Melón y melame

vidal lavin

Independiente de quién es el muñeco y quién el ventrílocuo, según la ocasión, la alta exposición mediática y el perfil diverso de público al que están llegando podrían catapultarlos a ser candidatos presidenciales de sus coaliciones, con una distancia en las encuestas difícil de remontar.


Nacidos en 1996, la dupla Melón y Melame, de los humoristas Mauricio Flores y Gigi Martin, alcanzaron su consagración máxima en los festivales de Viña del Mar del año 1998 y 1999. Se trataba de un dúo de personajes basado en un muñeco (Flores) de piernas falsas, "manejado" por un ventrílocuo (Martin) que supuestamente hablaba por el muñeco. La verdad es que el manejo de Melón era bastante limitado y Melame cobraba vida propia, saliéndose siempre de libreto con chistes picarescos que causaban carcajadas en la audiencia.

Casi 20 años después, en mayo de 2016, una nueva dupla nacería: Joaquín Lavín y Francisco Vidal. Fue el programa Polos Opuestos, de radio Conquistador, donde comenzó una relación que hoy ellos definen como amistad, pero que en la práctica es mucho más estratégica de lo que muchos piensan.

Joaquín Lavín tiene una amplia trayectoria en política. Podría decirse que ingresó a la política en 1977, al participar del acto organizado por el Frente Juvenil de Unidad Nacional en Chacarillas. Posteriormente entraría a militar en la UDI, perdería la elección como diputado en 1989 y ganaría la alcaldía de Las Condes en 1992. De ahí fue reelecto en en 1996, perdió por muy pocos votos la elección presidencial de 1999, y tuvo sendos fracasos en la elección presidencial de 2005 y la senatorial de 2009. Luego asumió como ministro de Educación y Desarrollo Social del primer gobierno del Presidente Piñera, para terminar nuevamente siendo elegido alcalde de Las Condes en 2016.

La historia de Francisco Vidal es algo distinta, pero no tanto. Inició su carrera en el Partido Nacional, siendo un férreo opositor a la Unidad Popular de Salvador Allende. A diferencia de Lavín, no participó de Chacarillas y se fue alejando de la derecha, entrando a militar en el PPD a partir de 1987. También fue candidato en Las Condes en 1992, pero con un resultado muy diferente al de Lavín: sacó apenas 6 mil votos. De ahí en más, asumió gradualmente distintos cargos en los gobiernos de la Concertación, que lo llevaron a ser subsecretario de Desarrollo Regional, ministro vocero de Gobierno (en dos oportunidades), ministro del Interior y ministro de Defensa.

Cuando muchos pensaban que estos veteranos de la política pasarían a retiro, fue esta iniciativa radial y una serie de encuentros en otras instancias, las que fueron pavimentando el ascenso de esta dupla mediático–política, que hoy llega a su clímax en el contexto de las definiciones electorales. A la presencia permanente de Vidal en TVN y El Mercurio, más la exposición recurrente de Lavín en su condición de alcalde, sumaron la presencia de la dupla como panelistas estables de un matinal desde 2018, un programa de conversación nocturno desde este año y distintas presencias que refuerzan la curiosa estrategia de acercamiento entre dos figuras aparentemente distintas.

¿Pero son tan distintas? ¿Cuánto han evolucionado Lavín y Vidal desde sus orígenes? ¿Quién es Melón? ¿Quién es Melame?

Joaquín Lavín ha evolucionado, sin duda. Desde ser un férreo defensor del régimen militar y líder indiscutido de la derecha entre 1996 y 2005, transitó hacia el bacheletismo-aliancista y hoy se posiciona, expectante, como un candidato moderado de la centroderecha. Por un tiempo, uno pensaría que el ventrílocuo fue Lavín y que usaba la rivalidad cómplice con Vidal para ganarse un espacio hacia el centro y en el mundo independiente. Al menos en las encuestas, la estrategia resultó: Lavín hoy marca más que cualquier otro candidato de derecha en el mundo independiente y en la izquierda, y curiosamente no lidera las preferencias dentro de su propio sector. Además, su valoración positiva está por los cielos gracias a las diversas iniciativas que desde el mundo municipal, y lejos de la política, ha logrado impulsar.

Francisco Vidal no ha sido tan distinto. De ferviente partidario del Golpe de Estado a opositor a Pinochet, Vidal fue creciendo en liderazgo en la izquierda y se transformó en un referente político para marcar su distancia con la derecha. Siempre recordando la frase histórica de Radomiro Tomic: "Cuando se pacta con la derecha, la derecha es la que gana", Vidal se encargaba siempre de trazar los límites de la discusión política y de establecer la métrica con que debía medirse cada contienda electoral. En el último tiempo, sin embargo, esos límites parecen haberse desvanecido. Sirviendo de guía turístico del museo de cera de Las Condes o de príncipe consorte del candidato mejor posicionado, Vidal no ha escatimado en elogios para ensalzar a Joaquín Lavín y posicionarlo como lo mejor que le puede pasar a la derecha.

Las últimas encuestas y el posicionamiento mediático de Vidal han permitido que este se beneficie también del trabajo de la dupla. De una potencial gobernación en la Región Metropolitana, ha dado el salto para una aventura presidencial y no hay pocos que miran con buenos ojos esta incursión. ¿Quién es el titiritero? Se podrían preguntar algunos, al ver cómo Vidal ha dejado atrás ese perfil de político duro, convirtiéndose en un tipo bonachón, pedagogo y constructor de lazos amistosos con la derecha.

Ajenos a estas discusiones, los Melón y Melame de la política no tienen ningún incentivo para cambiar de estrategia, porque está cosechando muy buenos resultados. Independiente de quién es el muñeco y quién el ventrílocuo, según la ocasión, la alta exposición mediática y el perfil diverso de público al que están llegando podrían catapultarlos a ser candidatos presidenciales de sus coaliciones, con una distancia en las encuestas difícil de remontar.

Pero para muchos, la pregunta seguirá vigente: ¿Quién maneja a quién? ¿Cuál será la consecuencia del inevitable distanciamiento entre el muñeco y su titiritero una vez que estos deban enfrentarse en la arena electoral? Más allá de las luces y de la buena onda, la política es un espacio de realidad y las elecciones, son una competencia. No es lo mismo un matinal que un debate, ni una propuesta superficial que un programa de gobierno. Esta dupla está destinada a separarse y habrá que ver quién termina mejor, si Melón, o Melame.

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