Lula e iniciativa de impuestos a “súper ricos”: Presidente brasileño pone a prueba su apoyo en el Congreso

El Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, asiste a una ceremonia en el Palacio de Planalto en Brasilia, el 30 de agosto de 2023. Foto: Reuters

El mandatario firmó una medida provisional al respecto, pero que puede perder validez si el Congreso no la valida en un plazo de hasta 120 días. La ofensiva de Lula se produce justo cuando su reforma tributaria es debatida por el Senado tras su aprobación en la Cámara.


“Pongamos a los ricos en el impuesto sobre la renta y a los pobres en el presupuesto”. Con ese mensaje en la red social X, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció la firma de una medida provisional que modifica la tributación de los fondos de inversión exclusivos, o de los “súper ricos”, iniciativa que prevé un incremento en la recaudación.

La medida establece el cobro de un tributo de 15% a 22,5% sobre los rendimientos de los fondos exclusivos, que en general tienen un único titular y exigen una inversión mínima de 10 millones de reales (unos dos millones de dólares). “El cobro será realizado dos veces al año, a diferencia de lo que ocurre actualmente, en que el tributo (el impuesto a la renta) es realizado solo en el rescate”, explica una nota emitida por el Palacio del Planalto.

Hasta ahora, los fondos exclusivos tenían esa ventaja respecto de otros con tributos anticipados, ya que el capital seguía rindiendo en la cartera del inversor. El gobierno estima que unos 2.500 brasileños cuentan con recursos en esos fondos, por unos 756.800 millones de reales (151.360 millones de dólares), un 12,3% de los fondos en el país. Con esta medida, el gobierno espera recaudar unos 24.000 millones de reales (alrededor de 4.800 millones de dólares) hasta 2026.

Según el sitio Brasil de Fato, la medida apunta al 0,001% de la población nacional. La recaudación esperada con la medida, sin embargo, puede generar suficiente efectivo para financiar alrededor de un tercio del programa Minha Casa Minha Vida. Para 2026, el programa quiere construir dos millones de viviendas.

En segundo lugar, el Ejecutivo propuso al Congreso un proyecto de ley que prevé la tributación anual de los rendimientos de capital brasileño ubicados en el exterior (offshores), incluidos los paraísos fiscales. El texto establece un impuesto anual progresivo de hasta el 22,5%, frente a la normativa actual, que solo tributa el capital en el extranjero cuando se rescata y vuelve a Brasil.

Según el gobierno, unos 200.000 millones de dólares en activos pertenecientes a particulares están posicionados en el exterior y el objetivo es cobrar 7.000 millones de reales, unos 1.500 millones de dólares en 2024.

El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, afirmó que la tributación de los fondos exclusivos de los “súper ricos” y del capital en el exterior no es “revanchismo ni Robin Hood”. “Aquí no hay un sentimiento que no sea el de la justicia social. Esa es la determinación del presidente y de todos los ministros: traer a Brasil las mejores prácticas internacionales” para tener un país que se desarrolle de forma sostenible, “desde el punto de vista fiscal, social y ambiental”, declaró.

En Brasil, las medidas provisionales entran en vigor una vez firmadas por el mandatario, pero pierden validez si el Congreso no las valida en un plazo de hasta 120 días. Lula dijo que espera que los parlamentarios, esta vez, “en lugar de proteger a los más ricos, protejan a los más pobres”.

Al respecto, el columnista del sitio UOL José Paulo Kupfer alertó sobre el desafío de Lula en el Congreso. “La medida provisional y el proyecto de ley que dan inicio a las batallas del gobierno de Lula para cumplir la promesa electoral de ‘incluir a los ricos en el Impuesto a la Renta’ llegaron al Congreso. Hay resistencia entre los parlamentarios y la aprobación de las medidas depende del acuerdo ministerial que el Presidente Lula ofrezca al presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, y al Centrão, el grupo político liderado por Lira”, escribió.

Bruno Bastos de Oliveira, doctor en Derecho Económico y profesor de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Estadual Paulista, explica a La Tercera los alcances de las propuestas de Lula. “La tributación de los ‘súper ricos’ es un tema delicado en la política económica y fiscal brasileña. El Presidente Lula, al redactar la medida provisional, da señales claras de cómo pretende abordar la cuestión”, sostiene.

Al respecto, comenta que “la medida seguramente encontrará resistencia entre los parlamentarios, y la aprobación está directamente relacionada con el ‘acuerdo político’ que se ofrecerá a cambio al presidente de la Cámara de Diputados y al llamado ‘Centrão’, este último es un grupo político que ha ido acaparando el papel decisivo en la aprobación o no de las principales medidas del gobierno”. “No será una tarea fácil para el Presidente Lula y su equipo político”, reconoce.

Gustavo Fernandes, profesor de Finanzas Públicas de la Fundación Getúlio Vargas en Sao Paulo, es optimista sobre el progreso de la medida provisional de Lula que apunta a los “súper ricos”. “Yo creo que hay buenas chances a causa de la forma cómo se está proponiendo. El gobierno ha mantenido la meta del déficit primario cero para 2025. Y también ha propuesto el aumento de los impuestos como una forma de hacer justicia social. De hecho, es algo que se ha propuesto antes a pesar de toda la presión por los gastos y por controlar la deuda. Este punto es crucial: más que ampliar impuestos se hace justica social. Los diputados son muy sensibles a lo que el elector piensa”, comenta a La Tercera.

