Narges Mohammadi, Nobel de la Paz 2023, desde su celda: “Los iraníes tomaron conciencia de la opresión del régimen”

La destacada activista iraní de derechos humanos Narges Mohammadi es vista en una reunión sobre los derechos de las mujeres en Teherán, Irán, el 3 de julio de 2008. Foto: AP

En julio pasado, Mohammadi respondía por escrito desde la cárcel a una entrevista de Radio Francia Internacional. Con 51 años, la periodista iraní y activista de derechos humanos está recluida en la prisión de Evin, en Teherán, y a pesar de ello no dudó en denunciar los abusos del régimen islámico.


Ganadora de varios galardones internacionales, entre ellos el Premio Mundial a la Libertad de Prensa (2023) y el Premio Olof Palme de Derechos Humanos (2023), la encarcelada periodista iraní y activista de derechos humanos Narges Mohammadi, de 51 años, recibió este viernes el Premio Nobel de la Paz 2023 como un símbolo del “coraje y determinación de las mujeres iraníes”, según la Academia Sueca.

En julio pasado, la ahora Nobel de la Paz respondía por escrito desde la cárcel a una entrevista de Radio Francia Internacional (RFI). Con 51 años, Mohammadi está recluida en la prisión de Evin, en Teherán, y a pesar de ello no dudó en denunciar los abusos del régimen islámico.

¿Cómo está? ¿Cómo transcurren sus días?

Obviamente, los fríos y duros muros de la prisión, la distancia y la privación de ver a mis hijos, Kiana y Ali, así como a mi anciano padre enfermo, me han robado parte de la belleza y el placer de mi vida. A veces, cuando veo un gorrión o una mariposa revoloteando en el patio de la prisión, pienso en la dulzura y la belleza de Kiana. Y el paso de una flor diente de león me trae recuerdos de mi querida Ali. Les canto y reavivo en mi mente la esperanza de un futuro encuentro. Las familias de las presas vienen cada domingo a ver a sus seres queridos en la cárcel y yo me quedo con un sentimiento de envidia más que de pesar, observando sus pasos apresurados. Las madres encarceladas pueden hablar con sus hijos por teléfono de sábado a miércoles y capturo las frases “mi querida niña” y “mi querido niño” que vuelan por el aire y que me permiten soñar despierta.

Sufrir el vacío, la carencia, la privación y la distancia es difícil. Creo que la palabra “difícil” es demasiado débil para describir esta situación. Pero, por nuestros ideales y objetivos, el ser humano es capaz de aceptar todo sufrimiento y, a pesar de él, de generar, experimentar y contagiar esperanza y pasión para dar sentido y brillo a su vida.

Un guardia carcelario en un pasillo de la prisión de Evin, en Teherán, el 13 de junio de 2006.

Para mí, la vida en la cárcel es una forma y una manifestación específica de la vida. Me va muy bien. Tengo mucha confianza en mí misma y me mantengo activa. Durante la semana organizamos distintos programas: lectura, deporte, ver películas, reuniones sobre feminismo, análisis de temas de actualidad. A veces celebramos un cumpleaños, hacemos una fiesta, cantamos y bailamos.

Prosigo mis investigaciones sobre la “tortura blanca” y las “celdas de aislamiento”. Parte de mi trabajo sobre derechos humanos está dedicado a la cuestión de las “violaciones, agresiones y violencia sexual” contra mujeres manifestantes y opositoras al régimen por parte de agentes del Estado. Actualmente estoy leyendo el libro de Hank Johnston ¿Qué es un movimiento social? Permite comprender mejor el movimiento “Mujeres, Vida, Libertad” y entender con mayor claridad sus puntos fuertes y débiles.

Mi estancia en prisión es muy ajetreada. Los días se acaban demasiado rápido y me paso la noche esperando ver otro amanecer.

¿Ha cambiado el movimiento “Mujeres, Vida, Libertad” la moral de las reclusas? ¿Ha influido en la actitud de los guardias?

