géneros”, una película donde voy cazando elementos de muchas otras. Como espectador y luego como periodista y crítico de cine tuve una exposición a una gran cantidad de filmes y todos ellos quizás desembocan en una obra como Bacurau.

El realizador Kleber Mendonça Filho (1969) es el cineasta brasileño de mayor proyección internacional en este momento.

¿Es su película más cinéfila entonces?

Es tal vez más evidente que en Aquarius o la anterior El sonido alrededor (2012). Como dije, es una suerte de safari de cinefilia y por eso, entre otras cosas, está filmada en Panavision, el clásico sistema de pantalla ancha patentado en Estados Unidos. Cuando trabajas con los géneros cinematográficos (en Bacurau hay referencias al western, al cine de aventuras, al de horror y al thriller) es más fácil que se note la cinefilia de un cineasta. Es más notorio que en obras realistas como mis largometrajes anteriores, sin embargo en ellos también hay bastantes referencias. Por ejemplo, creo que en Aquarius hay citas al cine de Brian de Palma y Paul Verhoeven, que quizás no son tan exuberantes como las que se notan en Bacurau y que se relacionan con las películas de John Carpenter y Sergio Leone.

¿Por qué decidió que Bacurau cambiara totalmente de estilo casi en la mitad de la historia ?

(Risas). Creo que en Brasil no existe mucha conciencia de la importancia de las películas de género. Por ejemplo, un cineasta tan importante en nuestro país como José Mojica Marins (fallecido a inicios de año a los 83) nunca ha tenido el reconocimiento que merece: el fue un gran y temprano cultivador del horror no sólo en Brasil, sino que también en Latinoamérica. Con Juliano (Dornelles) nos propusimos de alguna manera inocular una vacuna o un especie de suero con una serie de géneros directamente al espectador. Por eso es que en esta historia todo empieza como si no pasara nada, casi con el clásico “había una vez” y, de repente, de la nada: ¡Bam!. Todo cambia. La película toma otro tono, directamente ligado a la acción, al thriller, al horror. Es como la aguja de un sismógrafo que no se mueve nunca hasta que cuando nadie lo piensa, se dispara. Intentamos provocar esa impresión en el espectador. Por supuesto que hay una serie de temáticas sociales y políticas que subyacen a la trama, pero a veces ese tipo de reflexiones son más efectivas si es que relatan como cine de género.

¿Qué representan los personajes brasileños en este grupo de “cazadores de humanos” en Brasil, donde el resto son extranjeros?

Aquellos personajes se relacionan con un fenómeno muy complejo en Brasil. Está relacionado con la economía y la geografía. Desde la época de la colonización, todo el desarrollo económico e industrial de mi país se concentró en el sudeste, invisibilizando por completo el nordeste, que es una región riquísima a su particular manera y que fue dejada de lado. Es un tema que aún resulta incómodo y molesto para muchos en mi país. No lo quieren abordar. Cuando la película se estrenó en Brasil nuevamente se produjo la conversación al respecto. Fue una especie de shock. Sin embargo, esa es la realidad. Y está presente en la vida diaria y también en las representaciones culturales. Por eso es muy común que en una telenovela, por ejemplo, el personaje que es empleada doméstica siempre sea del nordeste y sea tratado en forma poco respetuosa. Son estigmas incómodos. En el caso de la historia de Bacurau, los dos personajes brasileños que se dedican al safari humano en su propio país provienen de una base histórica que no tiene nada que ver con la nación en la que viven. Actúan contra sus propios compatriotas. Es un fenómeno que se ha repetido en la historia: al respecto me acuerdo de la población ucraniana que en la Segunda Guerra Mundial pertenecía a la Unión Soviética y que tras la invasión alemana, comenzó a colaborar con los nazis en contra del Ejército Rojo. Es un hecho fascinante y al mismo tiempo terrorífico. Guardando las diferencias, creo que en Brasil, donde los habitantes del sur y del sudeste se siente en general más próximos a Europa, ese tipo de fenómenos tiene mucho sentido

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