Según Kupfer, “las medidas ahora encaminadas al Congreso son la punta de lanza de un proyecto más ambicioso, de complementación de la reforma de los tributos sobre el consumo, ya aprobada en la Cámara y en discusión en el Senado, con una reforma de la tributación del Impuesto a la Renta”.

Reforma tributaria

En julio, en una decisión histórica, la Cámara de Diputados aprobó en segunda vuelta el texto básico de la Reforma Tributaria, el primer gran cambio en el sistema tributario del país en 58 años, según destacó el diario O Globo.

“Brasil tendrá su primera reforma tributaria desde el inicio de la democracia. Es una gran victoria para el país”, dijo entonces el Presidente Lula.

La reforma tributaria, destaca Infobae, es discutida desde hace varias décadas en Brasil y todas las administraciones desde la de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) intentaron impulsarla, pero no consiguieron los votos suficientes en el Congreso.

El presidente de la Cámara de Diputados, el centrista Arthur Lira, fue uno de los principales defensores de la reforma y les pidió a los legisladores tratarla como un asunto de interés del Estado y no perjudicarla por divergencias partidarias. “Dejemos las urnas de lado. La reforma no es un juguete político ni una agenda del gobierno. La reforma tributaria es una agenda del Estado”, afirmó Lira poco antes de abrir la votación y en medio de una gran ovación.

El proyecto crea el Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) para unificar los cinco tributos que son cobrados actualmente sobre el consumo. El impuesto pasará a ser cobrado por el gobierno federal y una parte de la recaudación será distribuida a las regiones y los municipios mediante un fondo especial.

Fernandes reconoce que con este tercer gobierno de Lula “había una gran preocupación con una posible expansión de los gastos”. “Sin embargo, el ministro Haddad ha logrado cambiar tal visión con una propuesta de austeridad fiscal. La reforma fue una gran victoria para el gobierno pues se habla de reforma hace muchos años. Y ahora hay una”, destaca.

Sin embargo, apunta Infobae, “a pesar de los eslóganes de campaña del presidente brasileño, la nueva ley no grava a los ricos ni a los grandes patrimonios”. En la misma línea, la semana pasada, en una columna de opinión, Frei Betto, escritor, teólogo y amigo de Lula, se preguntaba: “¿Los súper ricos quedan fuera de la reforma tributaria?”.

Josué Gomes da Silva, presidente de la FIESP, la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo, fue uno de los más entusiastas defensores del texto aprobado por la Cámara, según O Globo. “Fue una batalla de décadas, que abarcó varias legislaturas y gobiernos. Y finalmente avanzó hacia esta victoria superlativa, expresando una unidad de voluntad a favor de Brasil de una mayoría robusta de diputados, gobernadores, alcaldes, técnicos del Congreso y del gobierno de Lula, con el apoyo decisivo de los sectores productivos del país”, apuntó.

Para Armando Monteiro, consejero de la Confederación Nacional de la Industria (CNI), la aprobación del texto es un gesto positivo para los inversores y tendrá el potencial de apalancar el crecimiento de Brasil. “La señal de esta aprobación para el país es que el Congreso está comprometido con la agenda de reformas, una agenda que necesita avanzar para mejorar el entorno empresarial en el país”, comentó. Tras la aprobación del texto en la Cámara, la entidad pidió “celeridad” en la tramitación de los cambios en el Senado.

La semana pasada, la ministra de Planificación y Presupuesto, Simone Tebet, dijo que estaba “convencida” de que la reforma tributaria será aprobada en el Senado en octubre y promulgada por el Presidente Lula en diciembre. “Estoy consciente y convencida de que aprobaremos esta reforma en octubre. Existe un compromiso del Senado en ese sentido. Luego regresa a la Cámara para realizar algunos ajustes. Tenemos todas las condiciones para promulgar la reforma hasta el 31 de diciembre de este año”, aseguró en un evento en la Fundación Getúlio Vargas.

“Hay mucha discusión sobre el tema y muchos puntos por mejorar, pero creo que hay un ambiente político favorable para su aprobación”, comentó a este medio Bruno Bastos de Oliveira. Según el académico, “los empresarios, en general, celebran la reforma. La gran discusión es sobre la pérdida de ingresos que afectará a estados y municipios. Así es la gran discusión política que se llevará a cabo en el Senado”.

Si bien Fernandes destaca que Lula “logró vencer a (Jair) Bolsonaro a pesar de su uso desenfrenado de los gastos públicos”, cree que “los empresarios están distantes” del mandatario izquierdista. Y así lo explica: “Brasil hoy es un país agrario. Los empresarios de la industria, donde Lula creció en la política ya no existen más. El gran empresariado está más conectado con los servicios y el agro. Así, han recibido bien la reforma, aunque creo que todavía les gustaría más un gobierno de Bolsonaro”.

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