Creo que el movimiento “Mujeres, Vida, Libertad” ha cambiado profundamente todos los aspectos de la vida individual y social dentro de las fuerzas y movimientos sociales, políticos, culturales e incluso religiosos. El actual movimiento revolucionario tuvo la fuerza suficiente para transformar el panorama de las fuerzas políticas y sociales, permitiendo a la sociedad evolucionar hacia una nueva situación irreversible, diferente de la del pasado, en la que han evolucionado los fundamentos intelectuales y las orientaciones socioculturales, no solo en lo que respecta a los derechos de la mujer, sino también en relación con el poder político, la sociedad, la cultura, las tradiciones y la religión. Este movimiento ha colocado a las mujeres en una posición de fuerza decisiva, vanguardista y radical.

Las mujeres han adquirido ahora el poder de obligar a la sociedad a prestar atención a los problemas de violencia, represión, sumisión y dominación contra las mujeres y a trabajar por el reconocimiento de sus derechos como clave para alcanzar la democracia, la libertad y la igualdad.

Este movimiento es el resultado de los esfuerzos de las mujeres, incluidas las presas políticas y de conciencia que se encuentran actualmente en prisión, en régimen de aislamiento y sufriendo tortura física, psicológica y sexual. Tenemos un sentimiento de satisfacción incomparablemente profundo.

El marido de Narges Mohammadi, Taghi Rahmani, y su hijo Ali se reúnen con la agencia The Associated Press, el 6 de octubre de 2023, en París. Foto: AP

Tengo la impresión de que aquello por lo que luché y perdí mi trabajo, mis recursos, mi vida y, en cierto modo, a mis hijos, está ahora a mi alcance. Quiero contribuir a un cambio profundo de la sociedad. El papel del “pueblo” en la realización de un cambio fundamental y duradero para instaurar la libertad, la democracia y la igualdad es crucial. Durante 29 años de lucha social, he aprendido a no descuidar la influencia de otros factores como el poder político, el orden internacional, la influencia de países extranjeros, la situación económica... pero hay que decir que el progreso cultural, el crecimiento de la opinión pública y la formación de la voluntad de cambio son factores decisivos. El movimiento “Mujeres, Vida, Libertad” es un buen ejemplo de ello.

En un caso presentado contra mí ante el Tribunal Revolucionario de Teherán en 2016, fui condenada a 16 años de prisión. Uno de mis cargos eran actividades feministas, y la Fiscalía citó como prueba mi oposición a la poligamia masculina. También mostraron una foto mía, copiada de las redes sociales, en la que había expuesto la palma de mi mano y escrito en ella “el velo obligatorio = violencia contra las mujeres”. El tribunal dictaminó que esto iba en contra del Corán y de la religión sagrada.

Pero hoy ha quedado claro en Irán que el velo obligatorio es una forma de violencia contra las mujeres. ¿Acaso el asesinato de Mahsa Amini por no llevar el velo adecuado no fue una forma de violencia por parte de los gobernantes?

Hoy, la toma de conciencia por parte de la población de la opresión que ejercen las autoridades contra las mujeres imponiendo el velo obligatorio, estableciendo leyes injustas y fomentando la cultura patriarcal es un prometedor paso adelante, aunque el régimen intente suprimir este avance y esta esperanza para mantener su frágil poder títere.

Nosotras, las presas, apoyamos el movimiento “Mujer, Vida, Libertad” y estamos orgullosas de lo que está ocurriendo en las calles de nuestras ciudades en Irán. Nuestros carceleros están impresionados por este movimiento y algunos de ellos me han dicho que sus hijos se han unido a ellos.

Usted sigue actuando desde su celda: escribió a Václav Bálek, presidente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, para protestar contra otorgar a Teherán la presidencia del Foro Social del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y también se dirigió a la Unión Europea para denunciar la situación de los presos... ¿Estas acciones no la ponen en mayor peligro? ¿Cómo las perciben las autoridades?

Desde el pasado diciembre, la Fiscalía de Seguridad de Evin ha iniciado cinco procedimientos contra mí, uno de los cuales está actualmente pendiente ante la Sección 29 del Tribunal Revolucionario. Durante este tiempo he recibido 11 citaciones y advertencias. En mayo de 2022 fui condenada a 15 meses de prisión y cuatro meses de “limpieza de calles” a disposición del Ayuntamiento de Teherán por haber expresado y difundido una protesta durante mi encarcelamiento en la prisión de Qarchak.

Fotografías familiares en el departamento del marido de Narges Mohammadi, Taghi Rahmani, el 6 de octubre de 2023, en París. Foto: AP

La mayoría de sus compañeros de prisión son presos políticos y de conciencia. ¿Cómo ven ellos sus acciones?

Mis compañeros de prisión son presos políticos y de conciencia que llevan años encarcelados y que, en la mayoría de los casos, aprueban y apoyan las actividades de protesta organizadas dentro de la prisión. En vista de la continua política de represión del régimen, algunos de ellos expresan su preocupación porque desaparezca cualquier medida para ponerme en libertad.

¿Cómo se ha percibido en la prisión el nombramiento de Irán para la presidencia del Foro Social del Consejo de Derechos Humanos de la ONU? ¿Puede este nombramiento hacer que los activistas de derechos humanos desesperen del apoyo internacional?

En una carta abierta expresé mi convicción de que el nombramiento de la República Islámica de Irán para la presidencia del Foro Social del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas está plagado de contradicciones fundamentales y de ambigüedades.

Este régimen represivo y violento viola flagrante y abiertamente los derechos humanos y, sin embargo, se le ha otorgado la presidencia de un foro mundial cuyo objetivo es promover los derechos humanos en todo el mundo.

Para mí, activista de derechos humanos condenada a 32 años de prisión y 154 latigazos en seis juicios, este nombramiento es, desde un punto de vista político, un error estratégico que acentúa el poder de un “régimen religioso despótico y misógino” y debilita la credibilidad de las Naciones Unidas y del Consejo de Derechos Humanos. También representa una traición a los derechos humanos, vaciándolos de todo contenido desarrollado sobre la base filosófica del “derecho” y del “hombre” y convirtiéndolos en un repugnante instrumento de hipocresía.

Narges Mohammadi (derecha) aplaude a la poeta Simin Behbahani (izquierda), mientras ellas y la premio Nobel de la Paz 2003, la iraní Shirin Ebadi, asisten a una reunión en Teherán, el 3 de julio de 2008. Foto: AP

Cuando nos llegó la noticia de este nombramiento, una de mis compañeras de prisión me preguntó: “¿Qué sentido tiene perder la vida defendiendo la declaración de los derechos humanos?”. Para ella no había justificación posible para esta decisión del Consejo de Derechos Humanos en un momento en que el régimen, famoso por violar estos derechos, estaba reprimiendo el movimiento que busca instaurar la democracia y las libertades.

Estoy orgullosa de mis luchas en defensa de los derechos humanos, pero me avergüenza la decisión del Consejo de Derechos Humanos.

¿Cómo ve el futuro del movimiento “Mujeres, Vida, Libertad”, que fue sofocado con derramamiento de sangre?

El movimiento revolucionario y la actual cadena de protestas sociales en Irán se basan en fuerzas internas ricas en experiencias históricas de los últimos 150 años. Este movimiento es vasto, su base doctrinal es progresista y sus acciones son creativas, plurales e ininterrumpidas. Pero para alcanzar sus objetivos necesita la atención y el apoyo de la comunidad internacional.

El pueblo iraní está intentando construir una sociedad civil estable, sin la cual el establecimiento de la democracia y, sobre todo, su viabilidad y persistencia, no parecen factibles. El pueblo iraní está decidido a poner fin al despótico régimen religioso actual. Esta visión, fruto de luchas históricas, es irreversible. Soy optimista sobre el futuro de este movimiento.

Narges Mohammadi escucha a Karim Lahidji, presidente de la Liga para la Defensa de los Derechos Humanos en Irán, durante una conferencia de prensa en la sede de la ONU en Ginebra, Suiza, el 9 de junio de 2008. Foto: AP

¿Qué espera de la comunidad internacional, de los iraníes que no están en la cárcel y de los que viven en el extranjero?

La comunidad internacional debe tener en cuenta las protestas y los movimientos sociales en Irán. La sociedad iraní busca un cambio, con amplias reivindicaciones políticas, sociales y económicas. Los especialistas en movimientos sociales son unánimes al afirmar que el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil es la clave de la movilización. Este es uno de los objetivos de las fuerzas sociales en Irán.

Al mismo tiempo, una mayor atención de los medios de comunicación internacionales a lo que ocurre en Irán, la movilización de las instituciones internacionales de defensa de los derechos, la intervención de las Naciones Unidas, la implicación de los países occidentales para conseguir que el régimen islámico ponga fin a la represión de los activistas de la sociedad civil y la liberación de los presos políticos y de conciencia tendrán un gran impacto en la continuación del movimiento.

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